"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 14 de enero de 2018
ÁLVARO VALVERDE
He llegado. Me acerco...
He llegado. Me acerco
con cautela a la orilla y distingo en las aguas
una suerte de antigua y fugaz transparencia.
Queda al lado un desierto, un lugar retirado
que una puerta franquea preservando el destino
de los hombres que huyen. Una breve vereda
que coronan cipreses nos conduce a la senda
reiterada, a los pasos
que se llegan a Yuste -el otoño dorado
de la hiedra rojiza y el estanque en penumbra-,
al jardín de Abadía -ruinas, mármol, canales,
Lope, acantos y olivos-.
Es difícil saber
sobre qué edificamos
la virtud. Qué lugares
-evocados o vistos- nos contienen.
Paredes,
tapias, huertos, bancales,
muros hechos de piedras
colocadas siguiendo cumplimientos idénticos.
Minuciosos remiten
a un estado de cosas que se pierde.
Enseñanzas
de la edad sometidas
a un complejo sistema en precario equilibrio.
Su presencia anticipa la verdad de la historia.
No es extraño volver, sorprendido, la vista
y caer en la cuenta: somos agua, y aun piedra;
árbol, río, retamas. Somos tierra. Hago mías
las razones de Anteo.
Arrancada a la roca la ruindad de los huertos,
empeñados en darle a las aguas su cauce,
embalsando su fuerza en los largos estíos,
aguardando la nieve transformada en torrente,
afinando en la viga la bondad de los troncos,
observando en las nubes la promesa de lluvia,
¿no cumplirnos un ciclo necesario e idéntico?
De: "El reino oscuro"
He llegado. Me acerco
con cautela a la orilla y distingo en las aguas
una suerte de antigua y fugaz transparencia.
Queda al lado un desierto, un lugar retirado
que una puerta franquea preservando el destino
de los hombres que huyen. Una breve vereda
que coronan cipreses nos conduce a la senda
reiterada, a los pasos
que se llegan a Yuste -el otoño dorado
de la hiedra rojiza y el estanque en penumbra-,
al jardín de Abadía -ruinas, mármol, canales,
Lope, acantos y olivos-.
Es difícil saber
sobre qué edificamos
la virtud. Qué lugares
-evocados o vistos- nos contienen.
Paredes,
tapias, huertos, bancales,
muros hechos de piedras
colocadas siguiendo cumplimientos idénticos.
Minuciosos remiten
a un estado de cosas que se pierde.
Enseñanzas
de la edad sometidas
a un complejo sistema en precario equilibrio.
Su presencia anticipa la verdad de la historia.
No es extraño volver, sorprendido, la vista
y caer en la cuenta: somos agua, y aun piedra;
árbol, río, retamas. Somos tierra. Hago mías
las razones de Anteo.
Arrancada a la roca la ruindad de los huertos,
empeñados en darle a las aguas su cauce,
embalsando su fuerza en los largos estíos,
aguardando la nieve transformada en torrente,
afinando en la viga la bondad de los troncos,
observando en las nubes la promesa de lluvia,
¿no cumplirnos un ciclo necesario e idéntico?
De: "El reino oscuro"
ARNULFO VALDEZ OLETA
Aquella
mañana como todas las
mañanas
Nada
extraño en las noticias locales
Anunciaron
la muerte de un perro
El
dueño le soltó la
correa
dicen
El
perro se zafó el gaznate dicen
Que se
enredó
solo
sabe
Las
manos del dueño quemadas cuentan
Se
acabó el ladrido
El
fiel el buen amigo
Aquella
mañana
De
aullidos y aullidos
Y no
hay perro quien le llore al que murió
Porque
ya murieron todos
Y no
existe paraíso mejor para un perro
Que la
mano de un nuevo dueño
En la
mañana como todas las mañanas
Nada
extraño viendo las noticias locales
AIDA CARTAGENA
Poema de Tu Olvido
El alma
en una mansión de nieve,
el
traje dela palabra dejó desnuda la ausencia
y tu
nombre era innombrable,
por que
había naufragado
en la
playa de unos labis desiertos.
MORIANA DELGADO
Corazón de ébano
-La
suerte está echada- me respondió,
mientras
mis propias distancias subterráneas
discurrían
por inmensas pendientes,
mientras
me ataban los tobillos a los fríos rieles de metal,
mientras
el sonido de la máquina aumentaba.
Ahora
veo que los amores vendados son ya obsoletos
y las
decisiones que nos marca el olvido han sido impuestas.
Qué
queda bajo estas palabras que nos han entrecruzado,
bajo el
amplio mundo de la condensada figura inhumana.
Comencé
pensando en los escrúpulos que nos siguen,
en las
cumbres de desesperación que nadie escucha,
en
embarcaciones y treguas acordadas para siempre y por siempre.
Soy el
retroceso de los años,
la
antepenumbra del acantilado,
la
puerta del comienzo y el umbral del final.
Soy lo
que nunca fui,
fui
todo lo que quise ser,
soy la
fantasía del precipicio
y el
hedor de una caída prevista.
Soy
culpable, soy culpable.
LURIEL LAVISTA
La sangre de la vida
Cierra fuertemente los ojos
fuma despacio en aquella pocilga vacía,
consanguínea con el festín de ruidos innombrables.
La obra
más marginal
en la que alguien se pregunta menos por la razón
es el último instante posible
de ser todos y no ser nadie.
en la que alguien se pregunta menos por la razón
es el último instante posible
de ser todos y no ser nadie.
La duda
no carcome, ennoblece
se diferencia abismalmente de toda mediocridad;
la última utopía añorada ya está resuelta
es una vil y contagiosa instrucción mental.
Somos ya lo único de cuanto dependemos
conoces el hampa del hambre,
el humor de la saciedad,
la sinrazón de la belleza,
la náusea de varias columnas del derroche
y la alegría de minar todo recuerdo;
El hocico de la acusación,
la burla de la impotencia,
el amor dado a medias,
la amistad dependiente y nada franca.
La obra más marginal
en la que no se encuentra motivo de pertenencia
es el último pensamiento posible
de acecharlo todo y confundir la nada.
se diferencia abismalmente de toda mediocridad;
la última utopía añorada ya está resuelta
es una vil y contagiosa instrucción mental.
Somos ya lo único de cuanto dependemos
conoces el hampa del hambre,
el humor de la saciedad,
la sinrazón de la belleza,
la náusea de varias columnas del derroche
y la alegría de minar todo recuerdo;
El hocico de la acusación,
la burla de la impotencia,
el amor dado a medias,
la amistad dependiente y nada franca.
La obra más marginal
en la que no se encuentra motivo de pertenencia
es el último pensamiento posible
de acecharlo todo y confundir la nada.
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