sábado, 19 de octubre de 2013

MARWAN




Telefónica


Lo cierto es que a menudo
me cuesta reconciliarme con mi pasado
y no logro entender del todo
–aunque lo vea con claridad–
que si fuiste completamente ingrata
o tus bandazos me partieron en mil tristezas
fue solamente por tu incapacidad
para conducirte de otro modo.

Me gustaría entonces
desabrocharme con maestría los rencores
dejar de hacer el amor con mis derrotas
sacarme de la rabia tu imagen de niёa buena
y llamarte para invitarte a cenar civilizadamente
pero anoche lancé el móvil contra tu recuerdo
y va estar difícil que Telefónica me lo reponga.



SILVIA CARBONELL




Yo no puedo



De esas noches que parecen guardar silencio 
porque tu boca lleva fuego y yo temo quemarme en tus labios.
Donde las estrellas calladas observan la luz encendida de tus ojos ardiendo.

Me retiro, me aparto, y no porque tenga miedo 
sino porque miedo es justamente lo que necesito para apretar mi freno.
Tan natural me resulta tu cuerpo encajando en todo lo que mi vista abarca
que no temo y debería.

Porque tu sonrisa franca se adueña de todos los espacios
de los que en mucho tiempo has sido el centro.
El anfitrión de mis noches anchas tan llenas de risa,
tan llenas de tanto que siempre tuve suficiencia y no carecí de nada.

Y yo no puedo, no quiero ser lazo de nuevo de tus brazos
y no porque tema, sino porque llevo el alma herida
y no quiero apretar mi frialdad a la calidez de tus besos.

Temo y muero por ello, temo vivir de nuevo
temo que todo eso que me cubre en el confort de mis miedos,
se rompa, colapse, y me enseñe tus ojos
y no pueda evitar nadar para siempre en ellos.

Así que solo me dejo tocar de lejos,
como esa caricia que no puede robarte el sueño,
porque si dejo que tu piel se acerque de nuevo
me quemo, me muero 
y esta vez no respondo...
Inevitablemente comenzaré a enamorarme de nuevo.



ALEJANDRA PIZARNIK




Exilio


                                                    A Raúl Gustavo Aguirre


Esta manía de saberme ángel,
sin edad,
sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.

¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?

Siniestro delirio amar a una sombra.
La sombra no muere.
Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno:
una logia callada,
fantasmas en dulce erección,
sacerdotes de espuma,
y sobre todo ángeles,
ángeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche
y devastan la esperanza.



ALFONSINA STORNI




Sábado



Me levanté temprano y anduve descalza
por los corredores; bajé a los jardines
        y besé las plantas;
absorbí los vahos limpios de la tierra,
        tirada en la grama;
me bañé en la fuente que verdes achiras
circundan. Más tarde, mojados de agua,
peiné mis cabellos. Perfumé las manos
con zumo oloroso de diamelas. Garzas
        quisquillosas, finas,
de mi falda hurtaron doradas migajas.
Luego puse traje de clarín más leve
        que la misma gasa.
De un salto ligero llevé hasta el vestíbulo
        mi sillón de paja.
Fijos en la verja mis ojos quedaron,
        fijos en la verja.
El reloj me dijo: diez de la mañana.
A dentro un sonido de loza y cristales:
        comedor en sombra; manos que aprestaban
manteles.
A fuera sol como no he visto
sobre el mármol blanco de la escalinata.
Fijos en la verja siguieron mis ojos,
        fijos. Te esperaba.



YANINA MAGRINI




XIV



Cada uno recibe imagen.   Y carencia.
Damos lo que no queremos amontonar,  lo que nos deja la mismísma convivencia de la soledad.
Deberíamos haber vivido detrás de esa criatura ;   de su tajo
y su centro. Deberíamos  hacer  del silencio la página  dónde dejar  una  voz como palabra oculta. Como forma de callar.
De guardar el quejido.
Quiero decir;   tragar ese lenguaje
como saliva.


GLORIA OSCARES




Mujeres del sur



Las mujeres –todas– del sur
crecen lejos
en la esperanza y el tiempo
del sol y de la luna

Allá con la vida cercana
a pura montaña
selva y campo

Tan enraizadas
y cada vez más solas
en ese paisaje
que separa
los anhelos y las cosas