jueves, 2 de noviembre de 2023


 

RODRIGO ZÚÑIGA

 


  

Lista de compras

 

 

Yo quería construir una casa,

algo que fuera mío, un patio, un perro,

un árbol de limón

 

Entonces me casé y tuve hijos, deudas, una carrera,

y estuvo bien

 

Después descubrí que el deseo

siempre está en otra parte,

y las dudas

me crecieron como una hiedra:

 

- Cuántos no se quedaron ahí,

marcharon

con el miedo amordazado como rehén

 

- Cuántos lo arriesgaron todo

y cantaron himnos de rebeldía,

libertad y honor

 

- Cuántos creyeron en la magia

y fueron tras de ella con la ilusión

de todo lo que es incierto

 

- Cuántos sacrificaron la estabilidad

y la permanencia por el estremecimiento

que da el retrato del asombro

 

Mientras otros

no dejaron la dulce palmada de la certeza,

y fueron sensatos y felices para siempre

sin ningún terremoto bajo sus pies,

sin ningún delirio afuera del rostro,

haciendo frente a la cobardía de marcharse

frente a la cobardía de quedarse,

por costumbre, por los hijos, por lo que sea,

por apostar y soplar los dados,

entretanto aún

las llamas se desenredaban en los ojos de Nerón

 

Yo, desde esta felicidad,

los aplaudo de pie,

los admiro con tristeza,

algunos

        nos quedamos en el medio

–que no es ninguna parte–

 

mirando a cuántos

urdieron un plan y lo llevaron a cabo

cuando el momento justo llegó

 

 

TERESA ABURTO URIBE

 

 


 

El eco de mi voz


 

 

El eco de mi voz
se está perdiendo en el silencio
como se pierde el camino
en el horizonte,
entre la tierra y el cielo.
La música gime en mi oído
sondea mi interior y me descubre,
desnuda mis sentidos
y me eleva al infinito,
y mi voz... se esconde,
se calla, se pierde.
Mis pensamientos vuelan
en busca de rastros ocultos
de las huellas escondidas
en las tardes de mi ayer,
y descubro las distancias,
y descubro las ruinas...
y la música sigue
Socavando mi interior.
Lo recóndito de mí
se vuelve palpable,
yo lo siento y es extraño,
escucho mis latidos
y siento mi soledad
como un abismo insondable,
como cuando en el mar
se esconde la tarde.

 

OLGA ACEVEDO

 

 

 

Desde el fondo de ti y arrodillado

 


Desde el fondo de ti, y arrodillado, 
un niño triste, como yo, nos mira.

Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.

Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.

Por esos ojos abiertos en la tierra
veré en los tuyos lágrimas un día.

 

 

MONIQUE FACUSEH

 

 

 

Poema 46

 


Y si me agarra el miedo,

si no me deja pensar,

si me ofusca y me deja

postrada en un sillón

mirando lejos,

si desafina mi cara

y saca todas las

versiones de mí,

si sucumbo a sus constantes

embestidas,

a su garra feroz y otros

tentáculos,

y me vuelve la vida

un desatino.

Cómo desnudo al miedo,

al orfebre de las mil caras.

Cómo abrazo su huérfana sombra.

 

 

MARGARITA LASO

 

 

 

Queden en la lengua mis deseos

 

 

bautista empuña los cabellos de mi nuca
y la cuerda del cuello doblega
fragoroso

 

hidráulica la yugular bombea su cauce
y pasos de pestañas
rozan mis sienes
como veloces pisadas de perdices

 

bucéfalo bramante
los labios despliega
sobre el riel perpendicular de mi columna
cepo de bíceps amenaza quebrarme
las costillas
y cerca de mi boca sus mordiscos
son brevas maduras

 

préndeme
bautista
crótalos vertebrales
bailan descalzos
bajo tu brazalete
y al pozo de mi clavícula
van las moras encarnadas
que sorbes

 

besa la arena sobre la que pondrás
mi espalda
captura del pecho los pistilos
que en tus belfos ampollas
animal de las llamas

 

bautista bárbaro hambriento
al alba caes con mis quejas
me vas a separar
me vas a separar
me vas a separar

 

 

JOSÉ INIESTA

 

 

  

Alcance y unión


 

Hay días en la vida que nos salvan.
Apenas basta el sol en nuestro rostro,
un árbol deshojándose en un patio,
la brisa acariciando nuestra piel.
Y allí, el fluir del tiempo se derrama
inundando desiertos de pobreza,
y todo es la conciencia de estar vivo
con daño y alegría a cada instante,  
la lluvia que fecunda el arenal.

 

Ahora que en mí habitas sí que existo.
Ahora que me besas en la noche
de nuevo sé quién soy,
                                     dónde mi vida
celebra el alto incendio de su arder.
Nosotros habitamos los espacios
donde todo es alcance y es unión,
y en la luz cotidiana del amarte
el caos tiene sentido
                                 y la sal de las horas.