miércoles, 8 de julio de 2015

CLAUDIO GUERRERO




La muralla enterrada

 

Sobre la muralla enterrada
alzó sus cimientos la ciudad imaginaria.

Los hijos de obreros, matarifes y ferroviarios
cruzaban el río para olvidar el desamparo
de las calles polvorientas
y la fétida acequia del conventillo.

En la vuelta nocturna al barrio de pasajes y adobe
la iniciación del derrotero hacía revolotear
las míseras chauchas que darían de comer.

Los pobladores mataban el ahogo cada quince días
en los prostíbulos
mientras al otro lado de la ciudad
cada día un edificio nuevo enterraba
la muralla de cal, huevo y sangre de vacuno.

La lejana fragancia de la muralla enterrada
al fin se evaporaba
en las raíces muertas
de la desmemoria.

 

ELISA RIVARA


 

La gota

 

Un viento frío golpea mis talones
confundiendo todavía más
a esta niña triste que fui

Perseguir arañitas en la pieza del fondo
un sábado por la tarde

Atrapar una para que llore conmigo

Le digo despacio
que la primera gota
es siempre una mala señal
pero ella la muy traicionera
había clavado el colmillo
y ya recorría mi cuerpo
una gota de su baba maldita.

 

 

CÉSAR SIMÓN


 

La rambla


¿Qué música ha de haber
para ti, quietud porosa
de rambla, canto puro
de un ave, con que vibran
los cielos,
brisa que lame el vello
de los brazos,
silencio con que mana la bondad
de la sangre?

Oh tierra, así,
tan áspera, tan suave,
cierra apenas los ojos, piensa en días
que pasarán y pasarán, callados,
tranquilos -esas matas
desconocidas, esas flores
silvestres, esos charcos-
sobre ti.

 

De "Erosión"

 

 

JUAN CARLOS ABRIL




El vigía


Veo en el horizonte un humo verde
reptando, caprichoso,
igual que una culebra entre las rocas.
Y cerca, en el camino a mitad de este sendero,
la verja vegetal que lo recubre
lujosa, decadente,
escarchadas y lánguidas
clarean unas ramas.
Parecen tensas venas que sujetan
a punto de partirse este paisaje
en la ventana de la fantasía.

Protege la muralla.
Y cómo cubre cárdena su imagen
y oscila en la penumbra,
cómo se pierde, y cómo se difunde.

Justo ahí donde empieza la escalera,
una escalera natural
de piedra, justo ahí es donde paro,
y me vuelvo otra vez.

Y aquí yo, y tú también,
ya nosotros.
                           Con miedo incluso, incluso
incertidumbre, en triple dirección.
Con la mano temblando al escribir
esta venérea milicia, noble
título, y mucho más real; pues sabemos
que no nos pertenece casi nada,
que todo es suyo y nuestro,
y que yo no soy nadie.
                                               ¿Algo es mío?

¿Cómo es posible ahora
escuchar su advertencia?
¿Cómo estar en lo cierto
y descifrar los símbolos osados
que la belleza desinteresada
rasga en nuestras imágenes?
                                                            ¿Preguntas
indefinidamente sin respuesta?

Daré la voz de alarma
ante cualquier extraño movimiento.
Tengo explícitas órdenes
de tirar a matar.


De "El laberinto azul"


 

 

CLARIBEL ALEGRÍA


 

Amor

 

Todos lo que amo
están en ti
y tú
en todo lo que amo.

 

 

OLIVERIO GIRONDO


 

¡Azotadme!

 

¡Azotadme!
Aquí estoy,
¡azotadme!
Merezco que me azoten.
No lamí la rompiente,
la sombra de las vacas,
las espinas,
la lluvia;
con fervor,
durante años;
descalzo,
estremecido,
absorto,
iluminado.
No me postré ante el barro,
ante el misterio intacto
del polen,
de la cama,
del gusano,
del pasto;
por timidez,
por miedo,
por pudor,
por cansancio.
No adoré los pesebres,
las ventanas heridas,
los ojos de los burros,
los manzanos,
el alba;
sin restricción,
de hinojos,
entregado,
desnudo,
con los poros erectos,
con los brazos al viento,
delirante,
sombrío;
en comunión de espanto,
de humildad,
de ignorancia,
como hubiera deseado...
¡como hubiera deseado!