viernes, 4 de noviembre de 2022


 

VLADIMÍRA CEREPKOVÁ

 


 

En la tarde

 

 

Llamas a tu vieja gatita
sin embargo la boca está sucia y temblorosa
Una gallina verde merodea alrededor del edificio
¿Quién tendría miedo en una cama abrigada?
Susurras a tu vieja gatita
y a veces te parece
que ella abre a medias sus ojos semi muertos y
responde Gatita
Estamos acostados embozados en los acolchados a rayas
debajo la carne está gris y sudorosa
la vena de tu pierna penetra en el jergón
La gallina verde se asoma por la ventana entreabierta
Espera

 

Versión de Teresa Amy

 

SLAVI AVIK HARUTYUNYAN

 

 

 

Abandonado

 

 

convivimos solos
con mil millones
de personas iguales
que nosotros
moviéndonos a tientas

como el planeta Tierra
en este universo infinito
que aún se gira
abandonado por Dios
para siempre

 

Versión de Nariné Ayvazyan

 

 

BLANCA ELENA PANTIN

 

  


Este intento
de asir
de decir,
es decir
no hay memoria que resista
la demolición continua
infinita
el verbo en pasado conjugado
“ahí había”
“allí hubo”
 

De: “Diario de guerra”

 

 

WILFREDO CARRIZALES

 

 


XXXI



Junio llega ante la casa montado en su animal de agua. La casa tuvo sed y la sació con sus cerraduras atesoradas. Ahora la casa ama a la mujer de paso rápido y muslos adolescentes. Junio la convence y la atrae adosada a un pedazo de cometa. La casa se fragiliza. El poeta la ayuda y ambos se fortalecen. Ayarí se emociona con voz secreta. Frutos y caramelos atardecidos otorga el hombre barbado a la mujer que ama el mar. Yo también amo al mar y los ojos de las gaviotas y un trozo de madero en la playa.
Me enaltece el deseo que siento por Ayarí. Se lo confieso a la casa y ella lo comunica. El deseo mío fecunda su cuerpo, vuelve más ferviente su desnudez, sus pupilas se disparan en bandadas, su respiración encabrita los luceros y esta mujer me desborda su cariño arrastrado por la ola del encantamiento vital.

 

De: “La casa que me habita”

 

FRANCISCO CERVANTES

  

 

Castelo de Sao Jorge

 


Miras hacia lo alto y las almenas detienen tus sueños.
Allí recuerdas lo que el miedo significa
Y lo que esperabas del mañana concreto.
Iba una amiga suya contigo, recordándotela a ella.
La pobre amiga. Su piel tan pálida
Plegada por los años y su ánima en cenizas.
Acaso junto a tu fantasmal presencia
La belleza marchita de ella algo significara.
"Extranjeros", gritaste, "todos ustedes extranjeros",
"Ella es mora y éste su castillo,
Jamás el de San Jorge."
Recordaste cómo tu duelo nada fue después que viste sus ojos
Y cómo tu dolor serpeó como un arroyo
Cuando tu piel tocó esa piel mirada por el sol con tanta gracia.
El nombre de tu amada nombraste ciegamente
Y el polvo de los siglos fue una piedra en tu garganta.
Pero tu amada regresaría mañana.
La comparaste con tu saudosa compañera
Y la agonía tuya fue más honda que la luz del otoño lisboeta.

 

Hoy, a una postal del Castillo de San Jorge,
Muerde su corazón como a su pan el prisionero
Que entiende probar el alimento generoso, pero último.
Ya no gritarás más "Extranjeros"
Ni ella será tuya.



ADRIANA BERTORELLI PÁRRAGA

 

  

 

Jamás confíes en un corazón
que reposa en un cubo de hielo.
Porque al sacarlo,
creerás que se mueve
y digo creerás porque sólo será
como las muecas
de la primera víctima de las películas
de terror
y que resultan ser
uno de esos movimientos espasmódicos,
involuntarios,
posteriores a la muerte
en el momento justo
en que el alma
encuentra el túnel de luz
y por allí se va.
Si ves a un corazón en una hielera,
huye:
Porque al primer descuido,
pretenderá despojarte
de esa vida
que no tiene.

  

De: “Música de rockola”