sábado, 22 de diciembre de 2012

SERGIO GARCÍA






Algún día…


Algún día
de alguna manera
que yo no comprendo
se alinearan los astros
en el firmamento.

En algún lugar
no sé qué tan cerca
no sé qué tan lejos
el arcoíris tocara el suelo.

En algún momento
no sé cuando, ni como
florecerá la sonrisa
en mis labios de nuevo.

FERNANDO MARIN




  

Amor eterno




Puedes cerrar los ojos, complaciente, y saber
que no habrá más estrellas con nombre de mujer
pues buscando de noche la luz del firmamento
ahora duermo tranquilo, apacible y contento.
Ahora que he descubierto que a veces en penumbra
Una llama de amor casi todo lo alumbra.

Puedes cerrar los ojos y soñaré conmigo
yo que sueño despierto, pero no te lo digo,
para encontrarme a solas con ese alma viajera
sabiendo que, paciente, cada noche me espera
en un frugal encuentro de silencio de silencio nocturno
para dormir conmigo un sueño taciturno.

Puedes cerrar los ojos, sabiendo complaciente
que este amor es eterno, infinito y paciente.
Y si acaso otra estrella ilumina tu noche
yo cerrare tus ojos y sin ningún reproche
besaré tu deseo en forma de desliz
pensando solamente: “quería ser feliz”.


CLAUDIO GUERRERO






Un día de lluvia



Un día de lluvia
la madre seca la ropa mojada
en la vieja estufa a parafina.
La abuela prepara en la cocina
una torta de castañas.
Los niños aún no saben nada
de metas en la vida
sólo quieren salir a la calle
a correr bajo la lluvia.

El padre llega agobiado del trabajo
pero trae dulces para regalar
la radio anuncia nuevos crímenes
se murmura en el sillón un hasta cuándo
el invierno se expande en la ciudad sitiada
los niños sólo piensan
en jugar bajo la lluvia.

JORGE DANIEL CORDOBA






Paso a nivel



Mi madre es máquina,
lino,
leño.
Piernas chuecas,
surcos resecos.
Párpados caídos,
ojos achinados.
Ojos que se elevan
como aquellas albas
de humanidades inhóspitas,
anuncios de gallos.

Mi madre
ya no esta junto al viejo brasero,
masticando un chipaco,
ni sorbiendo mate cocido.
Tampoco sigue las huellas de alguna cabra
envuelta en su pañuelo blanco
entre el viento y la sequía.
Traquetea como aquel tren adolescente
que por la vía del llanto
la acarreó hasta la ciudad.

Pero mi madre,
sigue siento monte,
chañar y trabajo.
Fuerza productiva
hasta que llega la oración.
Y luego de un sueño sereno,
distante,
sus párpados se elevan
y las mañanas despiertan
un tanto más chuecas y achinadas.
Con sonidos férreos,
con palabras dulces y costuras alegres.
Una vida de paso a nivel.

JOSÉ JUAN TABLADA






Quinta avenida



¡Mujeres que pasáis por la Quinta Avenida
tan cerca de mis ojos, tan lejos de mi vida!...

¿Soñáis desnudas que en el baño os cae
áureo Jove pluvial, como a Danae,
o por ser impregnadas de un tesoro,
al asalto de un toro de oro
tendéis las ancas como Pasifae?

¿Sobáis con perversiones de cornac
de broncíneo elefante la trompa metálica
o transmutáis, urentes, de Karnak
la sala hipóstila, en fálica?

¡Mujeres fire-proof a la pasión inertes,
hijas de la mecánica Venus made in América;
de vuestra fortaleza, la de las cajas fuertes,
es el secreto... idéntica combinación numérica!


HAROLD ALVARADO TENORIO





M.M.C.



Miro tu rostro.

Imagino que habríamos sido felices
si fuera joven
como tú,
sin un pasado,
sin las convicciones que compramos al tiempo.

Miro tu rostro
y confirmo
que nada tiene ya sentido:
tu hermosura debería ser mi sal de cada día
tu juventud me haría vivir otros veinte años.

Miro tu rostro
y me pregunto:

¿Quién estableció esta rutinaria separación de edades?

¿Quién la fidelidad como hierro inamovible?

¿Quién nos quitó la realidad
y sólo nos dejó el deseo?