"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 7 de noviembre de 2017
IRMA TORREGROSA
12:30
Doce y
media. Cómo pasan las horas.
Encendí
las estrellas
me
senté aquí.
En esta
luna
sin
leer ni hablar.
El
silencio es un manto que me abraza
me
hunde en sus cabellos
como a
un gato en busca de su origen.
Teatros
y cafés que una vez fueron
calles
que olvido.
Los
adioses tuyos,
los
míos,
los
llamados apenas atendidos de la ciudad.
Tu
perfume de hierba acaricia mis pestañas
y vives
en la
luna,
en mi
cabeza,
en mis
manos.
Doce y
media. Cómo pasan los años.
ALEJANDRO REJÓN HUCHIN
Canción del sueño
La nada
se entreteje con los párpados del aire,
llueve como hilera entre el envés de los sueños.
aquella hilera dulce de joyas y escamas
ya no acongoja tu vientre,
se ha vuelto salitre de luz,
impávido surco que se extingue de mareas.
Cierro la memoria.
En este borde flotan riscos que se extienden hasta el alma.
Flotan pies que se abren con las nubes,
Se detiene un círculo entre la niebla,
Dibuja sus manos con luciérnagas de agua.
Hay una ruina líquida detrás del sueño,
Tus cabellos se mecen,
Moléculas explotan en el incesto de los astros,
El ángel se incinera la vista con sal y opio.
Las hileras han vuelto, amor,
los días caen a mis espaldas,
Entran como silbidos en la migraña de la casa,
Y nosotros,
Otro pliegue entre el agua de tu sombra.
llueve como hilera entre el envés de los sueños.
aquella hilera dulce de joyas y escamas
ya no acongoja tu vientre,
se ha vuelto salitre de luz,
impávido surco que se extingue de mareas.
Cierro la memoria.
En este borde flotan riscos que se extienden hasta el alma.
Flotan pies que se abren con las nubes,
Se detiene un círculo entre la niebla,
Dibuja sus manos con luciérnagas de agua.
Hay una ruina líquida detrás del sueño,
Tus cabellos se mecen,
Moléculas explotan en el incesto de los astros,
El ángel se incinera la vista con sal y opio.
Las hileras han vuelto, amor,
los días caen a mis espaldas,
Entran como silbidos en la migraña de la casa,
Y nosotros,
Otro pliegue entre el agua de tu sombra.
CARILDA OLIVER LABRA
por la cintura. Amor, toca esta frente,
di una frase vulgar, casi inocente,
ríe, ríe después... Tengo un retazo
de sol bajo la tela de mi hombro.
Arráncalo de ahí, dáselo a un nido.
Llora como si ya te hubieras ido,
y cállate en el punto en que te nombro.
Amor, amor, ¡sujétame esta gota!
( ¿Verdad que se parece a la mar rota? )
Mi corazón para la luz se cierra.
Al sur de todo vengo abandonada.
Deténme: estoy muriéndome por nada,
arrepentida de mirar la tierra.
MIGUEL VEYRAT
Mapas y pecios
Y si trazas el mapa de tu propio
cuerpo, sentirás cómo coincide
con el universo de tu palabra. Y también
que a las ínsulas se llega
solamente por los ríos de la sangre
que anega las selvas, las praderas
y los cielos. Proa siempre
hacia lo incierto que tú configuras
sin precisar de sextante ni instrumentos.
Pero no hay regreso, capitán. Atrás
quedan las estatuas que nunca
o pronto volverán a la arena
por las playas -en la medida
que progrese, extrañamente encendida,
la palabra sobre el cuerpo
en la luz de la razón que no naufraga.
Mas ¿quién podrá saberlo? Casi nadie ahora
junta pecios para después leerlos.
Y si trazas el mapa de tu propio
cuerpo, sentirás cómo coincide
con el universo de tu palabra. Y también
que a las ínsulas se llega
solamente por los ríos de la sangre
que anega las selvas, las praderas
y los cielos. Proa siempre
hacia lo incierto que tú configuras
sin precisar de sextante ni instrumentos.
Pero no hay regreso, capitán. Atrás
quedan las estatuas que nunca
o pronto volverán a la arena
por las playas -en la medida
que progrese, extrañamente encendida,
la palabra sobre el cuerpo
en la luz de la razón que no naufraga.
Mas ¿quién podrá saberlo? Casi nadie ahora
junta pecios para después leerlos.
LAURA SZWARC
Gema
Mueve
una por
vez
la
pieza
los
sombreros
golpean
la silla
los
peones
asaltan
las
ciudades.
De “Harina en vuelo”
ANDREA OCAMPO
Querubines
Parecen
caritas con rulos y cachetes.
Asomados
hacia abajo, las cabezas aladas sonríen
en el
empapelado quizás gris de fondo o celeste clarito
aunque
ahora pestañea brillante verde neón
por la
cruz furiosa de la farmacia de enfrente.
La
alfombra se traga mis pasos por la casa ajena.
De la
cama a la pared hay unos metros
(paredes
anchas, techos altos). Vaso de agua en mano
pego
los ojos a la pared: azul oscuro se revelan los ramitos.
Flores
redondas con hojas grandes a los costados
reemplazan
los querubines y obligan la risa.
Pura
mueca, porque no quiero despertarte.
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