martes, 17 de octubre de 2023


 

ANA ROMANO

 


 

 

Es la niebla

 

 

Faldones de niebla

acordonados por tus voces

y rezongos

en mis oídos

aclimatados

 

Te arrojo semillas

 

reclamador

 

de diagonales.

 

 

Ana Romano nació el 1 de febrero de 1944 en la capital de la provincia de Córdoba, La Argentina, y reside desde la infancia en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Poemas suyos han sido traducidos al portugués, italiano, francés, húngaro y catalán. Es profesora de Francés. Tradujo a dicho idioma el volumen “Breve anthologie” de Luis Raúl Calvo (Ediciones L`Harmattan, París, Francia, 2012), el poemario “Behering y otros poemas” de Luis Benitez y textos del libro “Tomavistas” de Rolando Revagliatti (difundidos en la Red). Poemarios publicados: “De los insolentes fantasmas” (Ediciones Vela al Viento, 2010), “Expiación del antifaz” (Ediciones La Luna Que, 2014), y “Zumbido de guirnaldas” (Ediciones La Luna Que, 2016) y “El Alfil rojo” (Ediciones La Luna Que, 2019).

 

 

AIXA RAVA

 

 

AIXA RAVA

 

 

Tierra del fuego

 

 

La luz rodea el verano en el recuerdo,
aquí la sombra deambula con los niños;
entre turberas y fiordos, los glaciares
hacen que el hielo se vuelva un enemigo.

 

En esta isla, la sangre se congela,
la piel se raja, la voz se hace chillido;
y hasta las bestias, las plantas, los caminos
creen que la nieve es ajena al paraíso.

 

Y es que no hay cardos, sudor, no hay regocijo
de tambos, de granjas ni de silos;
y si hay un sol, un día, una tarde,
se esconde junto al hierro sin aviso.

 

Jugar es cosa de adentro, no de plaza,
y a nadie se le antoja el infinito,
que está en el mar, en el nombre, en la bahía,
en todo el viento, y también, en todo el frío.

 

En un domingo de bosque y costa espesa,
la libertad una rama de lenga
quiebra
con la ilusión de salir y no encontrarse
con el blanco, el gris y la tristeza.

 

La isla para el niño es una cárcel
con gaviotas, nutrias y orcas muertas,
un exilio, un castigo, una venganza,
que en el sur de estos pies dejó su huella.

 

De: “Barda” (2014)

 

ALEXIS ROMERO

 

 

ALEXIS ROMERO

 

 

Perforación del paladar dijo Lacan

 

 

con la simple palabra
guayaba
no suceden versos

con la simple
palabra
apenas
gusanos

y algún llanto de semilla
con sentido de coágulo

 

 

ALFREDO HERRERA FLORES

 

 

ALFREDO HERRERA FLORES

 

 

Laberinto / Naturaleza

 


Ciertamente, miramos el laberinto desde adentro.
Fragmentos de naturaleza que confundimos con infierno,
la nuestra es la naturaleza que ha quedado entre dientes,
en el sombrero, en el oscuro cuerpo, en las puertas:
la infancia transcurrida sin remedio.
Convertir la respiración en penumbra me salvaría.
Yo sé que la calle no tiene fin, sonrisa o fe.
Mi habitación en esta ciudad es blanca por dentro,
desde una ventana se puede ver parte del laberinto:
una pared descascarada, un forado, un retazo de cielo.

 

 
Gritar no resuelve nada, la belleza está instalada en la ventana,
a merced de la espuma, junto a objetos mágicos
recogidos en ferias artesanales; nadie la ve, sin embargo.
No hay salida. La catástrofe se ha instalado
en todas las esquinas por donde se señala la salida,
pero no hay puertas, ventanas ni espejos;
una enredadera crece infinita floreciendo cada diez años,
aferrada a los muros infructuosos del encierro.

 

 
Hablar, entonces, de lo que no se puede tocar
para salir de estas calles sin salida, escuchar al mendigo, al orate,
al vagabundo, a mis amigos embelesados con mi ventana descascarada.

 

EDUARDO MOGA

 

 

EDUARDO MOGA

 

 

Poema I

 

 

A Juan Luis Calbarro.

 

Regresas como un pájaro de sueño,
como un fruto caído del tiempo. Hablas
desde el fin de las cosas, despoblada
de labios, grávida de labios, sexo

en el caz del teléfono, deshielo
de besos que habitaron mi garganta.
¿Por qué no permaneces en el ámbar
del silencio? ¿Por qué no sigues siendo

fuego ausente, clamor de nada, oro
muerto, oquedad donde brotó mi nombre?
De alas y oscuridad es tu retorno,

de sombras que respiran. Y yo, insomne
aún de ti, abrasado, oigo tus ojos,
tus cenizas pidiendo que te toque.

 

BALBINA PRIOR

 

BALBINA PRIOR

 

 

Una oficina propia

 

 

Nuestra tarea no es ya recolectar madura fruta
con trampa mortal que se muerda.
Ahora que en la casa dejamos atrás las naves hundidas,
sin olvidar la flor en el cabello
que nos perfuma desde generaciones,
no seremos más
púgiles en un ring sexual de barro,
superdotadas para el teatro del amor,
aficionadas al abalorio antes de iniciar la pubertad,
al ritual de cuerpos engastados en aceites nocivos
para que resbalen todas las enemigas.

No soy cobarde si eso me llaman,
desafío las etiquetas pasajeras de verde disputa
y negro fango, y no gritéis al viento parciales victorias,
si quisiera también hubiera ascendido
por el puente de plata que al deseado trofeo conduce.
Pero si frotamos bien el siglo Veintiuno,
nos permite formular un único sueño:

Él ya no será más mi oficina.
No será su cuenta bancaria,
ni una VISA ORO, corazón de plástico en su cartera,
el ansiado puesto de trabajo.
Él nunca más será nuestra oficina,
el sólo tragaluz para un sótano sombrío,
la única hiedra por la que escalar
el muro a un despacho propio.
Si aún queréis zurcir, cosed líquido valor a vuestras hijas,
en un top Delacroix de pecho desnudo y caminad, caminad.