viernes, 3 de mayo de 2013

JORGE BUCKINGHAM





Forma sin fondo



Forma sin fondo:
Perdida en el espacio,
Olvidada en el tiempo;
Insignificante
Y miserablemente sola;
Espero y tiemblo las horas
Una por una van pasando
Y desaparecerán…

Te observo rezando el rosario,
Contando los minutos,
Esperando ser sentenciada
Por el juez y el verdugo:
El orgullo y el rechazo;
No pudiste comprar tu condena,
Guardar el secreto y callar
Ocultando tus verdades.

Forma sin fondo:
Figura sin esquema
Flotando en el viento,
Desafiando mi gravedad;
Susceptible
Y sencillamente frágil.
Forma sin fondo:
Recuerdos de lo que alguna vez fuimos.


De “Reflejos del olvido”


ALBERTO ROJAS JIMÉNEZ





Otoño


Ven, Otoño.
Entra en mi cuarto.
Como a un antiguo amigo
te estrecharé en mi abrazo.
Todo lo mío será tuyo:
Las rosas, los libros, el piano.
Hasta mi querida, Otoño,
sobre la rosa de su carne
pondrá tu oro pálido.
Y así será tuya.
Tuya y mía, y compartiremos
sus caricias y sus besos cálidos.
Entra, Otoño.
No apoyes tu gavilla de oro
en los cristales.
Entra y espárcela por todo
hasta cubrir mi alma.

ALDO PELLEGRINI




  
En voz baja



En voz muy baja
para poder atravesar la fragilidad de tu sueño
te haré la revelación de las formas
te contaré la belleza
de lo que nunca se vive
las maravillas que nacen imprevistas de la intensidad
del ardor
te enseñaré a caminar con firmeza en la oscuridad
a iluminar la noche con los deseos
a investigar el secreto inmortal
las aventuras galantes alineadas por orden
cronológico
de la vigilia
las borrará el sueño que busca la mujer que todos
rechazan
la mujer que enciende su espíritu caída en las
maravillas del amor
Yo
despierto
predico la absurda técnica de la irresolución
inmóvil
en voz muy baja
te revelo
que el mundo es una graciosa mentira inventada por el
buen humor de los mártires.

HÉCTOR ROSALES





Souvenir



Al costado de la estación,
alborotados, los grillos expresan
cánticos ancestrales, legados
de la hierba.

Los viajeros llegarán y se irán
explorando madrugadas polvorientas,
donde una compañía les seguirá
sin que la vean.

(El sonido verde de la espera).

SERGIO GARCÍA ZAMORA






Oración a José Martí bajo el cielo de Cuba



Que yo pueda rogarte si viviendo me aflijo,
si  miro con el ojo tan negro del canario,
pues mi día mambí ya transcurre en tu diario
y mi hora en el reloj que dejas para el hijo.

Que yo pueda alabarte sin que nadie me lleve
ni me traiga al final en trono o parihuela,
cuando asomen los odios la visceral espuela
y  desangren tu sol como a buey en la nieve.

Que yo pueda invocarte sobre la patria herida
y venga tu decoro, tu arte de ser cubano,
a embridar el horror, la sombra, la estampida;
a fijar los destinos de nuevo con tu mano.

Que yo pueda nombrarte como nombro la vida
y que no tenga paz si te nombrase en vano.


FRANCISCO HERNÁNDEZ





27


Han dejado las ausencias de acosarme y decido llevar a cabo una excursión por la Isla. Debo dejar atrás mis anclas, el recelo ante el personaje recientemente descubierto y subir a la montaña.
El sol de mayo reparte sus calores sin importar los grados y la longitud de los plumajes impide mi hundimiento en la grava térmica.
Los árboles frutales y la diversidad de flores no le dan a mi vista punto de reposo.
A orillas del pantano bostezan grandes saurios y en los palos mayores alcanzan a divisarse nidos con cabezas humanas. Mis cejas no pueden desviar las gotas de sudor. El lodo me llega a la mitad de los muslos.
Por fin, escoltado por batracios voladores, llego a la parte más alta del monte, donde una roca triangular y un manantial me obligan a arrodillarme y a hacerme una herida en el vientre con una daga de madera.
Así dormí hasta el atardecer. Me disponía a iniciar el descenso, cuando encontré esta oración, escrita con letra idéntica a la mía, en la cara oculta de la roca: “Si te pido que dejes tu sonrisa en una pirámide y tu sonrisa desaparece, ¿Qué harás cuando te ruegue que dejes tus labios junto a una cresta oval? ¿Qué harás, me digo, cuando te pida que abandones tu pequeño bajel, que algunos llaman cuerpo, en el remolino de las sabanas? ¿Qué harás, insisto, cuando te obligue a no beber de los líquidos dejados por El Sediento en la miel de las cañas?
Siento que vienes hacia mí, pero de espaldas, y que te alejas aunque aquí entre mis piernas tengo las tuyas.
Ensartada en mi lengua vive tu oreja derecha. Infiltrada en mis intestinos vive tu mano izquierda.
Tu piel es un sabor, no solo una extensión de la hermosura, tu corazón es un manantial en lo alto de una montaña y mi voz es un puñado cerrado que golpea las puertas de tu pecho”.

De “Una isla de breves ausencias”