martes, 3 de noviembre de 2015


EUNICE ODIO




Poema sexto    (Creación)

Proposiciones de Prometeo
      
          Y la tierra estaba desordenada y vacía,
                y las tinieblas estaban sobre la haz
         del abismo, y el espíritu de Dios empollaba
                                sobre la haz de las aguas.
                                                   Génesis, 1-2



I

Altas proposiciones de lo estéril
por cuyo rastro voy sangrando a media altura
y buscándome,
palpándome,
por detrás de la rosa edificada,
sobre lo que no tiene orilla ni regreso
y es, como lo descubierto recobrado
que acaba el que siga y me revele.

Me apoyo en ti,
clima desenterrado de lo estéril
para fundar el aire de la gracia y el asombro;
y el metaloide aciago y desmentido,
primero en rama llega,
y luego en flor el metaloide oscuro,
y en fruto de sabor martirizado,
baja junto a la lengua enajenada,
pasa de mano en mano hasta la altura.

Porque no es lo posible lo seguro
sino lo que inseguro se doblega,
lo que hay que abrir y sojuzgar por dentro,
y es como polvo en cantidad de sombra.

Porque el fruto no es puerto
sin rumbo entre las aguas,
sino estación secreta de la carne;
íntima paz de cotidiana guerra
donde reposa el vientre silvestre y revestido
de accidentes geológicos y espesos.

Y la alegría purísima,
la honda grace presente y madurada,
que rebota hasta el fondo de la sangre,
que hace correr y madrugar en pájaros,
y equivocarse de pecho y ponerse,
como ciertas flores
un corazón de pana en la mañana.

La alegría de caer en inocencia de sí mismo
y disfrutarse junto a otras criaturas
en el descubrimiento de su nombre,
madrugando de pecho para arriba
donde los alimentos perseveran
hallados para el cielo.


II

Y será como el árbol plantado
junto a arroyos de aguas,
que da su fruto en su tiempo,
y su hoja no cae; y todo lo que
hace, prosperará.
                             Salmo 1-3

Al borde estoy de herirme y escucharme
ahora que le propongo al polvo una ecuación
para el deslizamiento de la garganta,

Ahora que inauguro mi regreso
junto a mi pequeñez iluminada,

Ahora que me busco revelada
y transida en otros nombres,

Cuando por mí descienden y se agrupan
anchas temperaturas matinales,

Y han gran fiesta cerval en los caminos.


III

Pasa mi corazón
con su pastosa identidad doliente.

Mi aliento transitivo que enarbolo
y el niño cuyos pasos me prolongan.

Pero la sangre está ya en marcha,
repercute,
hacia un país recóndito y anclado,
entre pasados hierros con nombre de muchacho,
y extensos materiales fuera del pulso mío.

La sangre está ya en marcha
hacia una parte mía donde llego de pronto,
y me conoce el pecho en que tropiezo,
y mis extensas, pálidas, boreales coronarias.

El cuerpo es ya contagio de azucena,
estación de la rama y su eficacia;
palacio solitario en cuya orilla
crece el suelo y afluye entre rebaños
y entre sueños secretos y pacíficos.


IV

Puede pasar mi pecho errante,
mi instantáneo cabello
y mi atroz rapidez que no me alcanza,

Pero se ha vuelto inaugural
mi peso de habitante recobrado.
Y aires de nacimiento me convocan,

¡Ah, feliz muchedumbre de huesos en reposo!

Refluyen a mi forma y se congregan
los elementos suaves y terrestres
y la pulpa negada y transcurrida.

Los pájaros me cambian
a traslados mayores del sonido,

Y la tierra a empujones de llanura.

Al borde estoy de herirme y escucharme
ahora que me lleno de retoños y párpados tranquilos,

Cuando tengo costumbre de nacer
donde bajan los huesos temporales,

Cuando me llamo para mí, callada,
y alguien que no soy yo ya recuerda,

Sollozante y sangrando a media altura,
sobre lo detenido
descubierto
y recobrado.



ALBERTO GIRRI




El compañero de los pájaros



Como el amor
                             que se posa
cada día sobre la ramita
                       que puede morir

Así brota tu amor
lozano
           vigoroso de sol
compañero de los pájaros...


De "W.C.W.: Doce versiones"




HUGO GUTIÉRREZ VEGA




Un cuerpo como una isla
  
Verte desnuda es recordad la tierra.
Federico García Lorca



Por las arduas colinas de tu cuerpo
van mis ojos desnudos contemplando
los tersos panoramas, precipicios
y el bosque primordial que mi deseo
exalta en la constante ceremonia
de mirarte, llamarte desde el fondo del ser,
de contemplarte como se ven los campos en otoño
o las vertiginosas catedrales erguidas en la niebla
y entrevistas en la región sin nombre de la aurora.
Eres como una isla, te rodeo
y me ajusto a tus formas.
Me impide hacerles modificaciones
El antiguo temor de hacerte daño.
Por eso me mantengo en tus orillas
y tierra adentro sólo van mis ojos.


FINA GARCÍA MARRUZ



  
Una cara, un rumor, un fiel instante...



Una cara, un rumor, un fiel instante
ensordecen de pronto lo que miro
y por primera vez entonces vivo
el tiempo que ha quedado ya distante.

Es como un lento y perezoso amante
que siempre llega tarde el tiempo mío,
y por lluvia o dorado y suave hastío
suma nocturnos lilas deslumbrantes.

Y me devuelve una mansión callada,
parejas de suavísimos danzantes,
los dedos artesanos del abismo.

Y me contemplo ciega y extasiada
a la mágica luz interrogante
de un sonido que es otro y que es el mismo.



CARMELINA SOTO



  
Canción del amor fugaz

                                                    Envío:
           A ti de alma profunda como un bosque de pinos.



Cómo adoré tu gesto ilusionario,
tu gesto sin igual,
tu gesto de ceniza y de metal
cómo adoré...

Tú y yo en la vida, en la muerte,
en la tormenta,
entre la tempestad.
Yo sedienta
y hambrienta
y arrecida.

(S.O.S. de soledad a soledad)
Cómo no haber amado tu gesto iIusionario,
si hacía tempestad
y la noche en tu gesto estaba confundida
ilusoria y tenaz como la vida?

Este recuerdo... Aurora boreal
este recuerdo...
hoja que al polvo vuelve
y del polvo retorna irreductible...
abisal...
Así el amor que fue.
Tu gesto de metal
cómo adoré!
( S.O.S. de tempestad a tempestad )

Mentira!
Como la hoja que en el viento gira
y torna
y vaga
y treme
y vencida y fugaz
victoriosa y vencida
el viento vengativo
en su brazo robusto la levanta,
así el amor que fue...
ilusorio
vario
vano
banal
imaginario
como en espejo ustorio repetido,
así el amor que fue...

(tu gesto de metal
cómo adoré)

Tu gesto distraído,
tu dinástico gesto
y el olvido
que en tu gesto venía confundido.

Tu gesto era tu voz que transcurría
fl como un agua cantando hacia el olvido.
(y yo adoré tu gesto distraído)

Y era la eternidad!
La del momento...
eterno en su ansiedad
y su osadía.

-Oyes el S.O.S. hambriento
que da mi soledad
en la iracunda noche
de tu noche y la mía?

(Alegría... Alegría!
Ya todo lo perdimos.
Podemos ir sin miedo entre la tempestad)



CARLOS EDMUNDO DE ORY




Liras



Lo delicado bala
continuamente dulce sin sentido
con la expresión de ala
por los aires metido
bala lo delicado del olvido

Ya se hace nube o ave
ya lía en el vacío su lamento
describiendo una suave
línea de movimiento
la oveja vieja maniata al viento

Un órgano celeste
en el silencio reina sin medida
un cielo chico es este
pabellón sin salida
donde laten las sombras de la vida

El inefable asilo
de la nada reprime la hermosura
que depende de un hilo
de la inmortal costura
para un vestido que tan poco dura

La fuelle luz opresa
de los dos ojos diurnos juega sola
los ojos en la mesa
blanquísima de la ola
del día que en sus párpados inmola

Crece una llama lenta
un prodigioso nombre débil cunde
y el eco se frecuenta
horrísono y se funde
en la llama que crece y que se hunde

Oh la ilusión el halo
divino de las cosas el humoso
cansancio el triste y malo
sueño furtivo el poso
lento que deja el peso del reposo


Madrid, 1945