miércoles, 24 de enero de 2018


ALEJANDRO REJÓN HUCHIN




Sin título III



Los párpados beben la grieta de las aves.



JORGE LARA



  
Ajuste calendárico



Con ulular de búhos astrolabio merodeante
Brújula trémula avanzo entre aullidos y claqueos
Sextantes reconstruyo bajo el ojo lunar de la lechuza
El penumbrado idioma de los Chilames vivo




ALFREDO CHACON




7



Aquí
Adentro   Ahí donde no se sabe
dónde es
dónde se encuentra dónde queda
cómo se llegó
Ahí es lo que llena Aquí es lo que se llena
Llenura de vapor de agua
oscuro al rozarla con sus límites
de rebote
hacia adentro
Extasiada
en los recodos que no ha tocado
agobiada
por su propio peso vacilante
henchida
de sí misma
desbordada
de impulsos de materia disuelta
de presencia hueca y hacinada adentro.



MANUEL IRIS




No eres la luz sino la transparencia.
Tu desnudez es la otra cara del cristal
de la quietud.
Pero te mueves, andas
mi silencios
nuevos, tu camino
de plateado pez,
de claridad espesa,
de brillante soledad
sin horas.
                        Permaneces.



DOUGLAS TÉLLEZ




Algunas veces me he visto



Algunas veces me he visto muerto
(no hablo de la muerte a la que todos
temen y conocen ).
Hablo de diversas muertes de conciencias:
me he visto muerto de miedo,
me he visto muerto de risa,
me he visto muerto de verguenza,
me he visto bien muerto pero vivo.
Todas esas muertes cuentan,
a la muerte que mas temo y evado
es a la muerte por aburrimiento
sin poemas, sin paisajes, sin mujeres,
sin libros, sin cervezas, sin amigos o
un buen cuadro.
los domingos son los días más próximos
a la muerte.


EDGAR VALENCIA




Expulsados del templo 

–Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos.
Mateo, 19: 14



No quería ir esa tarde –pereza–
recordé después del grito;
no supe a que jugaba
o que comía –gula–
quiero pensar que el aire se detuvo
y el cura me mostró cierta mirada –ira–,
vio a mi madre –lujuria–
cuando mi mano
retuvo la moneda –avaricia–
en el sonante ritual de las ofrendas.
Un dedo encendido
nos corrió del templo –soberbia–,
solo sé que la gente nos miraba –envidia–
seguro alguien más quería
disfrutas a solas
aquel domingo.