"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 7 de enero de 2016
DARIL FORTIS
Historia
Al
pronunciarte te toco.
Toco
tu cuerpo, tu nombre, tu imagen,
toco
tu inexistencia en la mente de millones.
Cuán
poderosa es la voz,
cuánto
poder puede encapsularse en las palabras,
cuántas
mentes citadas.
Porque
cuando digo
hombre
se
desprenden de los cuerpos
millones
de representaciones simbólicas,
millones
de hombres dismorfes
que
se aglutinan en mis labios,
en mi
lengua que se contrae y relaja.
Y
cuando digo corazón
secuestro
a los corazones del mundo
entre
mis manos imaginarias
los
aprieto, los junto y
creo
un corazón con miles de latidos,
un
corazón arrítmico
condenado
a una vida de muertes espontáneas
y
resucitaciones súbitas.
Y
cuando nuestras palabras sean erráticas o inconclusas
excitaremos
símbolos quiméricos,
de
ojos inacabados, de pies mutilados por nuestra lengua
destrozados
por nuestras dentelladas silentes.
ARMANDO ROMERO
El
árbol digital
Era
un hombre al que le habían enterrado su mano
derecha
Pasaba
sus días metido en una pieza vacía
Donde
se sentaba
Los
pies contra el ángulo superior de la ventana
Y su
mano izquierda sosteniendo un ojo de buey
Por
el cual los rinocerontes
Ensartaban
su cuerno
Y
hacían brillar su corteza metálica
Le
había dado por ser poeta
Y se
pasaba todo el tiempo hablando de la guerra
De
tal manera
Que
había descuidado su mano derecha
Esta
creció lenta y furiosamente
Y sin
que él se diera cuenta
Atravesó
el mundo de lado a lado
Cuando
los niños de la parte norte de Sumatra
Vieron
aparecer un árbol sin hojas y sin frutos
Corrieron
espantados a llamar a sus padres
Estos
vinieron con sus gruesas espadas
Y
cortaron el árbol de raíz
Un
líquido blanco lechoso salió de la corteza
tronchada
Desde
ese entonces
El
hombre como un poeta
Siente
un dolor terrible
Agudo
En un
sitio del cuerpo que no puede determinar
GLORIA SANDIRA CASTRO SALAZAR
Holocausto
Solo los rudos sobrevivirán a este holocausto,
solo las mujeres de escotes infinititos y nalgas de oro puro,
solo los hombres de vergas gruesas y brazos bruñidos,
y una que otra niña inocente con las pantaletas húmedas.
Ahora muérdeme los pezones,
apresúrate,
que no quedan muchas paradas de emergencia con baños meados,
o cagados,
o fornicados,
sabes que eso me excita;
anda,
pellizca de una vez mi clítoris e introdúceme algo,
lo que sea,
no importa si es carne o madera,
o piedra,
o cualquier otra puta cosa,
solo quiero sentir algo dentro,
rápido,
veloz,
fuerte,
grueso;
anda,
aprovéchate de mí humedad escasa,
que no tengo nalgas de oro,
ni una verga prominente,
apresúrate,
que solo los rudos sobrevivirán a este holocausto,
y yo últimamente le pongo demasiada atención a las estrellas.
LETICIA CARRERA L.
Espejos
Fundidos
en el silencio
esperamos
el alba.
Y esa
voz dijo tu nombre,
esos
ojos abrieron el pecho,
armonía
milenaria en dos cuerpos.
Y sin
decir palabra
nos
esperamos
indecisos,
nos
miramos…
El
espejo reclama respuesta.
Tu
sonríes y bajo tus brazos
mi
cuerpo duerme.
Somos
cielo y tierra
en
completa comunión.
MARIO RIVERO
Lágrimas
“En el juicio final
sólo se
pesarán las
lágrimas”
Cioran
Conozco
las lágrimas.
Sé de
las lágrimas.
Un
negro rocío cuyo sabor perdido
de
nuevo encuentro.
He
llorado de noche, a la orilla del mar,
oprimido
por el dardo de la belleza…
Sollozado
lágrimas por alguna espantosa verdad,
secretamente.
Serio como la muerte.
Donde
no hay nada para engañar.
O
desde lo alto de los tejados, donde
todos
pudieran verme.
He
llorado bajito, bajo, así de afligido
—medio-triste
medio-enfermo—
por
los nobles árboles desarraigados
viejos
y negros…
Porque
la mañana y la noche vienen otra vez
¡y
siempre otra vez!
y una
vez más, en inextinguible y eterno infierno.
¡He
vivido cargado de lágrimas!
Han
brotado mis lágrimas
en
algún estupor de vino y silencio…
He
llorado cubierto por mi sudor de sangre
en mi
Huerto-de-los-Olivos. Herida el alma
en la
despedida más breve.
Compartido
anónimos ruidos de lágrimas
en
que prevalece, la secreta tristeza del mundo.
Y
sorbido la lágrima desde un párpado…
Una gota
sola que cae, con impulso tierno
como
el de la rota cuerda de un arpa.
¡He
llorado! ¡Llorado de amor y añoranza!
De
vergüenza y orgullo. ¡De puro anhelo!
Lágrimas
de vida y de muerte,
me
han hecho verter una serie de pequeños hechos.
YOLANDA CASTAÑO
Mi Belleza
Mi
belleza señala con el dedo,
espeja
mis cristales,
ofende.
Mi
belleza que intimida,
que
enerva sin hablar,
que
acobarda.
Mi
belleza que pronostica,
que
me eclipsa,
que
me traiciona.
La que
me vende barata,
la
que amortiza mis fallos,
que
se me adelanta.
La
que levanta suspicacias,
la
que disuade de mí,
que
desvirtúa.
Mi
belleza que me somete,
me
hace criada de sí,
la
que me ata.
Mi
belleza desvergonzada,
que
te enfrenta contra ti,
que
me negocia.
Mi
belleza que me deturpa,
que
opaca mis cristales,
la
que me niega.
Mi
belleza que manipulo,
que
no otorga perdón,
la
que me esconde.
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