viernes, 25 de febrero de 2022


 

MARÍA CRISTINA RAMOS

 

 

Todos los días

 

 

Péiname
cuando me peines
con peinecitos de escarcha,
porque los peines de luna
me despeinan las pestañas.

Lávame
cuando me laves
con jaboncitos de trébol,
pues los jabones sin suerte
se escurren entre los dedos.

Sécame
cuando me seques
con un toallón sin puntillas
pues los hilitos finitos
se pegan en mis cosquillas.

Préstame
todos los días
un sombrero para el sol,
un sol para mi sombrero
y una sombrita de amor.

 

 

BAUDILIO MONTOYA

 

  

Memoria

 

 

Era tan leve, tan sutil, tan mía,
tan ingenua, tan diáfana y tan suave,
como el trino cordial que dice el ave
cuando comienza a parpadear el día.

Era toda blancor de Eucaristía,
emoción de llegada de la nave,
y había en su ser, porque el amor lo sabe,
como una placidez de lejanía.

Una voz queda en mí que la reclama,
una voz dolorosa que la llama
y que en mis horas sin cesar la nombra,

y que la busca tras su amargo ruego
inútilmente, como busca un ciego
su luz perdida en medio de la sombra.

 

FAUSTO VONBONEK

 

 

 

Erótika

 

 

¿Para que matizar el deseo de la zarpa?
Quiero matar, revivir, penetrarte
hiere la luz la elegía de tus senos
necesito entender que en tu boca soy ruinas
el semen no cesa en su afán de agonía
si me atormenta el tatuaje en tu sangre
puedo besarlo por siglos y luego por siglos
morar en tus huesos.
Esta es la orgía de los tigres
zarpa, acechanza, mordida, erección desenfrenada
el abismo es un clítoris negro sediento de luna.
¿Quién es el dios de la cruz en tu nuca?
Dios nos proteja del diablo después de adorarnos.

 

 

JOSÉ UMAÑA BERNAL

 

  

Azucena

 

 

Copa de celeste yelo,
sarcófago de rocío,
celdilla de azul y frío,
para la abeja del cielo,
agua de luna en desvelo,
laberinto de cristales,
vara de nieves cristales,
ave sin trino dormida,
campanilla suspendida,
en claustro de madrigales.

 

 

ENNIO MOLTEDO

 

  

Mudos

 

 

Y sabiéndolo todo, y estando de acuerdo en tantos
signos y colores, aún dudamos; nunca sabremos descifrar
estas mudas palabras:
Allá, en tu esfera, entre nubes, esperando, y yo
tendido, enredados mis dedos sobre esta máquina
brillante, y en medio del aire, el viento grueso que en
cualquier momento pasa invisible llevándose las hojas
y los pájaros.

 

ELISE COWEN

 

 

 

Quién me dará…

 

 

¿Quién me dará la
nalgada cuando
vuelva a nacer?

¿Quién cerrará mis
ojos cuando
a la hora de mi muerte
me vea?