"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 18 de mayo de 2020
WALLACE STEVENS
Té en el palacio de Hoon
No
menos porque en púrpura descendiera
El
día poniente a través de lo que llamaste
El
aire más solitario, no por eso era menos yo.
¿Cuál
fue el ungüento que salpicó mi barba?
¿Cuáles
fueron los himnos que zumbaban junto a mi oído?
¿Cuál
fue el mar cuya marea me anegó ahí?
Desde
mi pensamiento llovía el dorado ungüento,
Y
mis oídos producían los himnos jadeantes que escuchaban.
Yo
mismo era la brújula de ese mar:
Yo
fui el mundo en el que caminé, y lo que vi
O
escuché o sentí sólo de mí salió;
Y
me encontré ahí más auténtico y más extraño.
GERARD MANLEY HOPKINS
“As kingfishers catch fire, Dragonflies
draw flame”
Como
se incendia el alción, la libélula se inflama;
Como
tumbadas del pretil de rotundos pozos
Suenan
las piedras; igual que cada cuerda tañida dice, cada
campana al mecerse
En
su arco halla lengua para lejos proclamar su nombre;
Cada
cosa mortal hace una cosa y una sola:
Dispensa
el ser que dentro de cada cual habita;
Se
afirma — va hacia sí; dice y descifra yo mismo
Gritando
Lo que hago soy: para eso vine.
Digo
más: el justo vive justicia;
Cumple
con la gracia: así todos sus andares son gracias
cumplidas;
Actúa
a los ojos de Dios aquello que a los ojos de Dios es —
Cristo
— pues Cristo juega en diez mil lugares,
Bello
de miembros, y bello a los ojos ajenos
Del
Padre a través de las facciones de los hombres.
1882
JULIO TRUJILLO
IX
(El
pulpo en lo profundo
no
sabe que allá arriba
un
símbolo se hace en la insistencia;
el
pulpo,
que
está distribuyendo languidez
y
perservera.)
De: “Proa”
SHINKICHI TAKAHASHI
Enseñanzas de buda
Las enseñanzas de Buda
no son para que vivamos
sino para señalarnos qué es vivir.
Una vez pronunciadas, ya son inútiles
También vivir es inútil,
mas vivimos por los demás
para señalarles qué es vivir.
GEORG TRAKL
El niño Elis
Elis,
cuando el mirlo llama en el oscuro bosque,
He
aquí tu decadencia.
Tus
labios beben en la frescura del rocoso manantial azul.
Cuando
tu frente a sangrar comience,
Deja
las antiguas leyendas
Y
las oscuras interpretaciones del vuelo del ave.
Te
diriges con blancos pasos rumbo a la noche,
Que
cuelga llena de púrpuras racimos,
Y
mueves los brazos más bellamente en el azul.
Un
zarzal suena
En
tus ojos de luna.
Oh,
hace cuánto moriste, Elis.
Tu
cuerpo es un jacinto
Donde
un monje posa sus dedos de cera.
Una
negra cueva es nuestro silencio
De
donde surge, a veces, un tierno animal
Y
deja caer lentamente sus pesados párpados.
De
tus sienes cae un rocío oscuro,
El
último oro de estrellas en ruinas.
ANGELO POLIZIANO
Estancias
para un torneo
En indecisos años tempraneros,
vellidorando el rostro adolescente,
sin probar del amor, dulces y fieros
los afanes que prueba quien lo siente
Julio vivió sus días placenteros.
Siempre, más leve que la hoja al viento,
alterna, sin cesar, gozo y tormento;
sigue al que huye, burla al que lo ronda,
y viene y va como en el mar la onda.
Cándida Ella y de candor vestida,
con su traje de flores y de hierba;
la crencha de oro en rizos esparcida,
su frente enmarca de humildad superba.
Ríen en su redor Natura y Vida
porque todo lo endulza y desacerba,
y en su porte de regias suavidades
la mirada deshace tempestades.
El ámbito en contorno se hace ameno
al giro de sus luces amorosas;
de júbilo celeste el rostro pleno
destella con el tinte de las rosas.
El aura cede a su rumor divino
y el ave copia de su voz el trino.
No: yo no soy la que tu mente ofusca,
digna de alta, de celeste palma;
allá del Arno en la ribera etrusca
juré fidelidad en cuerpo y alma.
Si tranquila sonríe, la mirada
viste de placidez el firmamento;
el ave, el bosque, a la presencia amada
susurran con el más dulce lamento.
Es, por el prado yendo sosegada,
ritmo grácil de amor el paso lento;
y la verdura, tras la blanda huella
con matices innúmeros destella.
Cortejo fiel tus hijos acompaña,
¡oh Madre del Amor, Venus, divina!
Céfiro, de rocío el prado baña
y en él sus mil aromas disemina.
A su paso, en la vega y la montaña,
Flora sonríe blanca y purpurina;
polícroma la grama reverdece
y en su propia hermosura resplandece.
Entre tus armas encontré reclusa
la imagen que me enciende y arrebata;
si la hórrida faz de la Medusa
he visto cómo al blando Amor maltrata;
si de pavor mi ánima confusa
en tu seguro asilo se recata;
si amor contigo a excelsitud me llama,
guíame, Diosa, al puerto de la fama.
En indecisos años tempraneros,
vellidorando el rostro adolescente,
sin probar del amor, dulces y fieros
los afanes que prueba quien lo siente
Julio vivió sus días placenteros.
Siempre, más leve que la hoja al viento,
alterna, sin cesar, gozo y tormento;
sigue al que huye, burla al que lo ronda,
y viene y va como en el mar la onda.
Cándida Ella y de candor vestida,
con su traje de flores y de hierba;
la crencha de oro en rizos esparcida,
su frente enmarca de humildad superba.
Ríen en su redor Natura y Vida
porque todo lo endulza y desacerba,
y en su porte de regias suavidades
la mirada deshace tempestades.
El ámbito en contorno se hace ameno
al giro de sus luces amorosas;
de júbilo celeste el rostro pleno
destella con el tinte de las rosas.
El aura cede a su rumor divino
y el ave copia de su voz el trino.
No: yo no soy la que tu mente ofusca,
digna de alta, de celeste palma;
allá del Arno en la ribera etrusca
juré fidelidad en cuerpo y alma.
Si tranquila sonríe, la mirada
viste de placidez el firmamento;
el ave, el bosque, a la presencia amada
susurran con el más dulce lamento.
Es, por el prado yendo sosegada,
ritmo grácil de amor el paso lento;
y la verdura, tras la blanda huella
con matices innúmeros destella.
Cortejo fiel tus hijos acompaña,
¡oh Madre del Amor, Venus, divina!
Céfiro, de rocío el prado baña
y en él sus mil aromas disemina.
A su paso, en la vega y la montaña,
Flora sonríe blanca y purpurina;
polícroma la grama reverdece
y en su propia hermosura resplandece.
Entre tus armas encontré reclusa
la imagen que me enciende y arrebata;
si la hórrida faz de la Medusa
he visto cómo al blando Amor maltrata;
si de pavor mi ánima confusa
en tu seguro asilo se recata;
si amor contigo a excelsitud me llama,
guíame, Diosa, al puerto de la fama.
Versión de Carlos López
Narváez
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