Té en el palacio de Hoon
No
menos porque en púrpura descendiera
El
día poniente a través de lo que llamaste
El
aire más solitario, no por eso era menos yo.
¿Cuál
fue el ungüento que salpicó mi barba?
¿Cuáles
fueron los himnos que zumbaban junto a mi oído?
¿Cuál
fue el mar cuya marea me anegó ahí?
Desde
mi pensamiento llovía el dorado ungüento,
Y
mis oídos producían los himnos jadeantes que escuchaban.
Yo
mismo era la brújula de ese mar:
Yo
fui el mundo en el que caminé, y lo que vi
O
escuché o sentí sólo de mí salió;
Y
me encontré ahí más auténtico y más extraño.
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