sábado, 25 de febrero de 2012


JESSICA FREUDENTHAL



Jasmine


Aladino me frota la panza,
cree que soy una lámpara maravillosa.
No es mentira que yo le haya hecho realidad muchos de sus deseos,
como el de hacerlo volar en una cama.

Aladino delira, hace mucho tiempo ya.
Olvida que soy una mujer y no una lámpara,
además yo ya he dejado de iluminarle los días.

El switch de encendido está roto como yo,
Y el genio no es más que un mal genio de rutina.

Aladino está a mi costado
y no deja de frotarme la panza.

Morimos de tristeza con un “había una vez”
atravesado en la cortina.

ALVARO SALVADOR




Canción del reincidente

uno
no se quita de amar
ni de fumar
uno descansa

son
como treguas que
uno mismo inicia
y donde uno
firma la paz
o acusa la derrota

y mira uno
salir a caminar
sin el cigarro
decir que no
que ahora va de veras

uno que quiere descansar
y uno se sienta
en ese mismo tranco
de una calle
cualquiera
y uno piensa

lo toma uno en serio
casi siempre
uno espera vencerse
y derrotarse
porque uno es capaz
el primer día
uno después
camina sin cigarro
y sin recuerdo uno
se recrea
y se hace fuerte uno
y se autoengaña

uno
marcha y trabaja
sin cigarro
y sin fijarse apenas
en lo otro
uno olvida que aquello
es una tregua

uno
de pronto se tropieza
y uno empieza
y si hace falta reza
y baja la cabeza
y la pereza
y es que ama uno
otra vez
agarra la colilla
y recomienza.


ANTONIO MACHADO



Campo


La tarde está muriendo
como un hogar humilde que se apaga.

Allá, sobre los montes,
quedan algunas brasas.

Y ese árbol roto en el camino blanco
hace llorar de lástima.

¡Dos ramas en el tronco herido, y una
hoja marchita y negra en cada rama!

¿Lloras?...Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.

AURORA LUQUE


Eau de parfum

De la infancia, el olor
del musgo en las acequias, del barro, de las moras
y la extrema violencia de aprenderse.

Del mar, la última nota
de la última ola desplegada
antes de regresar y convencernos
de que no habrá sirenas.

De la noche, las leves veladuras
de un perfume italiano
todavía de moda.

De tu cuerpo, el aroma
de libro de aventuras
vuelto a leer; pero también de adelfas
desoladas y ardiendo.

Huele a vida quemada.

VILMA TAPIA


1


He entrado a mi espejo
para tocarme.

Mirándome reflejada
me he palpado:

Varada en otras orillas
he descubierto la dulzura
de mi propio misterio.

En lo que pude asir
decayó mi miedo.

Ahora en mí cabe
mucho más viento.