martes, 28 de marzo de 2017


VÍCTOR SANDOVAL




El retorno



    Todo lo recorrí,
todo lo anduve.
Desde los ríos que acunaron héroes
y recibieron sus deshechos cuerpos,
hasta las tierras áridas
en donde el aire
extiende el cuello de cristal
en un largo desfile de caballos.

    Todo lo recorrí,
pero en los ojos
quedó la hora transparente y húmeda
en que dejé nuestra ciudad
a la que vuelvo
para gustar su sangre
de enternecidos frutos,
su madurada sombra
que se proyecta
en el seno del valle
y ver crecer la noche
en los brazos del viento.



LUCIAN BLAGA




Silencio



Tanto silencio me rodea que me parece oír
el choque de los rayos de la luna en la ventana.

Una voz ajena despierta dentro de mi alma
y una canción canta
un ansia que no es mía.

Se dice que los antepasados muertos antes del tiempo
con la sangre aún joven en las venas,
con grandes deseos en la sangre,
con mucho sol en los deseos,
vuelven,
vuelven para vivir todavía un poco más
dentro de nosotros
la vida que dejaron de vivir.

Tanta quietud me rodea que me parece oír
el choque de los rayos de la luna en la ventana.

Ay, quién sabrá, alma mía, dentro de qué pecho
cantarás tú más allá de los siglos,
en las dulces cuerdas del silencio
en arpas de tiniebla, tus ahogados anhelos
y tu vencida alegría de la vida.
¿Quién lo sabrá, quién?.



MIGUEL ÁNGEL FLORES




Nueva Ámsterdam
  


En las crónicas está escrito:
La Nueva Ámsterdam fue fruto
Del engaño y la rapiña.

Hoy: movimiento frenético,
Ventanas que arden entre el aluminio y la piedra
Lluvia y polvo que graban señales.

¿Es ésta la capital del siglo XX?

Cementerios del consumo y la cultura.
Calles trazadas a cordel
Y en el centro un parque
Con verde oleaje de tedio.

La gaviota no es escultura de sal
Sino manchado plumaje.
En el lecho marino yacen los sueños
Que la edad industrial ahoga,
Y en la bahía agonizan los peces.

Los muros se elevan con orgullo.
Algún día
Nevará sobre las ruinas.


LUIS ROSALES




Oda del ansia



No sólo yo. Silencio. Hay que afirmar el ansia.
Todo asombro profundo se convierte en milagro.
Tú solo, amor, tu sola evidencia desnuda
sobre el árbol sin agua que agoniza en el ojo.

Tú solo, amor, tú solo, primavera morena,
y los barcos que llevan tu ternura en el ancla.
La mano más pequeña desplegará la honda,
y aceptaré tu sueño sin preferencia alguna.

La fe es una visión temblorosa y alada.
Cuando crezca en el mar la emoción de la yerba
con un vasto temblor de prodigios tirantes,
tú solo, amor, tú solo y alerta, alerta, alerta.

Amor, amor de labios apretados, sin dientes,
todo arena de mar y disciplina oculta.
¿Tendrá sobre mi carne rubores de bautismo
tu ceniza colmada de sombra dolorida?

¿Será una adolescencia de mar? Tendrá una libre
movilidad sin norma de ciprés enclaustrado,
desplegada obediencia —simplísima— del hombro
taciturno de soles y sereno equilibrio.

¿Será un toro dormido sobre el pasto olvidado
tan henchido de sangre, soledad y ternura?
¿O un vuelo de palomas tiránico en la nieve,
evangelio de puentes y porvenir de arroyo?

La tierra, sí, la tierra; voy a hablar lentamente
de la rosa desnuda sin poder, del aroma
de tu fiebre sin nombre en infancias de almendro,
del silencio del remo acogido en el agua,

de enmohecidas veletas con dirección inmóvil,
y de angustias de largas y azules cabelleras.
No sólo yo. Silencio. Como un galgo tendida
mi oración se recorta definida en tu nombre.

Todo asombro profundo se convierte en milagro.
Tú solo, amor, tú solo, que te sueño desnudo
como un varal de nardos angustiados, tú solo
como un ciervo, en mi frente derramada en el agua.

Ambición de ser mar de las manos viriles.
La presencia es un ala del amor de las cosas,
ascensión hasta el vuelo que agoniza en el ojo
con la angustia imposible de la concha en la arena.

La mano más pequeña desplegará la honda.
¡Dame el cántico, amor, del puro vencimiento!
¡Mis manos son el mar y la brisa y la nube!
¡Tú solo, amor, tú solo, y alerta, alerta, alerta!


De: “Abril”


VICENTE HUIDOBRO




Recuperar el cielo



Recuperar el cielo
Recuperar la tierra
Envolver el mundo en ritmos de experiencia
Aprisionar el éter que se escapa
Aprisionar el aire
Con esta carne presurosa
En olas envolventes sobre el ensueño
Y la fuga de las estrellas en el momento en que iban a
contar su historia.


ALFONSO CORTES





Almas sucias



Abro para el silencio la inercia de la fluida
distancia, que no vemos, entre una y otra vida
y tras la cual las cosas que miramos, observan…

Yo elevaré las vastas esencias que conservan
su secreto de sueños dentro del pecho enorme,
que dentro de mí tienen una idea conforme,
y uniré los detalles de Forma, Luz y Acento
que unifica la pálida lejanía del viento;

porque bajo, entre y sobre los cielos, la distancia
de que os hablo, es la Idea que pone la fragancia
de unidas relaciones sutiles, como losas,
un silencio, ¡una inercia del alma de las cosas!