martes, 23 de abril de 2019


EPPE SALVIA





Verano



El aburrido alarde me despertó de la muerte
ese traversar pálido y cansado
los pechos de un prado rojo quemado
las firmes corolas marcan las zanjas
como quieras, un abrigo horrible,
el diseño astral sugerirá, aquí
o en el viento seco la curva cansada
de la luna a la vanidad s'affanna,
las corolas encienden un fuego,
en el sol y la luna frente a las estrellas
ventilador de espejo, ellos immill que altera
la historia de las dos luces las alas sin aliento
conciso de un sfex que ahora está empeorando,
va, en el tallo de una de esas plagas
flores de prado que parecen sitri
sopiti del instrumento griego del año.


LUCILA NOGUEIRA





XXXII



Es tanto el dolor que el silencio es crimen
La angustia es desde el hambre a la metafísica
América, América, América.

Grito tu nombre hasta romper los tímpanos

Somos blancos y negros, somos indios
En la sucesión de las vanas carnicerías
Atlántico, Atlántico, Atlántico.

Tú no separas mi poesía.


Poemas del Ainadamar


FLORBELA ESPANCA





¡¿Para que?!



Todo es vanidad en este mundo ...
Todo es tristeza, todo es polvo, no es nada!
Y el mal surge en nosotros el alba
viene pronto la noche a llenar el corazón!

Incluso el amor en mente, esta canción
Que nuestra risa pecho a reír,
flor nace y pronto sin hojas,
pétalos paso en el suelo! ...

¡Besos de amor! ¡¿Para que?! ... ¡Tristes vanidades!
Sueños que son sólo realidades,
lo que nos hacen el alma tan muerta!

¡Sólo en ellos cree quien está loca!
Los besos de amor que van de boca en boca,
Como pobres que van de puerta en puerta! ...


ILARIE VORONCA





Belleza de este mundo



Nada oscurecerá la belleza de este mundo.
Las lágrimas pueden anegar toda la visión. El sufrimiento
puede hincar sus garras en mi garganta. La pena,
la amargura, pueden levantar sus paredes de ceniza,
la cobardía, el odio, pueden extender su noche,
nada oscurecerá la belleza de este mundo.

Ninguna derrota me ha sido ahorrada. Conocí
el gusto amargo de la separación. Y el olvido del amigo
y las veladas al lado del moribundo. Y el regreso
vacío del cementerio. Y la mirada terrible de la esposa
abandonada. Y el alma tenebrosa del extraño,
pero nada oscurecerá la belleza de este mundo.

¡Ah! Querían ponerme a prueba, apartar
mi mirada de este mundo. Se preguntaban: “¿Resistirá?”
Todo lo que me era querido me fue arrebatado. Y oscuros
velos cubrían los jardines en mi proximidad
la mujer amada volvía a lo lejos su rostro ciego
pero nada oscurecerá la belleza de este mundo.

Yo sabía que lo humilde tenía contornos tiernos,
la carreta en el campo como un sol naciente,
dicha, río helado, que en primavera
se despierta y las voces cantan en el mármol
en lo alto de los promontorios ondea el estandarte del viento
nada oscurecerá la belleza de este mundo.

¡Vamos! Hay que resistir. Pues quieren engañarnos,
si caemos en la turbación estaremos perdidos.
Cada tristeza está ahí para ocultar un milagro.
Una cortina que corremos sobre el día fulgurante,
recuerda las dulces citas, los juramentos,
porque nada oscurecerá la belleza de este mundo.

Nada oscurecerá la belleza de este mundo,
hay que arrancarse la máscara del dolor,
y anunciar el tiempo del hombre, la bondad,
y las comarcas de la risa y la quietud.
Dichosos, marcharemos hacia la última prueba
con la frente en la claridad, libación de la esperanza,
nada oscurecerá la belleza de este mundo.


JOHN HAINES





La Coliflor



Quise ser una coliflor,
toda cerebro y oídos,
pensando en el origen de los jardines
y la divinidad de quien
cuidadosamente ata mis hojas.

Con mis ciegas raíces conmovidas
por las canciones de los gusanos,
y mi áspera garganta palpitando
con sonidos extraños, vegetales,
tal vez iba a sentir la caricia de despedida
del ala de una mariposa.

A diferencia de mis primas, las coles,
cuyas cabezas, firmemente apretadas,
no ven ni oyen nada de este mundo,
y sólo sueñan con la amarilla
y verde magnificencia
que se va endureciendo dentro de ellas.



EVA STRITTMATTER




Van Gogh, los otros y yo 



Sería mejor para el mundo
que yo no apareciera en mis Obras.
Alguien que sentía algo parecido cogió un cuchillo
y se cortó la oreja poseído por la tristeza.
A pesar de todo lo que con tanto esfuerzo había pintado,
era incapaz de encontrar la paz.
Lo torturaba algo como un crimen
que no conseguía callar,
porque hay algo en nosotros que quiere fundirse
con todo lo perceptible y lo imperceptible.
No podemos borrar nuestras huellas
y luchamos por un período de gracia
para demostrar nuestra inocencia.
Más, al mismo tiempo, nadie nos acusa.
No les importamos ni a los dioses ni a los ancianos.
Vivimos de la megalomanía
que mostramos ante el juicio del mundo,
ante el cual se justifica toda palabra.
Y se ve cada pincelada.
Y con alguno se demuestra: que no se ha equivocado.