miércoles, 16 de noviembre de 2022


 

HUANG LIHAI

 

 

Alimentar a los pájaros con el arcoíris de mi corazón

 

 

El agua conoce sus límites hacía lo alto y en la profundidad.
La memoria se cruza con la realidad, da un concierto formando un camino en el agua
Ni el teclado del piano puede imaginar la amplitud y el insomnio de este camino
No quiero halagar al Mediterráneo que parece un prado
El viento se extiende velozmente las olas emergen en la oscuridad
Habiendo caminado lo suficiente por la costa, los días se alinean en mi cuerpo como olas
Nadie puede evitar el rastro dejado por el tiempo ondulante
Mi bella muchacha, lejos de su propia tierra, nunca llegó a conocer esta antigua mar
Todavía es un viaje desconocido. Cuando pienso en nuestra última despedida en Shenzhen
la melancolía, como el mar, nunca se detiene.
El Mediterráneo que llevo solo es cada vez más vasto
no me he perdido, y sigo alimentando a los pájaros con el arcoíris de mi corazón

 

Versión de Sun Xintang

 

 

CÉSAR TRUJILLO

 

 

Xxxxxxx

 

 

Mi patria es su cuerpo lleno de ámpulas, la baba escurriéndole, sus ojos marchitos. Mi patria son los dedos que le quedan, su respiración hendida y la tos que lo sacude; es mi nombre en sus pesadillas, los roetgen que me regala; la niña en mi vientre que nunca verá a su padre vuelto una masa deforme y que, quizá, nacerá con la muerte en tiempos de verano.

 

De: “Al amor también lo devoró la luz”

 

ROBERTO LÓPEZ MORENO

 


 

Un soneto me mando a ser violento

como antítesis

 

 

Un soneto me mando a ser violento.

Violador de mi rima, de su forma,

me sujeto de Lope, de su norma,

sujeto bien sujeto contra el viento.

 

De un edificio que creció opulento

con catorce escaleras y una alfombra,

piso el séptimo piso que se asombra

de este polvo mortal que late dentro.

 

Pero sigo mi paso tierra arriba,

insolente camino el edificio.

Ya son once escaleras de diatriba.

 

Y en mis doce ascensiones de suplicio

un yet pasa estruendante y vil derriba

mis catorce escalones de artificio.

 

 

DOLORES CASTRO

 

 

Cerrazón

 

 

Grande, grande la cabeza.
Pesa más que el cuerpo la cabeza,
pesa más que los miembros, la cabeza.

Dentro de la cabeza el viento
golpeando su cola contra los muros sin puerta.

Fuera el mundo rodando, rodando,
sin otra tarea.

 

 

MATILDE ESPINOSA

 

 

Los hombres penumbrosos

A los indígenas de Tierradentro (Cauca)

 

Son distancia y sollozo,
vienen de ariscas sierras
y ríos tumultosos, jóvenes ríos
remeros de la estrella
o de algún brazo de mar.

Están allí
detrás de las palabras
desnudando sus ojos
para inquirir la luz
o enterrar los crepúsculos.

Están allí
masticando neblinas,
espantando silencios,
desangrándose el alma
entre el crujir de las raíces
en tierras de despojo.

Por los desfiladeros,
en la sequedad de las montañas,
callando la miseria
con temor a la muerte,
con temor al tormento

van tejiendo los siglos
van tejiendo la espera
entre las duras sombras.

Como la hormiga parda en la fila de trabajo
rasgan amaneceres y desgranan sudores
que la tierra devuelve en algún tallo verde
en una que otra espiga que a veces vuela lejos.

Es la comunidad de las ausencias
de techos ambulantes arrullados apenas
por palomas salvajes.
Y cuando el indio sueña y el corazón golpea
la nota de una flauta hace vibrar el monte.

No hay cuna para el indio.
De las hirsutas lomas baja el recién nacido
en el pañal más duro;
la madre es un olvido y esto es lo que conturba
como un camino oscuro.

Desmedrada corriente
de nuestras propias venas
por años trabajada
por años perseguida,
fatigada semilla en la parcela rota
mas también sobre el tiempo
esperanzado fuego, muralla levantada,
aliento sostenido, piedra fortalecida!


De: “El mundo es una calle larga”

 

MORAIMA GUANIPA

 

 

Para recordar a Cavafis



No apures el paso.
Detente, lento
en los rincones
perfila el claroscuro de las bodegas
añeja el vino de tu sangre,
deja que la vida te muestre lo imposible.
No apures el camino
quien parte ya regresa
me dijo una voz inmemorial,
viva voz tribal
pegada al vientre de mi madre,
cuando aún era su hambre
cuando aún era su miedo.

No apures la copa,
déjala libar sin prisa
y llegará hasta tí lo sereno.
Imágenes sin sentido
vendrán a buscarte,
no temas
detente,
retrasa la vigilia.
Verás como el shamán tenía razón:
el humo que te despide
será la señal de tu ascenso.

 

De: “Bogares”