sábado, 4 de julio de 2020


CECÍLIA MEIRELES





Humildad



¡Tanto que hacer!
Libros que no se leen, cartas que no se escriben,
Lenguas que no se aprenden,
El amor que no se da,
Todo lo que se olvida.

Amigos entre adiós,
Los niños llorando en la tempestad,
Ciudadanos firmando papeles, papeles, papeles…
Hasta el final del mundo firmando papeles.

Y los pájaros detrás de rejas de lluvia.
Y los muertos en redoma de alcanfor.

(¡Y una canción tan bella!)

¡Tanto que hacer!
Y solo lo hicimos.
Y nunca supimos quién éramos,
Ni para qué.



EMILY DICKINSON





Altivez



Sólo sabemos toda nuestra altura
si alguien le dice a nuestro ser: ¡Levanta!
Y entonces, fiel consigo, se agiganta
hasta llegar al cielo su estatura.

De la vida común sería ley
el heroísmo en el humano ruedo
si no nos doblegáramos al miedo
de vernos y sentirnos como un rey.


SOFÍA CASANOVA





Quiero, Galicia, en tu adorado seno



Quiero, Galicia, en tu adorado seno
mi tristeza cantar,
tú que vives cual yo desventurada,
tú me comprenderás.


WANG WEI





Al perfecto Chang



Mi otoño: entro en la calma,
Lejos el mundo y sus peleas.
No más afán que regresar,
Desaprender entre los árboles.
El viento del pinar abre mi capa,
Mi flauta saluda a la luna serrana.
Preguntas, ¿qué leyes rigen “éxito” y “fracaso”?
Cantos de pescadores flotan en la ensenada.


WALLADA BINT AL-MUSTAKFI





Si fueras justo con el amor que existe entre nosotros…



Si fueras justo con el amor que existe entre nosotros,
no habrías escogido ni amarías a mi esclava;
has dejado una rama donde florece la hermosura
y te has vuelto a la rama sin frutos.
Sabes que soy la luna llena,
pero, por mi desdicha,
de Júpiter estás enamorado.


JOSÉ BATRES MONTÚFAR





Yo pienso en ti



Yo pienso en ti, tú vives en mi mente
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro diferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.

En mi lóbrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de luz que el sol envía
a través de una bóveda sombría
al roto mármol de una sepultura.

Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de tu nombre suena.

Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme en ciego frenesí,
sin proferir un solo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento
y pienso en ti.