martes, 21 de mayo de 2013

VÍCTOR SANDOVAL





Cuarto de hotel 



Aquí quedan los restos de un naufragio.
Las sábanas como olas suspendidas.
El ropero es un alto promontorio,
los espejos varados en la bruma,
y el viento
con sus varas golpeando los cristales.

Ж

Tómame el corazón
que se rebela en mi costado;
bésame el lado izquierdo que me duele
y déjame que te cubra
con mi uniforme de soldado.

Antes que me calara la mochila
con su peso de niño,
como aquel vietnamés desesperado
con su crío a la espalda;
antes que por mi pecho
redoblara un tambor acuartelado,
yo tenía unos ojos
que en el frente he olvidado.

Deja que con mi mano
cubra tu sexo alborotado.

Si he mordido
la granada de mano
y en la noche que albea
coronada de aviones
he quemado la aldea,
bórrame con tus labios
este horror de astillas
que me rodea.

Voy a tenderme
sobre tu cuerpo
que sabe a tierra
y sentir que me llevas
como herido de guerra.

Ж

El pan de nuestra mesa,
la cuchara y el plato,
las migajas que manchan el mantel,
invierno de almidón para las moscas,
la lámpara y sus luces,
vuelo de avión entre los vasos,
el vino de la cena
que se atigra en el cuerpo.

Esta noche anda suelto
el caballo de vidrio del insomnio.

Mi familia descansa,
mis hijos se han dormido;
los hombres
cantan en la casa contigua
donde existe una fragua
y cintilan sus voces,
desde un árbol de estaño.

Muy lejos de nosotros
en Vietnam, cien mil flores de cristal
anuncian ya la primavera.

Ж

Viene hasta Vietnam la primavera.
Vanadio entre la niebla
para las flautas y las joyas;
vanadio
para labrar la tierra.

Una mujer
con ácido en los ojos
con astillas de sol en los cabellos,
busca entre los escombros:
¿Quién restituirá
la bestia recental
que agoniza en el patio?
¿Quién restituirá
su casa y su bandera
de siemprevivas en el muro?
¿Quién restituirá
la golondrina del amor
que desbandó la guerra?
Bajo la tierra
canta el corazón de un niño.
Que responda en Vietnam la primavera.

FABRIZIO CARAMAGNA




  
Aforismos


8.
El último punto del libro: un agujero negro donde caen todas las palabras.


Traducción de Hiram Barrios


LUIS GARCÍA MONTERO




  
Merece la pena


(Un jueves telefónico)
Trirt el qui mai no ha perdut
per amor una casa
Joan Margarit


Sobre las diez te llamo
para decir que tengo diez llamadas,
otra reunión, seis cartas,
una mañana espesa, varias citas
y nostalgia de ti.

Sobre las doce y media
llamas para contarme tus llamadas,
cómo va tu trabajo,
me explicas por encima los negocios
que llevas en común con tu ex-marido,
debes sin más remedio hacer la compra
y me echas de menos.
El teléfono quiere espuma de cerveza,
aunque no, la mañana no es hermosa ni rubia.

Sobre las cuatro y media
comunica tu siesta. Me llamas a las seis para decirme
que sales disparada,
que se queda tu hijo en casa de un amigo,
que te aburre esta vida, pero a las siete debes
estar en no sé dónde,
y a las ocho te esperan
en la presentación de no sé quién
y luego sufres restaurante y copas
con algunos amigos.
Si no se te hace tarde
me llamarás a casa cuando llegues.

Y no se te hace tarde.
Sobre las dos y media te aseguro
que no me has despertado.
El teléfono busca ventanas encendidas
en las calles desiertas
y me alegra escuchar noticias de la noche,
cotilleos del mundo literario,
que se te nota lo feliz que eres,
que no haces otra cosa que hablar mucho de mí
con todos los que hablas.

Nada sabe de amor quien no ha perdido
por amor una casa, una hija tal vez
y más de medio sueldo,
empeñado en el arte de ser feliz y justo,
al otro lado de tu voz,
al sur de las fronteras telefónicas.


ALEJANDRA PIZARNIK





Caminos del espejo


V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona
el viento en el umbral.



GUILLERMO SEPÚLVEDA


  


Poema Nº 19



Salgo, girando, como un eco,
de tu vientre.

Tú, tibia y vegetal,
como la tierra del huerto,
sientes correr esta semilla ardiente
y te dilatas,
como el limo fecundo,
cuando mis manos aran en tu cuerpo.

Tú, como la rosa,
con espinas de suplicio
que me hieren.

Tú, como el árbol,
con sus poros viajeros,
buscando el ruiseñor y la manzana.

En tu pecho
dibujo mis palabras.

Mis palabras
desnudas en invierno.

Mis palabras,
como hormigas en verano,
buscando el dulce nido de tu sexo.



JORGE JULIO ECHEVERRI






Cuestiones felinas



No sé por qué, pero tu gato
sabe que lo odio.
Lo he visto
anudarse justo sobre tu vientre
cuando te deseo
y entonces
me mira,
saca su lengua obscena y se relame
y algo muy parecido
a una sonrisa burlona
se dibuja en su rostro casi humano
y me mira con sus ojos de bestia casi humanos
con un desprecio infinito
como si supiera
del daño que me hace.
Hoy que me has preguntado
francamente
¿Cuál felino? ¿Cuál gato?
He debido pensar
en lo mucho
que ignoro
de tu vientre.