sábado, 1 de agosto de 2015

PAZ MOLINA



La Vieja Dama I

 

Vieja dama pretenciosa
recoge tu pañuelo de narices.
El tiempo es una hormiga que labora
y enreda sus largas piernas en interrogaciones.
Gesticula la hermana de la sombra,
promete con sus gestos la fiesta de la especie.
Vienen los entendidos a caballo en escobas.
Aguardemos el día en que los empresarios
de la industria inefable resuman los empeños
de tanto loco suelto
la artillería inútil , los vuelos repentinos.
Y abordemos el silencio con un clamor oculto.

Querida dama vieja
saca brillo a tus muebles
frota sus estupendas cubiertas de caoba
obliga tu riñon cansado a la ternura
extiende un aire primaveral al laberinto
de tu entretecho.
Que le den alimento a tu animal embalsamado.
Esperemos la hora convenida.
El retumbar de los tambores providenciales.
Llegará la esperanza necesaria
llegará la inocencia necesaria.
Desnuda tu cuerpo ajado cruzado de infortunios,
tu mirada colgante,
la jarra desconchada de tu boca,
la servidumbre gris de tu peluca,
pero aún así, la sinfonía
la música grandiosa que aturde las esferas
un llanto que podría ser violines
una mano de perra pomerania
y el perfume que inunda tus brazos generosos
tu aurora que sonríe descolgada del cielo
la protuberancia doble de tu barbilla
y esa imagen de Reina incomprendida.

 

AMADO NERVO


 

Por esa puerta

 

Por esa puerta huyó diciendo :«¡nunca!»
Por esa puerta ha de volver un día ...
Al cerrar esa puerta dejo trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día.

Cada vez que el impulso de la brisa,
como una mano débil indecisa,
levemente sacude la vidriera,
palpita más aprisa, más aprisa,
mi corazón cobarde que la espera.

Desde mi mesa de trabajo veo
la puerta con que sueñan mis antojos
y acecha agazapando mi deseo
en el trémulo fondo de mis ojos.

¿Por cuánto tiempo, solitario, esquivo,
he de aguardar con la mirada incierta
a que Dios me devuelva compasivo
a la mujer que huyó por esa puerta?

¿Cuándo habrán de temblar esos cristales
empujados por sus manos ducales,
y, con su beso ha de llegar a ellas,
cual me llega en las noches invernales
el ósculo piadoso de una estrella?
¡Oh Señor!, ya la pálida está alerta;
¡oh Señor, cae la tarde ya en mi vía
y se congela mi esperanza yerta!
¡Oh, Señor, haz que se abra al fin la puerta
y entre por ella la adorada mía!...
¡Por esa puerta ha de volver un día!

 

 

CHARLES BAUDELAIRE


 

De Spleen e Ideal:

  

75. Tristezas de la luna


Esta noche la luna sueña con más pereza,
Cual si fuera una bella hundida entre cojines
Que acaricia con mano discreta y ligerísima,
Antes de adormecerse, el contorno del seno.

Sobre el dorso de seda de deslizantes nubes,
Moribunda, se entrega a prolongados éxtasis,
Y pasea su mirada sobre visiones blancas,
Que ascienden al azul igual que floraciones.


Cuando sobre este globo, con languidez ociosa,
Ella deja rodar una furtiva lágrima,
Un piadoso poeta, enemigo del sueño,

De su mano en el hueco, coge la fría gota
como un fragmento de ópalo de irisados reflejos.
Y la guarda en su pecho, lejos del sol voraz.
 

De: Las flores del mal
(Versiones de Antonio Martínez Sarrión)

 

 

PEDRO SALINAS


 

¿Por qué te entregas tan pronto?...

 
 

¿Por qué te entregas tan pronto?
(¡Nostalgia de resistencias
y de porfías robadas! )
Lo que era noche es de día
bruscamente, cual si a Dios,
autor de luz y tiniebla,
se le olvidara el crepúsculo
de las dulces rendiciones.
Cierro brazos, tú los abres.
Huyo. Y me esperas allí
en ese refugio mismo
donde de ti me escondía.
¡Facilidad, mala novia!
¡Pero me quería tanto...!

 

 

 

JULIO FLÓREZ ROA





 

Oye la historia que contóme un día
El viejo enterrador de la comarca:
Era un amante a quien por suerte impía
Su dulce bien le arrebató la parca.
Todas las noches iba al cementerio
A visitar la tumba de la hermosa;
La gente murmuraba con misterio:
Es un muerto escapado de la fosa.
En una horrenda noche hizo pedazos
El mármol de la tumba abandonada,
Cavó la tierra y se llevó en los brazos
El rígido esqueleto de la amada.
Y allá en la oscura habitación sombría,
De un cirio fúnebre a la llama incierta,
Dejó a su lado la osamenta fría
Y celebró sus bodas con la muerta.
Ató con cintas los desnudos huesos,
El yerto cráneo coronó de flores,
La horrible boca le cubrió de besos
Y le contó sonriendo sus amores.
Llevó a la novia al tálamo mullido,
Se acostó junto a ella enamorado,
Y para siempre se quedó dormido
Al esqueleto rígido abrazado.

 

RAÚL GÓMEZ JATTIN


 


 
 
Airoso en su galope
Levantó la mano armada
Hasta su sien
Y disparó:
Suave derrumbe
Del caballo al suelo
Doblado sobre un muslo
Cayó
Y sin un solo gemido
Se fue a galopar
A las praderas del cielo.