martes, 22 de abril de 2014

ENQUILLO SÁNCHEZ


 


Primeras letras

 

Le arreglas los botones del jacket
lo peinas           lo despeinas
le dibujas bigotes de carbón
sobre la boca que mejor dice mal las cosas
le compras una piñata
que está vacía porque hoy no es día quince
ni día treinta
pero que de todos modos está llena de osos y luceros
de fragatas caramelos acordeones
Le muestras la bandera
con que Dios se despide en septiembre del verano
Le pones el perfume
Guerlain o Givenchy
con que acudes todas las mañanas al patíbulo
Le lees las feroces palabras que has leído
toda la vida
Le enseñas un nudo de boy scout
que nunca aprendiste
allá
en el Calasanz de la Independencia y los naranjos
Ya escribe           ya lee           pomo puma pipa
Ya canta
Ya dirige los hábitos del alba
Ya sabe olvidar           mentir           repartir una paloma
Aprendió a crecer silenciosamente
Le colocas la estrella de sheriff en el pecho
y donde pone su nombre tú estás poniendo
la minuciosa sangre           la lluvia minuciosa
Juntos toman un tranvía
que sus bisabuelos mueven desde algún lugar
del corazón o de la tumba
Un espejo de harina le muestra a la niña dos sonrisas
La tuya
de dulce galeote
La suya
de ángel de la guarda


 

FABIO FIALLO



 

Sándalo

  

         Es su espíritu lámpara encendida
en el callado altar del sacrificio,
y son dos piedras de ese altar propicio
el duro seno en que su fe se anida.

         Ni una vez tu pupila endurecida
el vértigo sintió del precipicio,
ni pudo despertarle un solo indicio
el pecado al rozarla por la vida.

         Si pesada es su cruz nadie lo advierte:
De tal modo es alígera su planta,
y, como alondra, cuando sufre canta.

         Breve, igual a una flor, será su muerte...
Y cuando muera, un suave olor de santa
perfumará los labios de la muerte.


 

 

FRANKLIN MIESES BURGOS


 


 

-¿Quién encendió la lámpara perenne de la rosa?
¿Quién desató el pequeño enigma de la hoja,
de la apretada piedra donde habita el silencio?

Cuando el ángel pregunta ya deja de ser ángel;
la ignorancia es la espada desnuda que defiende
su rosa de inocencia;
la rosa que no sabe ella misma el origen
terrible de su nombre, de su propio fantasma
cerrado como un nudo de aroma hasta la muerte.


 

GASTÓN FERNANDO DELIGNE


 


 

Cuando el viento ladra;
cuando gruñe el trueno;
a pares se miran
los nidos repletos.

Si el mal confinante
fulmina certero
sobre un ala sola,
¡herirá dos pechos!

Así de las almas:
con doblados nexos
se juntan y ligan,
cuando gruñe el trueno,
cuando el viento ladra,
cuando oprime el cerco
de egolatrías sordas
e intereses ciegos.

Viandantes amables,
vosotros -¡sea presto!-
seréis de la vida
conjuntos viajeros;
¡y el mal circunstante
no podrá soberbio
descargar un golpe,
sin alzar dos ecos!

Que sólo os fulminen
(¡mi voto oiga el cielo!)
nublados de rosas,
granizos de ensueño.

Y ya de partida,
vosotros -¡sea presto!-
hagáis el gran viaje,
cantando y riendo.

 

SALOMÉ UREÑA DE HENRÍQUEZ


 


 

Alzad del polvo inerte,
del polvo arrebatad el arpa mía,
melancólicos genios de mi suerte.
Buscad una armonía
triste como el afán que me tortura,
que me cercan doquier sombras de muerte
y rebosa en mi pecho la amargura.

Venid, que el alma siente
morir la fe que al porvenir aguarda;
venid, que se acobarda
fatigado el espíritu doliente
mirando alzar con ímpetu sañudo
su torva faz al desencanto rudo,
y al entusiasmo ardiente
plegar las alas y abatir la frente.

¿No veis? Allá a lo lejos
nube de tempestad siniestra avanza
que oscurece a su paso los reflejos
del espléndido sol de la esperanza.

Mirad cuál fugitivas
las ilusiones van, del alma orgullo;
no como ayer, altivas,
hasta el éter azul tienden el vuelo,
ni a recibirlas, con piadoso arrullo,
sus pórticos de luz entreabre el cielo.

¿Cuál será su destino?
Proscritas, desoladas, sin encanto,
en el vértigo van del torbellino,
y al divisarlas, con pavor y espanto
sobre mi pecho la cabeza inclino.

Se estremece el alcázar opulento
de bien, de gloria, de grandeza suma,
que fabrica tenaz el pensamiento;
¡bajo el peso se rinde que le abruma!

Conmuévese entre asombros,
de la suerte a los ímpetus terribles,
y se apresta a llorar en sus escombros
el ángel de los sueños imposibles.

Venid, genios, venid, y al blando halago
de vuestros himnos de inmortal tristeza,
para olvidar el porvenir aciago
se aduerma fatigada mi cabeza.

Del arpa abandonada
al viento dad la gemebunda nota,
mientras que ruge la tormenta airada,
y el infortunio azota
la ilusión por el bien acariciada,
y huye la luz de inspiración fecunda,
y la noche del alma me circunda.

Mas ¡ah! venid en tanto
y adormeced el pensamiento mío
al sonoro compás de vuestro canto.
¡Meced con vuestro arrullo el alma sola!
Dejad que pase el huracán bravío,
y que pasen del negro desencanto
las horas en empuje turbulento,
como pasa la ola,
como pasa la ráfaga del viento.

Dejad que pase, y luego
a la vida volvedme, a la esperanza,
al entusiasmo en fuego:
que es grato, tras la ruda
borrasca de la duda,
despertar a la fe y a la confianza,
y tras la noche de dolor, sombría,
cantar la luz y saludar el día.

 

 

 

MÉDAR SERRATA


  

La permanencia

 

Reflejo de su propia imagen es el cuerpo
ventana a lo inasible
presencia que es estorbo
atropelladas formas que el calor desata
ruinas
basurero sin fin donde echar las edades
Quizás un hado adverso en vilo lo sostiene
le otorga larga vida propiedades
pasión por las quimeras
por eso sobra todo cuando nada nos falta
y una espada hecha de fuego una espada
encendida cierra el paso y un gran árbol
veloz como la dicha es el deseo
Quizás permaneciendo es como se destruye
por eso sangra más la herida que no ha sido
y el hombre se desploma bajo el peso de su sueño
Derribado así sin advertirlo
arrastrándose entre seres que no le conciernen
-el labio de la esfinge las naves la escalera-
¿cómo alzar su mano para tocar lo puro?
¿Y qué cosa es la pureza -tú que lo sabes-?
¿Qué poderosa voz traza los límites
y una espada encendida pone frente al árbol?