lunes, 28 de julio de 2025


 

JESÚS GÓMEZ MORÁN

 

 

Ciudad contra la lluvia

Quizás la luz sea una distinta tiranía
Quién sabe cuántas cosas nuevas revelará.
—Ventanas— Constantino Cavafis

  

puertas no quiero
hoy sólo busco una ventana:

es suficiente abrir un párpado
y asomarse a todo misterio
usando el rabillo del ojo,
que la vista cual lanzadera
se eche al mar para que pesque
algo más que estos trozos de silencio
entre una gota y la siguiente;

—(¿de qué lado iré caminando?)—

como ciudad contra la lluvia
descuidada que no ve dónde
va poniendo sus dedos crueles,
salir afuera significa
involucrarse con el crimen
de amor o de muerte ser cómplice
con cierta sombra que al tocarla
se vuelve una estatua salina:

¿qué sentido tendrá con ella
ir de la mano si el simple hecho
de andar se da por descontado?;

hay veces que lo más difícil
es ponerse a mirar la noche,
soltar sobre ella esta lluvia
de pupilas y huecos gritos;

—(¿por cada vivo hay cuántos muertos?)—

trasponer la puerta abre el hoyo
por donde mi cuerpo se pierde:
una ventana abierta en cambio
la mirada sólo extravía;

en esta hora infesta de miedos,
la noche ha sido desflorada
y mis dedos ni rastro tienen
de lubricidad o de sangre:

¿pisaré al menos en las hojas
caídas el signo de un cielo
que habrá que zurcir nuevamente?

sí, mañana
(puertas no quiero,
hoy sólo busco una ventana)

 

 

ALEJANDRO SCHMIDT

 

  

Cuidar la rosa

 

 

llegan los grandes días del no

¿qué hacías con la rosa
dándola al tigre?

¿cómo volverá
ahora?

ahora es necesaria

no llega solo el no

trae encadenado
al emperador de china
a las dolidas señoras del amor

sus cadenas
despiertan la ansiedad

suda el oro

¿por qué no la guardaste en tu boca
con un gorro lupino
un arcabuz?

sí, claro

atendías la fábula
reías
por la llanura envuelta…

también tienen tus ojos
llaves

los días del no

nos serviría
nuestra rosa

su firme mano

bajo el agua de dios.

 

 

De: “Témpanos”

 

 

MIGUEL ÁNGEL ZAPATA

 

  

Ya no tengo ángel de la guarda

 


Ya no tengo ángel de la guarda. Un día inesperado se perdió en la llanura buscando la plenitud y el reposo. A pesar de todo, el movimiento del cielo no cesa todavía. Sigo caminando por el bosque con los ojos abiertos, y a veces siento en el aire una breve eternidad. Pienso que mi ángel de la guarda – por ese inmenso cariño por las islas – está de custodio de las profundidades del mar, que después de todo, es la otra cara del cielo. Sé que no está en el monte Nebo contemplando el tiempo que vendrá. Mi ángel tenía una larga cabellera negra y sus ojos te seguían por todas partes. Cuando iba de paseo en mi bicicleta su cabello era una llamarada de fuego negro que llamaba la atención en todo el vecindario. Nadie la podía ver, excepto mi perro que agachaba la cabeza cuando volaba por encima de los geranios. Ya no tengo ángel de la guarda. Ahora camino solitario por las oscuras calles de los pinos y presiento que alguien todavía me vigila.

 

 

HUGO MUJICA


 

31

 

 

del soplo de tu luz
mi sombra

y
el encendido tatuaje
de tu irte:

nervaduras
abriéndose en mis muros

puertas
rojamente estrechas
—lo que muere al pasar es lo que pasa—

 

 

GRACIELA SALINAS

 

  

Retrospectiva

 


Un hombre verde
me mira
se agazapa detrás
de la memoria.

Me ofrece
morados mirasoles
para ceñirme
una diadema.

Tiemblo y me reconozco
en el espejo.
Amanecí por él.

Mis cabellos
están húmedos
vengo por donde
aconteció la lluvia.

 

RIGOBERTO PAREDES

 

  

Frente en 3D

 

I

Las aulas al aire libre, sin puertas ni ventanas.
Las pizarras de ladrillo y cemento,
pintadas unas, con buen o mal gusto,
y otras sin pintar, bien o mal repelladas.
La luz es del solazo de mediodía,
y la oscurana, de la medianoche:
todo el mundo ojo-al-Cristo,
juntos y revueltos
como profesores, como  alumnos
enseñando-aprendiendo  por igual
las primeras letras
en los cursos intensivos de la Resistencia,
esta gran campaña nacional de alfabetización.

 

II

Quien tenga oídos, que oiga, ¡escuche!:
porque estas primeras  letras
también entran con música.
Karla y los Pavel, Polache y el de Mezapa
se tercian sus guitarras,
afinan sus gargantas
y, mano en la clavija, apuntan
y el mejor tono da certeramente así:
la nota en do de pechos consonantes
y en re de sostenida Resistencia.
La segunda descarga
sale de la báquica flauta de Mariano
y del violín de Sergio.
Y esos allá, detrás de su armadura militar,
esos allá con su música de balas,
y nosotros aquí, cantando
nos tienen miedo porque no tenemos miedo

 

III

Ah, y las mujeres, todas, todas
avanzando a carterazo limpio
entre fusiles y toletes,
gritando a voz en cuello
sus canciones de cuna a la Resistencia.
Unas, con sus hijos de pan en mano,
otras, olorosas a limpio o a nido de amor,
y aquellas, las muy entradas en años,
las abuelas, nietas legítimas
de doña Josefa y la profe Visitación.
Ah, las mujeres, ella
las de antes y después del veintiocho.