viernes, 12 de agosto de 2022


 

ÓSCAR CASTRO

 

 

Pequeña elegía

 

 

Por el valle claro
vienen a enterrar
al hombre que nunca
divisó la mar.

Era un campesino
de lento mirar
mediero tranquilo
de la soledad.

Cosechó los trigos
de ajena heredad
y se fue apagando
corazón en paz.

Era casi tierra,
casi claridad,
casi transparente
rama de verdad.

Tuvo una alegría:
la de cosechar.
Tuvo una tristeza:
ya no sabe cual.

Por el valle claro
lo despedirán
tréboles y alfalfas
de verde mirar.

Aguas del estero
dirán un cantar
por el campesino
que nunca vio el mar.

Cuando lo sepulten,
alguien llorará.
y en el valle puro
todo será igual.

 

 

MANUEL ANDROS FLORES

 

  

A Tehura, la amante de Gauguin

 

 

Carne joven,
pelo frondoso,
Fruta tropical y
Celestial jardín.
Todo es carpe diem.
Hélice de fascinación sin pecado.
Del karma al dharma,
de una isla oscura al resplandor.
El pintor sentía.
Los pinceles eran las vocales
para aprender la vida pura.
Los peces y el viento
un templo dibujado
en la sonrisa de Tehura.

 

 

BERNARD NOËL

 

 

4

  

 

el cuerpo es un presente siempre incompleto
su propia unidad se pierde en el fondo
en la masa carnosa de su continuidad
todo lugar orgánico es un lugar de paso
flujo resaca latidos pulsiones movimientos
la vida no es nunca la misma en el mismo lugar
es una ráfaga atravesando la carne
los huesos escriben batidos por ese aliento
una frase en nosotros blanca e indescifrada

 

GONZALO ARANGO

 

 

Epílogo

 


Que tu ejemplo sea guía en ese camino solitario
de salvación, por donde hoy sólo transita la
Esperanza y un puñado de heroicos caminantes que
han descubierto el valor de la Vida, de la Libertad,
de la Conciencia, esa mina infinita de posibilidades
que apenas empezamos a descubrir en nosotros.

 

 

MYRIAM ALBISU

 

  

Llovizna

 

 

Rocío en los pétalos
lágrimas en las mejillas
sal en la boca
en el alma melancolía.
Una neblina suave invade todo
se desdibuja el paisaje
que se esconde en una tenue caricia de humo
como en los sueños.
La luz se hace cada vez más débil
y no estoy segura de si es ella
o soy yo…

 

 

LUIS CARLOS LÓPEZ

 


A un bodegón

 

 

¡Oh, viejo bodegón, en horas gratas
de juventud, qué blanco era tu hollín,
y qué alegre, en nocturnas zaragatas,
tu anémico quinqué de kerosín!…

Me parece que aún miro entre tus latas
y tus frascos cubiertos de aserrín,
saltar los gatos y correr las ratas
cuando yo no iba a clase de latín…

¡Pero todo pasó!… Se han olvidado
tus estudiantes, bodegón ahumado,
de aquellas jaranitas de acordeón…

¡No vale hoy nada nuestra vida! ¡Nada!
¡Sin juventud la cosa está fregada,
más que fregada, viejo bodegón!…