A
Tehura, la amante de Gauguin
Carne
joven,
pelo frondoso,
Fruta tropical y
Celestial jardín.
Todo es carpe diem.
Hélice de fascinación sin pecado.
Del karma al dharma,
de una isla oscura al resplandor.
El pintor sentía.
Los pinceles eran las vocales
para aprender la vida pura.
Los peces y el viento
un templo dibujado
en la sonrisa de Tehura.
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