jueves, 10 de marzo de 2016


JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO




Se oyen los pájaros...



El alba. Se oyen los pájaros
como perdidos en la niebla;
el silencio sube sus cantos
a la penumbra de la estancia.
El percibe un temblor muy tenue
que estremece la piel que ama
dulce en su ensueño. Muy despacio
la va cubriendo con la sábana
por evitar que se desvele.
Pero unos brazos le envolvían
y se ciñeron a su cuerpo:
eternidad fue aquí lisura
miel y jazmín. Mucho más tarde
aún se oía el cantar los pájaros.



ARMANDO ROMERO



  
Quito
                                                                         A Rafael Larrea, in memoriam



Recuerdo que un bárbaro en Asia dijo que ésta era una ciudad con nombre de cuchillo. Algo hiriente y hermoso. Sin embargo, para mí se trata simplemente de una ciudad donde todos enredan las palabras. Las retuercen de tal manera, las envuelven, las estiran, hasta que hacen una masa como de harina blanca. Entonces la empastelan contra las puertas de madera formando extrañas volutas, semicircunferencias, espirales, estrellas, soles en círculos concéntricos, líneas rectas como paralelas de líneas cur­vas, acentos, serpientes, granos de maíz, ángeles. Luego pasan unos hombres acaballados en unos sombreros altos y negros que pintan de oro estos moldes. De otra manera no puedo imaginármela, ni más allá ni menos acá de estas formas aventadas.



HÉCTOR DE PAZ



  
Día 3



No intentes
salvarte del naufragio
anclando tu cuerpo curtido
por el sol y la nostalgia
en una mujer
que duerme
sobre algas y corales

nada podrá evitar
que te destrocen
las tormentas.



De: Bitacora de sal tatuada 



CHARLES BAUDELAIRE



  
El gusto de la nada



¡Triste espíritu, antaño amante de la lucha,
la Esperanza, cuya espuela excitaba tu ardor,
no quiere ya montarte! Échate sin pudor,
viejo caballo cuyas patas tropiezan en todos los obstáculos.

Resígnate, corazón mío; duerme tu sueño de bruto.

¡Espíritu vencido, extenuado! Para ti, viejo merodeador,
el amor no tiene ya sabor, ni tampoco la lucha;
¡adiós, pues, cantos del metal y suspiros de la flauta!,
¡placeres, no tentéis ya a un corazón sombrío y gruñón!

¡La adorable Primavera ha perdido su olor!

Y el Tiempo me devora minuto tras minuto,
como la nieve inmensa a un cuerpo afectado por la rigidez;
contemplo desde lo alto el globo de su redondez,
y ya no busco en él el abrigo de una choza.

Alud, ¿quieres arrastrarme en tu caída?
 


ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR

  


Una salva de porvenir      
                                             A Jacqueline y Claude Julien.
                                                                 A Fina y Cintio.



No hay pruebas.
Las pruebas son que no hay pruebas.
No estaban, no están, no estarán dadas las condiciones.
Creer porque es absurdo,
Y creemos.
Más absurdo que creer es ser,
Y somos.
Nada garantiza que fuera menos absurdo
No ser ni creer.
Las llamadas pruebas yacen por tierra,
Húmedas reliquias de la nave.
Se derrumbaron las estatuas mientras dormíamos.
Eran de piedra, de mármol, de bronce.
Eran de ceniza,
Y un grito de ánades las hizo huir en bandadas.

No guardar tesoros donde
La humedad, los bichitos los mordisqueen.
No guardar tesoros.

El tesoro es no guardarlos.
El tesoro es creer.
El tesoro es ser.

No existen las hazañas ni los horrores del pasado.
El presente es más veloz que la lectura de estas mismas
palabras.
El poeta saluda las cosas por venir
Con una salva en la noche oscura.
Sólo lo difícil.
Sólo lo oscuro.
Y contra él, en él, el fuego levantando
Su columna viva, dorada, real.

El amor es
Quien ve.


París-La Habana, 1992-1994


SERGIO CORDERO




Desde un Volkswagen…



Desde un Volkswagen,
pequeña isla rodeada de sábado,
contemplo la distancia:

mi alma es una línea,
el horizonte trazado por la mano
que te sintió madura,
fresca por dentro, como una manzana.

Y deseas que te muerda.