jueves, 15 de septiembre de 2016


CARLOS APREA




Arditti



Entre cardos y pastos desmesurados
la vieja estación
naufraga
con la caída de la tarde.
Unos perros flacos
aúllan su soledad al vernos,
por un momento,
entre las sombras
del tinglado en ruinas,
vuelve a pasar el tren.



De: “Pueblos fugaces”

PATRICIA SEVERIN




Con cucarachas



Virginia vive en Buenos Aires. Piso 10. Depto. 8
La casa de campo
alberga mis días y los mismos bichos
pequeños
claros
casi traslúcidos
Alborotan cañerías, alacenas, paredes, heladera
Nunca estarán vencidas
Desde los comienzos de la humanidad no hay compañía más fiel
Son como los recuerdos
(Virginia piensa:
también es bueno pisar recuerdos de vez en [cuando)



MARINA KOHON




de los éxodos…



Mis éxodos
devastándome
cómo sería prescindir
de estos remolinos
que me dejan mitad

yeso
mitad en sangreviva
a veces
me pregunto
cómo sería
vivir sin autodagas
entre sedalgodón
como muchas
que no se dejan exodiar
y la vida les pasa
silbando bajito.




SUSANA MACCIÓ




Sed



En el hospicio duermen las estrellas
cuando el día las arranca de la calles
como a niños perdidos.

Destellos que se traga la tierra
con su desierta sed.




SANDRA CORNEJO




Para ser reina



Para ser reina
se debe ser valiente
No dio otra razón al abdicar
Era enero y los árboles
estaban sedientos
La torre vacía
la alameda señalaba un estrecho
hacia las tierras más bajas
Un mensaje apacible:
para ser reina
como si fuera posible abdicar
sin ser valiente
 

De: “Sin suelo”



JENARO TALENS




Divagaciones sobre el príncipe azul



Está sentada en medio de la alfombra,
con una mano sobre sus cabellos y
en la otra un anillo
que hace girar con un furor mecánico
bajo la luz escueta de la lámpara.
Murmura con excesiva lentitud,
oigo su voz, golpea
como la lluvia contra los cristales,
empañando sus gafas con una incómoda humedad.
Ah, la emoción del trance, o quizá sólo
es el calor que viene de la estufa.
Él se levanta, dice, cuánto sufres;
dice, perdona, voy a hacer café,
necesitamos un descanso; vuelve;
es hora, piensa, de una pausa; y ella
no escucha, dice, mi tragedia es no
saber si el sexo satisface o si
es prescindible en su ilusión; escúchame,
ignoro incluso en quién o dónde estoy
cuando hago o digo cosas como ésta,
todo resulta tan confuso, intenta comprender.
Él pone azúcar en la taza, dice,
admiro tanto tu sinceridad.