"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 6 de febrero de 2020
ALFONSO CORTÉS
Sueño
Su voz lejana da la Ninfa
de los recuerdos en la linfa
del hondo sueño;
saltan peces en los claros,
y caen como chasquidos raros
como un Empeño.
Y, en un silencio antiguo, queda
corriendo el agua en la honda seda
de mi alma:— "Dea",
dice la Ninfa al borde ahita
y oigo doblar la campanita
de alguna aldea…
Su voz lejana da la Ninfa
de los recuerdos en la linfa
del hondo sueño;
saltan peces en los claros,
y caen como chasquidos raros
como un Empeño.
Y, en un silencio antiguo, queda
corriendo el agua en la honda seda
de mi alma:— "Dea",
dice la Ninfa al borde ahita
y oigo doblar la campanita
de alguna aldea…
IBN ZAYDUN
¡Ay, aquella gacela joven!
¡Ay,
aquella gacela joven!
a quien pedí el licor,
y me dio generosa
el licor y la rosa.
Así pasé la noche
bebiendo del licor de su saliva,
y tomando la rosa en su mejilla.
a quien pedí el licor,
y me dio generosa
el licor y la rosa.
Así pasé la noche
bebiendo del licor de su saliva,
y tomando la rosa en su mejilla.
GUSTAVO ADOLFO VILLALPANDO
Abdicación de la suicida
Ella
tiene miedo de no saber nombrar
lo
que no existe
Alejandra
Pizarnik
Tú
arrancaste las palabras y pusiste en cada herida una larva de silencio
la
furia inapelable de lo que ha nacido
tú
dijiste las sílabas fatales para que llorara el viudo
y
arrojaste con ternura otro cadáver a los pies del penitente
conocías
los sortilegios infalibles
las
señales para revocar el alba
Estabas
a la espera de que el tiempo aniquilara lo nombrado
que
la vida se cumpliera más allá de tu lenguaje
y
los juiciosos te admitieran entre ellos
por
eso te encogías en azul nocturno de una lengua cercenada
por
eso desdeñabas las verdades
e
implorabas que tu cuerpo resistiera los embates de la ausencia
Tú
sabías de los suplicios de la joven taciturna
de
las voces obstinadas que crecían en su sigilo
Tú
creías en un idioma que conduce a la ceniza
en
las luces que naufragan con un rumbo definido
por
eso te emboscabas tras la infancia
por
eso hallaste el signo de aquello que no existe
SARA DE IBAÑEZ
Combate imposible
Con astuta cabeza de zafiro,
bloque de piedra fría y transparente,
inmóvil, la mandíbula sellada,
linda con la tiniebla el monstruo leve.
Mientras el polvo en que se duele el mundo
curva su flor, su lágrima troquela,
y entre los tersos cánticos del día
sordas espadas con su vuelo templa.
Ah, nunca, nunca, la terrible escama
su fuego amargo torcerá en la lucha,
ni se abrirá para tragar mi cuerpo
la boca acrisolada por la espuma.
Aquí jadeo hasta acabar la sangre
clavada en la canción mi lanza triste,
hasta que el fruto de su viejo vientre
lance al estrago la materna esfinge.
MARISA MARTÍNEZ PÉRSICO
Regreso de Vorarlberg
Desde
esta celda oscura
que
encadena mi cuerpo a un azulejo
toco
un pájaro de vidrio
que
se rompe
y
se vuelve a remendar.
Esperaba
ver
llegar tus dos maletas de cabra
el
sobretodo azul un poco triste
que
zurcí el día anterior
a
tu partida.
¿Ves?
Yo
no quería privarte de la nieve
ni
de los labios de Anne que te besaban
en
lo peor de mis sueños.
Ya no importa.
Las
agujas
acarician
las diez y no viniste.
Quiero
escuchar la llave rodar del otro lado.
La
penumbra prospera y me confunde.
Me
convierte en
Crimilda
disfrazada
de luto por Sigfrido.
Tengo
ganas de escuchar tu voz,
de
ver postales
y
explorar qué traés en las valijas.
Pero
las horas son pájaros de vidrio
que
se rompen
y
se multiplican
interminablemente.
PAOLA R. SENSEVE T
5
mi
abuela tiene conjuntivitis
en
sus ojos glaucoma
también
tiene 95 años
no
ve
no
escucha
duerme
todo el día
No
conozco el Dato Exacto
de
la edad de su tristeza
Se
hacen las cosas, abuela,
se
hacen.
No
están detenidas,
aunque
a veces quiero parar
solo
para contemplar
las
veces que respiras
desdeñando
a la inercia
Sí
se hacen, no es mentira
aunque
debería decirle,
que
no siempre
me
porto bien
Aquí
sobra razón, abuela,
sobra
sentido
con
paño húmedo
le
saco las rocas lagañas
de
los párpados
no
se mueve, apenas respira
se
resignó al dolor
a
la incomodidad
a
no tener control
le
pongo un an ti bió ti co
en
gotas
dos
en cada ojo
Resulta
irónico, ¿no, abuela?
después,
con
fuerza
y
desesperación
restriego
mis propios ojos
para
saber
un
poco más
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