domingo, 10 de abril de 2022


 

ALBERTO SERRET

 

 

Viaje menor

 

 

Recuerdo mi casa, ajena
en el vientre de Santiago
(y, como en suerte de mago,
extraigo la carta buena
de su olor): enorme, plena,
con su pasillo central
y esa guitarra de sal
que no tocó, que no toca.
Luego, silencio; a mi boca
sube un sabor de cristal.

Y veo a mi hermano sentado
en su rincón de la sala:
Lleva una herida (o un ala)
que desangra en el costado.
Veo el tesoro enterrado
en un cantero, y la tía
que muere de su agonía
sin final (triste y menuda).
Y allá en el fondo, esa viuda
desolación, madre mía.

Cuántos rostros familiares…
Gentes que vienen o van
como pedazos de pan
recién mordidos, impares.
Gentes como híbridos mares
donde aún navega mi infancia.
Retazos de esa fragancia
que me guardo en estos versos,
fantásticos universos

de dulce insignificancia.

¿Entiende el mar lo que hablo

cuando me llego a su orilla
y en la habitual maravilla
de sus almizcles entablo
un diálogo mudo, y hablo
conmigo mismo ante él?
No hay anclas ni timonel
para ese diálogo humano
que deja sal en la mano
y agua de sal en la miel,
o fluye bajo mi piel
hasta quedarse en el fondo.
Líquenes rojos que escondo
en un secreto bajel:
mi viejo barco, mi fiel
bajel de infancia. Si amar
es como morder o echar
al viento una red de plata,
¿por qué la angustia me mata

cuando hablo con el mar?

 

 

RICARDO POCHTAR

 

  

 

Cuando el fuego
de bengala
se ha extinguido,
fiebre de luz
hecha cenizas,
su impulso sigue
subiendo
por la noche,
como una estela
hacia delante,
como una estrella fugaz
equivocada.

 

 

BERNARD NOËL

 

 

Aubrac

 

 

nieve y niebla la niñez perdió el rumbo
un trozo mojado de cielo tapa la ventana
el tiempo es un hueco que va siempre delante
trampa abierta demasiado pronto para el último minuto
más abajo el invierno se acuesta en la luz
no queda en el aire sino un poco de vaho blanco
recuerdos caen de quién sabe qué árbol
cuya memoria rompe todas las ramas

 

 

ROLANDO CÁRDENAS

 

  

Elegia del futuro suicida

 

 

Yo hablo de la integridad
como si la palabra misma fuera indivisible,
o como si todo alguna vez no retornara a nada.
Pero esto no es así.
Llega un momento en que se acaba el sueño,
La mano ya no quiere aprisionar.
La flor se desploma sobre el musgo.
Los ojos quedan secos.
La caricia no existe.
Ni la palabra amada.
Ni el rumor que se levanta del saucedal frondoso.
Nada importa que el viento golpee en cada puerta.
Ni que la lluvia humedezca nuestro calzado y nuestra alma.
Ni que la abulia sea un buitre que devora a pedazos la esperanza.
Se quiere aprisionar la risa en el puño
como una mariposa,
pero ella se aleja hacia otros privilegios.
No quiere compartir el beso que la boca entrega en la ausencia,
ni el cuerpo que se da en la hora furtiva,
ni la palabra que impulsaría a conquistar el aire.
La soledad alzándose, infatigable planta,
va construyendo un clima de sonrisas enlutadas.
La memoria yace derribada por la astenia
en actitud de delirio.
Ni siquiera es capaz de crear el grito salvaje de la angustia.
La indiferencia penetra por la piel royéndola de a poco.
El asombro por lo que no creímos
se va quedando sólo en pesadumbre
que nos va señalando nuestra propia miseria resignada.
La alegría misma ha quedado derribada en algún rincón de nuestro propio
olvido.
La lengua no blasfema.
Está extática y sola.
A su lado está también la canción trunca
que en un principio pregonaba la fuerza.
El corazón se va quedando solo.
Solo en el día.
Solo en la noche,
como un grito abandonado y yerto.
Ya nada es demasiado indispensable,
sólo el aire.
Lentamente el cansancio va forjando su lágrima.
Todo es latir apresurado hacia el final,
porque en la hora dura no queda nada:
la pureza,
el tiempo del amor iluminado,
el beso antiguo
son casi dolorosa inexistencia.
Pero se llega al día límite
que nos espera como un muro infranqueable
despojado de todo,
que es una manera de mostrar la certeza.
También se puede sonreír al borde de la vida.

 

 

ZAHUR KLEMATH ZAPATA

 

  

Simple como tu

 

 

Heme aquí
Como tú
En actitud de espera
y las cosas no cambian
Nos miramos con la angustia del no regreso
la espera nos traiciona
mas un hechizo
como un barniz nos reviste
y quedamos al alcance
de nuestras miradas
Tu cuerpo y el mío
están quietos
y la vida se nos escapa al vacío
busco tu mano en la oscuridad
sólo toco tu piel indeleble
que se extiende silenciosa
en mis brazos
Me miras con la emoción del primer beso
y yo
quedo perdido en tu cuerpo

 

 

HUGO ACHUGAR

 

 

Ilusiones de pareja

 

 

Entro con la ilusión en la mano,
suena la orquesta, los timbales suenan,
me celebran con brazos y sonrisas extendidas,
arrebatados por un entusiasmo de magnolias
comenzamos a cantar odas a la alegría en alemán,
y entonces suenan los claros clarines de tenores y sopranos.
y entonces las gargantas walkirias prolongan las vocales,
y entonces pongo el ramo en el florero.
La ilusión es una flor diminuta y se marchita rápidamente.
(Orfeo en el salón de la memoria)