domingo, 20 de abril de 2025


 

JOSÉ LUIS DÍAZ CABALLERO

 

 

 

Ceremonia

 

 

Quizá lo describiste como un hombre volcánico

–si es que Franco

consentía entonces que la lava incensara

a mujeres y hombres–

de angulosas fracciones y un porte taimado.

 

Semblante amasado en barrizales

y severas barriadas,

su mirar nunca repudió

las valiosas teas de la clandestinidad.

 

Para ti,

aquella anatomía desgrasada de toda futilidad

era la antítesis del terror.

 

Te reiteras en esta ensoñación

y descifras con desagrado

el volumen de mis rodillas.

 

Y es hoy, mirándome al espejo,

cuando inicio la incesante

y siempre ebria ceremonia

en la que arderán                        así

las pieles de mi padre.

 


De: “Atlas en rojo”

CHRISTIAN ENCARNACIÓN

 

  

 

Enero

 


No se le escribe a enero por el frío
no es motivo para que el invierno
tenga tantos poemas.

Se le escribe a enero
por la ausencia.
Poco le importa al cazador el frío
cuando lleva
la piel del oso puesta.

 

ALDA MERINI

 

 

 

El rostro

 

 

Vieras el rostro de mi alma
cuando te veo y tiemblo
y se vuelve hoja de escucha.
Vieras el dedo de mi corazón
que te indica caminos desconocidos.
Vieras mi amor
que es tierno hijo
que crece sin padre

 

 

OLALLA CASTRO

 

  

 

V

 

 

Hace días, nuestros barcos
quedaron atrapados en el hielo.
Decidimos abandonarlos
y dirigirnos hacia el sur,
buscando una salida
a este laberinto que deslumbra.
Ahora devoramos con avidez
las latas de conserva
y seguimos andando.
El viento nos sacude.
Recibimos disparos de escarcha en pleno rostro
y hablamos con la lengua entumecida.
Anoche enterramos en la nieve
los primeros cadáveres.
Pude ver la verdad
en los ojos redondos de los muertos,
como en la bola de cristal de un adivino:
aquello que nos mantiene vivos
nos está envenenando.
Lo mismo que nos mata nos sirve de alimento.
Ese es el castigo
que esta tierra eligió para nosotros

 

 

LI BAI

 

  

 

Mirando alejarse a Men Ho-Jan hacia Yangchow, desde la torre de la grulla amarilla

 

 

En la Torre de la Grulla Amarilla, en el Oeste,
mi viejo amigo dice adiós.
Entre la bruma y las flores de primavera
desciende hacia Yangchow.
Vela solitaria, sombra distante,
se desvanece en el vacío azul.
Sólo veo el gran río fluyendo
en el horizonte lejano.

 

FRANCISCA AGUIRRE

 

 


  

Desmesura

A Javier Statié

 


Dijo que no. Y el Tiempo se quedó sin tiempo.
Luego, la vida hizo una pausa
y todo pareció recomponerse
como esos acertijos infantiles
en los que sólo falta una palabra,
una palabra necesaria y rara.
Pero dijo que no. Cerró los labios
y escuchó el gorgoteo de las sílabas
luchando por vivir a la intemperie.
Dijo que no. Y el tiempo oyó el silencio.
Luego, la vida hizo una pausa.
Y todo fue distinto: el dolor fue
más cauto, más sensato,
la lujuria lloró en su madriguera.
Y el tiempo inauguró sus máscaras:
hubo un pequeño espanto en los rincones,
temblaron los espejos agobiados
defendiendo impotentes el azogue.
Los pájaros callaron esa tarde
y la luna brilló blanca y sin manchas.
Ardió la noche como vieja tea
con la absurda avaricia de la muerte,
con su luto distante y pegajoso,
y un rencor resabiado y carcomido
descargó como lluvia en el desierto.
Entonces, sólo entonces,
oyó a su corazón ladrando
y se volvió despacio a los espejos
y los vio tiritar con mucho frío
y pedir compasión desde su escarcha.
Y no supo qué hacer con tanta desmesura:
cerró los labios y escuchó al silencio.