viernes, 8 de septiembre de 2017


FRANCISCO DE LA TORRE




Ninfas, de los Arabios y Sabeos...



Ninfas, de los Arabios y Sabeos
olores de jazmín, acanto y nardos,
quaxad los aires y cubrid los cardos
destos lugares de sepulcros feos.

Después que derribaron mis trofeos
las prestas Parcas y los hados tardos,
no parecen los cielos, de mil pardos
turbios velos que quaxan mis deseos.

Quiera la magestad del que gouierna
la diuina y humana pesadumbre,
que adorne su beldad tu simulacro.

Dixo Damón, y oyó su endecha tierna
Iúpiter, y, tronando en la alta cumbre,
Iris resplandeció y el cielo sacro.

ADOLFO BURRIEL

  


Invisibles



La arena se refugia en el enigma
de sus ojos,
                        la lluvia
resbala por la piel,
como las lágrimas del día
que incumple su promesa,

como el refugio del recuerdo
cuando no sobrevive la esperanza.

Viajan donde la herida es invisible
y solo heredan
la sutileza del crepúsculo.


De "Colores desunidos"


IVÁN TUBAU




Margaritas



Cada mañana,
cuando los cubre aún
la nieve transitoria del rocío,
recorro los sembrados cercanos a mi casa
y las voy recogiendo
una por una:
las más grandes y tiernas,
las más blancas,
las amarillas como un don del sol.

Cuando tengo un puñado
grueso como el tobillo de un niño de tres años,
hago con ellas
un ramillete humilde, esplendoroso,
y lo lanzo
con gesto displicente y ademán
de estudiada elegancia discreta
a la oscura pocilga donde hozan los cerdos.


De "La quijada de Orce"


ANDRES TRAPIELLO



  
El árbol de la ciencia



Dicen, mi amor, que es imposible hacer
versos de amor feliz, de enamorado,
que sólo lo perdido o no alcanzado
se canta en la poesía, el padecer

olvido o el sufrimiento de volver
al recuerdo de todo lo pasado.
Unas veces la sed de lo vedado;
otras, el vino del amargo ayer.

No hagas caso, mi amor, habladurías.
Contigo todas mis melancolías
son ramas escarchadas en anís

donde se posa un pájaro de nieve.
Escúchale cantar tan hondo y breve.
Que no te engañe su plumaje gris.


De: "Acaso una verdad"


STELLA DÍAZ VARÍN



  
Profecía



Las grandes ausencias amenazan
Cuando los sirlos
Esos bellos pájaros
Emigran
Y la lejanía hiere sus alas
El hombre no lo sabe
Porque duerme
Oculto por causa de la luz
Para no prever la muerte.
Entrega el dominio de sus sueños
Y emancipa el caos
Y pierde el poder
sobre su propio río
que lo recorre en longitud.
Los abismos se acercan
Y las múltiples aguas
Devienen creaturas de espanto.
Uncido al gran anillo
Olvidará su trayectoria astral
su fecundidad perecedera.
Ocurrió
Que cerró las pupilas ante la luz
Y no estuvo más allá
De las cosas presentes
Ni creó una analogía superior
a la distancia entre los astros
Ni escuchó el soberano mandamiento
De crear al hombre verdadero.
Olvidado en el tiempo
Aún persistirá en creer
que fue un símil de su conciencia.


FRANCISCO SEGOVIA





Después de caminar por todo el día
sin más que el resplandor del sol sobre las dunas
nos detenemos a acampar.

En la noche —casi ciegos—
abrimos aún los ojos escaldados
y miramos las estrellas.

Caen sobre el horizonte
como una llovizna lenta.