lunes, 9 de enero de 2012


09 DE ENERO



DIESISIETE HAIKU

5.-

Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.
Jorge Luis Borges



NANAS DE LA CEBOLLA

Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir
una carta de su mujer, en la que le
decía que no comía más que pan y cebolla.

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Miguel Hernández



HASTA EL DESNUDO LINDERO DE LAS ANSIAS

En un diálogo de abrazos
no reconoceremos.
Nuestra voz, la piel,
murmullo de plegarias
y secretos
descubrirá el sonido de la sangre,
la armonía de los cuerpos
en el espacio sin límite del gozo,
espiral de lumbre
subiendo por el vientre del abismo
hasta el desnudo lindero de las ansias.
Irene Duch Gary




VÍA AMNESIA

Perdida
en el espacio
de tu cuerpo
olvidaré
las horas
el amanecer
los versos.
Mónica Laneri

08 DE ENERO


LA FECHA CORRESPONDE AL DIA EN QUE FUERON TWITEADOS LOS POEMAS

MILICIANO MUERTO

Qué dulce muerte le dio
la bala que lo mató.
Le vi sobre la trinchera
Derribado
con el fusil empuñado.
Tiernos paisajes en flor
le fluían a los ojos
que la muerte no cerró.
Yo vi en sus ojos su vida.
Vi su niñez espantada,
su juventud desolada
sin una interrogación.
Y vi sus días iguales.
Y vi su resignación.
Qué dulce muerte le dio
la bala que lo mató.
Le sacudieron los vientos
rebeldes el corazón.
Con el fusil en la mano
y en la garganta un clamor
salió a defender su tierra,
la que nunca poseyó
La muerte le ha derribado
con brusquedad de ciclón
Camarada miliciano:
la bala que te mató
se fue cantando la gloria
de un hombre que se salvó.
Porque has muerto por el pueblo
¡qué dulce muerte te dio
la bala que te mató!
Pedro Garfias



EN LOS OJOS VACIOS DE LA TARDE

Hay días, como hoy,
Que llevo
Todo el dolor del mundo en la mirada,
Agostándome la sombra hasta el filo del relámpago.

En la tierra, gotas de ausencia,
Mascaras de espuma
Junco serpenteando
En los ojos vacios de la tarde.
Irene Duch Gary



NEGRITA LINDA

No acepto que la luna de mi se burle,
Que te sales por los poros, Por los dedos
Y digo tus señas al cometa
Con gritos de corazón amordazado

Es seguro que el aliento de las nubes
Llevaran mi arrullo hasta tu oído:
Negrita linda, negrita linda
Ojos de gorrión, pecho de paloma,
Te agigantas
Cuando despierto a media madrugada.
Alegría Agosto



A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Antonio Machado