"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 29 de julio de 2017
JORGE VALDÉS DÍAZ-VÉLEZ
Alfama
Atraviesa
el amor, o lo que sea,
el mapa
desdoblado ante los ojos
de la
chica que aprieta en su bolsillo
una
llave. Pasa el tráfico lento
y el
espejo fugaz de la garúa;
cae
desolación desde las nubes
encima
de sus hombros y el destello
de su
ajorca. Sujeta con firmeza
el
tesoro metálico, aligera
el
ritmo apresurado de sus pasos
sin
mirar hacia atrás. La cerradura
queda
lejos aún de su impermeable.
La
puerta que ha de abrir tendrá el relámpago
de la
pieza dentada entre sus yemas
y el secreto interior de la llovizna.
y el secreto interior de la llovizna.
Afuera
quedarán Lisboa y sus eléctricos,
los
cálidos aromas del óxido del Tajo
corriendo
inalcanzable hacia los puentes.
ISABEL FRAIRE
Amor y teatro
I
gesticular mirando con el rabo del ojo hacia el espejo
espejo ante el espejo
para qué
en el fondo
no soy no puede nadie ser
sino esta nada
este ojo
este cero que se refleja en otro cero
y el amor más glorioso
dos ficheros de imágenes
que por azar coinciden
II
Y SIN EMBARGO
quiero sacar mi yo
de detrás del espejo
y clavarlo en el tuyo
sin remedio
gesticular mirando con el rabo del ojo hacia el espejo
espejo ante el espejo
para qué
en el fondo
no soy no puede nadie ser
sino esta nada
este ojo
este cero que se refleja en otro cero
y el amor más glorioso
dos ficheros de imágenes
que por azar coinciden
II
Y SIN EMBARGO
quiero sacar mi yo
de detrás del espejo
y clavarlo en el tuyo
sin remedio
EFREN REBOLLEDO
El Duque de Aumale
Bajo la
obscura red de la pestaña
Destella su pupila de deseo
Al ver la grupa de esplendor sabeo
Y el albo dorso que la nieve empaña.
Embiste el sexo con la enhiesta caña
Igual que si campara en un torneo,
Y con mano feliz ase el trofeo
De la trenza odorífera y castaña.
El garrido soldado de Lutecia
Se ríe de sus triunfos, mas se precia
De haber abierto en el amor un rastro,
Y gallardo, magnífico, impaciente,
Como un corcel se agita cuando siente
La presión de su carga de alabastro.
Destella su pupila de deseo
Al ver la grupa de esplendor sabeo
Y el albo dorso que la nieve empaña.
Embiste el sexo con la enhiesta caña
Igual que si campara en un torneo,
Y con mano feliz ase el trofeo
De la trenza odorífera y castaña.
El garrido soldado de Lutecia
Se ríe de sus triunfos, mas se precia
De haber abierto en el amor un rastro,
Y gallardo, magnífico, impaciente,
Como un corcel se agita cuando siente
La presión de su carga de alabastro.
Caro victrix (1916)
MALENA DE MILI
Vibración
Me gustaría
callar,
callar,
y en el
silencio absoluto
poder
percibir
el vibratto al interior de tus testículos
en toda
su pureza,
tu
semen en punto de ebullición
desgarrando
la luz de sus cuerdas.
Y
vibrar al fin
contigo
derramado
JOSE MANUEL ARCE
Paisaje
Igual que las antenas de los televisores
tiendo a veces mis brazos para captar tu imagen.
Frío árbol de aluminio,
Y voy por la ciudad buscándote,
llamándote,
auscultando uno a uno los canales del viento.
Se me llenan los ojos de anuncios y señales,
de violencias ajenas, de misterios vulgares.
Pero tú no apareces.
Igual que las antenas de los televisores
tiendo mis fríos brazos de aluminio
en todas direcciones
para ver si te encuentro.
Abro mi pecho acústico para oír tus palabras
que lleguen por mis brazos
al corazón sonoro.
Pero tu voz no llega.
¿Dónde estás?
¿Por dónde pasa el río tembloroso de tu imagen?
¿Dónde estás?
No te encuentro. No capto
tu huella de luciérnagas.
Y me quedo en la noche
igual que las antenas de los televisores,
con mis rígidos brazos como árbol de aluminio.
Igual que las antenas de los televisores
tiendo a veces mis brazos para captar tu imagen.
Frío árbol de aluminio,
Y voy por la ciudad buscándote,
llamándote,
auscultando uno a uno los canales del viento.
Se me llenan los ojos de anuncios y señales,
de violencias ajenas, de misterios vulgares.
Pero tú no apareces.
Igual que las antenas de los televisores
tiendo mis fríos brazos de aluminio
en todas direcciones
para ver si te encuentro.
Abro mi pecho acústico para oír tus palabras
que lleguen por mis brazos
al corazón sonoro.
Pero tu voz no llega.
¿Dónde estás?
¿Por dónde pasa el río tembloroso de tu imagen?
¿Dónde estás?
No te encuentro. No capto
tu huella de luciérnagas.
Y me quedo en la noche
igual que las antenas de los televisores,
con mis rígidos brazos como árbol de aluminio.
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