"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 3 de noviembre de 2017
MANUEL IRIS
Nueva nieve
A partir de los “Poemas de la lluvia”, de
Gastón Baquero
I
Una
mujer me habla mientras cae la nieve.
Habla mientras la nieve deja su más puro silencio.
Se oye el milagro de que su aliento sea
más silencioso que el aliento de la nieve.
Habla mientras la nieve deja su más puro silencio.
Se oye el milagro de que su aliento sea
más silencioso que el aliento de la nieve.
Cercano
canta un pájaro inaudible
otro se aleja
dejando abajo el blanco más profundo.
otro se aleja
dejando abajo el blanco más profundo.
Más
silencioso que aliento de mujer
lento aletea el aliento de la nieve.
lento aletea el aliento de la nieve.
II
Sube,
baja
se confunde
gira de pronto
y va contra sí misma.
se confunde
gira de pronto
y va contra sí misma.
Ni
arena ni llovizna
debo decir que juega.
debo decir que juega.
No
viene al caso la palabra danza.
III
Como
las aves las ventanas
se asoman a la nieve.
se asoman a la nieve.
Niegan
asombro
y se abren como párpado,
se entregan como alas.
y se abren como párpado,
se entregan como alas.
IV
¿Pero
qué calma es esta
que contemplo en calma todavía,
que contemplo en calma todavía,
esta
sorpresa que se continúa
todavía en la sorpresa hundido?
todavía en la sorpresa hundido?
¿Pero
qué rosa es esta inmarcesible
naciendo en el momento de su desaparición?
naciendo en el momento de su desaparición?
De: “Nueva nieve”
DOUGLAS TÉLLEZ
Las aguas de Heráclito
Me
detengo en las márgenes del río
a
contemplar las cambiantes aguas
de
Heráclito…
Donde
el tiempo pasa arrastrando
sus
espaldas entre aristas de pulidas piedras.
Tanto
me revelan estas aguas, con la sinfonía
de
voces que consigo arrastra.
Rotos
espejos donde se fragmentan
los
rostros de mis padres y hermanos.
Mi
sombra se tambalea con el lento fluir
de las
horas, las hojas se desprenden de los
árboles,
igual que nuestros rostros perpetuados
en
descoloridas fotografías.
Tercos
decimos ser los mismos:
“Mira,
no he cambiado, sigo siendo el mismo
de hace
30 años”
Mi
rostro más reciente, hace 30 segundos
se
diluyó en la corriente.
RUBÉN REYES RAMÍREZ
Tras el muro
en el inmenso espejo
de su luna
y un prado de agua
gris
le incendia la
mirada.
Irene Duch Gary.
La
noche residual se asienta;
trasiega
un prado inmenso.
Garza
madre
la luna
estiba los ecos,
desvelos
de infinito en la humedad.
Ensalivada
de ausencia,
la
consigna del silencio
inunda
el espejo gris del aire.
Se
astilla la soledad
en cada
resplandor de incendio.
Tras el
muro
escarba
el tiempo una mancha,
grito
despeñado en el umbral.
No hay
colinas en el sitio.
Remolinos
sin barreras
El paso
de la noche arrastra las pupilas
En los
surcos clandestinos del rencor.
Hojas
de lluvia,
rescoldos
de puño y sangre
naufragados
ensombrecen
la quietud.
Brota
en carne el dolor.
Es un
cuchillo en la herida del porvenir,
alarido
que revienta
en la
oquedad limpia de la sien.
Se
quiere ser un relámpago,
cincel
de muro y sombra que escudriñe
como el
látigo
y
desgarre con su yesca
el
tiempo y la soledad.
Y esta
larva de futuro
-inflorescencia-
esta
certeza de niños,
pueblo
desatado,
se me
quiebra en el silencio más fugaz.
Dispara
el corazón la antorcha.
Garza
madre
la luna
estiba sus lienzos,
como
gritos,
espejos
incendiados de la voz.
PAULINA VINDERMAN
Escríbanme.
Resuelvo en medio de la crisis
volverme carta:
papeles que atraviesen los océanos
como frágiles balsas
(para dar importancia a las tormentas)
Anoche llovió.
Los senderos se embarraron,
atrapé una luciérnaga equivocada
-y esquiva-
y después leí poemas isabelinos
hasta que amaneció
(U n cierto orden es el que sostiene
la soledad
y los abrazos)
Hoy tomé cerveza con un hombre cansado
-de ojos endiabladamente hermosos-
y enmudecimos
frente a un pueblo fantasmagórico
levantado sobre nosotros como una
pintura surreal.
Todos los días voy hasta el río
después del café. Todos los días desisto
de mirarme en el agua barrosa.
En realidad, ya ninguna trasparencia es posible,
como si la vida se ocultara a sí misma
en el penacho de los cocoteros.
Como si la vida fuera todo y nada, orgullosa
de sus fosforescencias
hasta en las palabras, que finalmente nada dicen,
nada reclaman
sino el mínimo lugar en un universo
de ruido de sartenes
amores suntuosos
olas que arrasan las orillas
y códigos infinitos para desenterrar tesoros
(casi siempre con palas prestadas
y al amanecer.)
Resuelvo en medio de la crisis
volverme carta:
papeles que atraviesen los océanos
como frágiles balsas
(para dar importancia a las tormentas)
Anoche llovió.
Los senderos se embarraron,
atrapé una luciérnaga equivocada
-y esquiva-
y después leí poemas isabelinos
hasta que amaneció
(U n cierto orden es el que sostiene
la soledad
y los abrazos)
Hoy tomé cerveza con un hombre cansado
-de ojos endiabladamente hermosos-
y enmudecimos
frente a un pueblo fantasmagórico
levantado sobre nosotros como una
pintura surreal.
Todos los días voy hasta el río
después del café. Todos los días desisto
de mirarme en el agua barrosa.
En realidad, ya ninguna trasparencia es posible,
como si la vida se ocultara a sí misma
en el penacho de los cocoteros.
Como si la vida fuera todo y nada, orgullosa
de sus fosforescencias
hasta en las palabras, que finalmente nada dicen,
nada reclaman
sino el mínimo lugar en un universo
de ruido de sartenes
amores suntuosos
olas que arrasan las orillas
y códigos infinitos para desenterrar tesoros
(casi siempre con palas prestadas
y al amanecer.)
De: "Rojo Junio"
ALFREDO CHACON
Quiero hablarte, palabra,
ser tu
voz
y que
tú seas la palabra de mi voz.
Te
convido a decir
seguro
de que dices
pero no
conmigo
sabiendo
que yo digo
pero no
contigo.
Te
convido a decirnos.
MARCO ANTONIO MURILLO
Discurso sobre las ballenas
Destrozada
a golpes por los colores de la tormenta
un pedazo de madera de junio emerge
y extiende sobre el aire húmedo sus islas volcánicas
no quema este ancho mar, no quema la espuma que brota de la espalda, busca
sin embargo el silbo el canto el olfato el atisbo y luego el incendio
bajo las aguas: así es su amor
como cuando niños descubrimos lo poderosos que son los sonidos del mar
amor que pesa
en la nota que dejó hace días un ahogado y que ahora vuelve
a su extraño país monocorde, amor
la muchacha del muelle, preñada
la boca de historias y cuentos sobre grandes peces y mandrágoras
fue ella quien amó a todos extensamente
en el lento flotar de diferentes luces y profundidades
fue ella quien habló de las ballenas
manchas de petróleo que se hunden y ensanchan
las vocales del abismo
en el océano, tierras sumergidas en una sola mirada
una ballena, dijo mientras
se vestía, una ballena es todo el Mar
de los Sargazos, nadie sabe dónde habitan o qué lentitud
gobierna el pesado canto que extiende el oído sobre la superficie
para quien la divisa, la ballena es una casa
en medio del camino entre dos mares, la tierra y la lengua no son hogar
nido de pájaro en el mástil
es este oficio de hundirnos en el olor de la marea; ahora
que no escucho más, que no sueño los brazos de esa mujer de boca extensa
sé que no existen las ballenas
sé que esto que miro es sólo una enorme tabla del naufragio que es junio
pero en cambio existe ella y sus muelles
ella y su cuerpo
y su costa preñada en la que anclábamos por sus historias, las ballenas
no son casas en mitad del mar, ella sí:
arpones, pedazos de un coral madreperla
mascarones de proa, maderas de raros barcos, collares, oscuras
riquezas habían en su voz y sus labios como un húmedo y abierto almacén.
un pedazo de madera de junio emerge
y extiende sobre el aire húmedo sus islas volcánicas
no quema este ancho mar, no quema la espuma que brota de la espalda, busca
sin embargo el silbo el canto el olfato el atisbo y luego el incendio
bajo las aguas: así es su amor
como cuando niños descubrimos lo poderosos que son los sonidos del mar
amor que pesa
en la nota que dejó hace días un ahogado y que ahora vuelve
a su extraño país monocorde, amor
la muchacha del muelle, preñada
la boca de historias y cuentos sobre grandes peces y mandrágoras
fue ella quien amó a todos extensamente
en el lento flotar de diferentes luces y profundidades
fue ella quien habló de las ballenas
manchas de petróleo que se hunden y ensanchan
las vocales del abismo
en el océano, tierras sumergidas en una sola mirada
una ballena, dijo mientras
se vestía, una ballena es todo el Mar
de los Sargazos, nadie sabe dónde habitan o qué lentitud
gobierna el pesado canto que extiende el oído sobre la superficie
para quien la divisa, la ballena es una casa
en medio del camino entre dos mares, la tierra y la lengua no son hogar
nido de pájaro en el mástil
es este oficio de hundirnos en el olor de la marea; ahora
que no escucho más, que no sueño los brazos de esa mujer de boca extensa
sé que no existen las ballenas
sé que esto que miro es sólo una enorme tabla del naufragio que es junio
pero en cambio existe ella y sus muelles
ella y su cuerpo
y su costa preñada en la que anclábamos por sus historias, las ballenas
no son casas en mitad del mar, ella sí:
arpones, pedazos de un coral madreperla
mascarones de proa, maderas de raros barcos, collares, oscuras
riquezas habían en su voz y sus labios como un húmedo y abierto almacén.
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