sábado, 26 de enero de 2013

CONCHA GARCÍA





Nunca he sido feliz



No he sido una celebridad en mi tiempo.
Me dedico a los dados. Miro a la gente pasar.
Un bar con mesas de mármol, más tristeza,
es horrible este relato.
Voy a morirme, no sé cuándo, es obvio
que me importa muy poco el reino del amor.
Amarte han sido perchas en los armarios,
me capacita el olvido, soy otra
siempre. Dada la ventura de mi poquedad
aprendiendo izamientos. Me gusta
que me traiga el camarero cerveza. Estoy
delgada y presumo de haber reinado. Sal de aquí.
Vete.

DINO G. SALINAS




  
¿Dónde está el niño que yo era?...



¿Dónde está el niño que yo era?, ahora que sé el por qué, para contárselo. Para que ilumine con su mirada mis diamantes tallados, esos que nadie mira.  Para que por cada respuesta mía me regale diez preguntas.  Para que me enseñe a querer serlo todo, a intimidarme por nada... ¿Dónde está el niño que yo era?

ALDA MERINI





El arte de la locura



La locura es un artesanado.
Un puzzle, una avivada del cerebro.
Creo que el loco
es un gran astuto.
o solamente un oportunista.
La locura es un traslado
en el que se lleva la realidad
y se la vuelve incandescente.
La locura es un estado de excitación
y a menudo de bienestar.



PABLO NERUDA




  
Poema 07...



Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes
a tus ojos oceánicos.

Allí se estira y arde en la mas alta hoguera
mi soledad que da vueltas los brazos como un
náufrago.

Hago Rojas señales sobre tus ojos ausentes
que olean como el mar a la orilla de un faro.

Sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía,
de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.

Inclinado en las tardes echo mis tristes redes
a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.

Los pájaros nocturnos picotean las primeras
estrellas
que centellean como mi alma cuando te amo.

Galopa la noche en su yegua sombría
desparramando espigas azules sobre el campo.


FEDERICO GARCÍA LORCA






Quiero llorar mi pena y te lo digo...



Quiero llorar mi pena y te lo digo
para que tú me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores,
con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y convertir mi llanto y mis sudores
en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja
del te quiero me quieres, siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja.

Que lo que no me des y no te pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida.

MARIZEL ESTONLLO





Cuando termino de rezar



Ahí quedó el puente
Un silencio plano recorre el laberinto
Se aquieta toda vacilación
El ser respira

Los demás se acomodan en sus sitios
Y permanecen serenos
Puedo verlos
Cantan en semitonos
Con una cadencia ancestral

Cesó el presente, cesó el tiempo
No hay nada

Solo la continuidad de un vacío
Y la nota vibrante del silencio.