"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 8 de noviembre de 2023
JUAN CAMERON
Le
escribieron poemas a ese Nietszche
Nietszche
era un gran humorista
en
el Palacio de los Analfabetos
Deletreaban
sus chistes con los dedos
y se
ponían serios y ceñudos
No
entendieron el chiste de la joven
no entendieron
el chiste de la noche
menos
el del niño en el espejo
Repitieron
su nombre como loros
su
nombre de estornudo en Occidente
y se
creyeron más no analfabetos
Algunos
se hicieron profesores
otros
se ahogaron en papeles
y
unos tontos entre los más tontos
le
escribieron poemas a ese Nietszche.
De: “Treinta
poemas para leer antes del próximo jueves”
ROZZ WILLIAMS
Ceguera
veneciana
Detén
el despliegue de la noche
Mira la vista desplegada
Atiende al suspiro – el llanto de Venecia
al mar prohibido
En las olas que hemos cabalgado
escucha su plegaria – el mar de Venecia
Ciega
mis ojos ante Usted
Porque mi vista oculta
está detenida en las manos de Venecia
Los artistas dieron placer
a la ola temblorosa
Esa fue la llave para el corazón
en Venecia
Para
las playas de antaño
El poema aún no se dice
Belleza retenida en el alma
de Venecia
La
luna es un tesoro elevado
liberado que tocó el cielo
¡Ay! Escucho el llanto de Venecia
VÍCTOR RUIZ
De
la pequeña y frágil morada
Solo
restos del viento frío quedan:
la
ventana abierta en que la sombra de madre
aún
nos dice adiós por las mañanas,
el
árbol que creció como tu cuerpo
y
hoy se arraiga en tu memoria,
cachivaches
desvencijados en todos los rincones
evocan
a padre y sus huesos
moviéndose
y buscando algo averiado por el tiempo.
Si
acercás tus oídos a las paredes,
escucharás
gritos de niños,
pilares
de alegría que sostienen nuestra casa,
jardín
de flores segadas
que
dejaron la puerta abierta
y la
desnuda tristeza de las cosas a la intemperie.
Esta
fue nuestra morada,
tan
resistente en el recuerdo,
pequeña
y frágil hoy,
casi
polvo, casi nada, casi todo.
LUIS ALBERTO MAYORGA
Días
sin sentido en la bestia
Hay
días de tristezas y confusiones
como
nubes que trastabillan en el cielo de Miami
donde
ni los arcángeles entienden lo que se dice en spanglish.
Todo
lo que dices esos días son errores,
es
mejor guardar silencio en una de las sillas del tren o del bus
y no
vender a un cristo a bajo precio.
Esos
días no vale la pena discutir contigo mismo,
lo
ilógico apunta a nosotros ante el paredón de una calle del Bronx, Dallas,
Los
Ángeles o Flint.
Hay
días de tristezas que no lo compensan
ni
un partido de MLB, MLF o NBA,
el
francotirador es dios y no falla disparo.
PAMELA ÁGUILA
10
la
sangre es un agua antigua me dice
el
dolor solo nos recuerda nuestro salvajismo ahí donde duele hay algo
¿qué
es?
una
piedra incrustada entre mi carne resplandece
¿qué
me dice mi dolor? mi abuela decía
el
dolor de ser mujer
quiero
decirle a mi abuela que ser mujer no es dolor en la oscuridad de los sueños
una
mujer antigua habla dice con voz de agua
ser
mujer es el salvajismo de la sangre esa que nos enseñaron a ocultar, abuela
el
agua que nos habita se mueve
con
las fases de la luna
nos
llama como a un lobo nos agita como el mar
le
habla al cuerpo esperando que recuerde
el
agua nos reúne a mí y a mi abuela
y a
mi madre y a la madre de su madre y a su abuela
y a
todas las abuelas
la
sangre con la voz de agua palpita dentro de mí escucho
una
voz hecha de muchas voces nos decimos
dame
tu mano
juntas
podemos cargar tu dolor
LUIS MALLARINO
Una
pecosa ella
Una
sola vez me enamoré a primera vista
—era pecosa—
quiero
decir
que
tenía constelaciones en la piel
que
batía espuma de mar sobre sus hombros
que
en su espalda
a
cada rato
eran
las ocho de la noche
y en
sus senos
era
siempre
víspera
de primavera
(ya
exagero)
la verdad
es que nunca vi sus senos
no
existían aún
no
habían nacido
éramos
niños
inocentes
como zapatos rotos al pie de una flor
—ella
también se enamoró—
nos
citamos a las cuatro
en
una banca azul de un parque entristecido
y
todavía
no
sé por qué
llegué
con diez minutos de retraso
(ya
no estaba)
«pero
estuvo» dijo el señor del helado
«una
pecosa ella
de
ojos claros»
y había
rastros en la banca
restos
de piedra lunar
espuma
la
cola de un cometa
escarcha
roja
«se
fue por ese lado»
(un
cono de fresa me señaló el camino)
la
seguí durante horas
y
primero me encontró la noche
éramos
niños
inocentes
como
hormigas con trocitos de cartón
la
encontré por fin
con
una guerra de mil días en la mirada
y me
mintió como mienten las mujeres grandes
«yo no
pude ir» me dijo
y yo
no quise avergonzarla
y no
le dije nada
no
le dije a nadie nunca nada
ni
la vi más nunca
pero
hoy
una
pecosa de ojos claros
me
dice –implacable- que
desde
hace diez minutos
las
puertas del avión están cerradas
que
he perdido el vuelo
que
con gusto
me
anuncia la penalidad
el
nuevo itinerario
y no
le digo nada
solo
atino a recordar
aquella
puerta secreta
cerrada
en la penumbra
aquel
primer vuelo
perdido
para siempre
veinte
años atrás.