"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 7 de septiembre de 2019
SILVIA EUGENIA CASTILLERO
El alto cedro
El alto cedro se desprende
en ramas heridas, ramas desvaneciendo entre savia, ramas ardientes, madera
astillada y hueca, vacía su médula por el fuego. Incisivo. El alto cedro posee
entre sus ramas un águila, o tal vez un nido de águila; el recuerdo del águila
y su nido, el vuelo más alto del águila. No el águila. Posee en la claridad de
su brillo, de su incendio —en su propio corazón que arde en cientos de lascas—
los rayos del sol, el resplandor del sol, las tribulaciones del recuerdo. El
águila madura —en vuelo— alegre en su disolución. Entre el querer y el deseo
arde ella, arde en el alto cedro, arde embelesada. En el alto cedro, en el
abismo —entre recuerdos— como vuelo de águila. Como en un nido. Arde.
SERGIO BRICEÑO
Tú
Funge
de pordiosera en Catedral.
Besa
al marido
antes
del baño.
La
vieron en los muros
de
un burdel
hinchada
de semilla.
Se
oprime un seno
para
sentir tu encía.
Calza
clavos.
El
musgo
de
su pubis
un
trigal.
Mezcla
su orín
con
el jabón.
Nada
para hoy -dice.
Ni
un conjuro. Ni un crótalo en la pelvis.
Al
mirarse
al
espejo
un
rayo la devora.
LUCIAN BLAGA
Yo no aplasto la corola de milagros del
mundo
Yo no aplasto la corola de milagros del mundo
ni extermino
con la inteligencia los enigmas que encuentro
en mi senda,
en las flores, en los ojos, sobre labios o tumbas.
La luz de los otros
ahoga el hechizo de lo desconocido que se esconde
en las profundidades de la oscuridad,
pero yo,
yo con mi luz aumento el misterio del mundo.
Así como la luna con sus blancos rayos
no disminuye, sino, temblorosa,
aumenta más el secreto de la noche,
así enriquezco yo también el oscuro horizonte
con altas flores de sagrado misterio
y todo lo que es incomprensible
cambia en misterio más grande todavía
bajo mis ojos,
porque yo amo
flores y ojos y labios y tumbas
Yo no aplasto la corola de milagros del mundo
ni extermino
con la inteligencia los enigmas que encuentro
en mi senda,
en las flores, en los ojos, sobre labios o tumbas.
La luz de los otros
ahoga el hechizo de lo desconocido que se esconde
en las profundidades de la oscuridad,
pero yo,
yo con mi luz aumento el misterio del mundo.
Así como la luna con sus blancos rayos
no disminuye, sino, temblorosa,
aumenta más el secreto de la noche,
así enriquezco yo también el oscuro horizonte
con altas flores de sagrado misterio
y todo lo que es incomprensible
cambia en misterio más grande todavía
bajo mis ojos,
porque yo amo
flores y ojos y labios y tumbas
JORGE EDUARDO EIELSON
Óyeme
tierra, así, escribiendo así,
En la espesura de pámpanos dormido:
Mi pecho frío junto a mis intestinos
Se ha cuajado. Mis dedos alhajados
Buscan el Árbol de la Noche, clavan
Sus uñas de imprenta en los racimos
De la Vida y de la Muerte. Óyeme tierra
De grandes frutos áureos y serpientes,
Luciérnaga entre muros de papiro,
Negro universo del quinqué y el sexo,
Justicia del gusano, mal Paraíso.
Mírame tierra, así escribiendo, así
Desnudo, Adán poeta, quieto y triste,
En esqueleto, sierpe y uva convertido.
En la espesura de pámpanos dormido:
Mi pecho frío junto a mis intestinos
Se ha cuajado. Mis dedos alhajados
Buscan el Árbol de la Noche, clavan
Sus uñas de imprenta en los racimos
De la Vida y de la Muerte. Óyeme tierra
De grandes frutos áureos y serpientes,
Luciérnaga entre muros de papiro,
Negro universo del quinqué y el sexo,
Justicia del gusano, mal Paraíso.
Mírame tierra, así escribiendo, así
Desnudo, Adán poeta, quieto y triste,
En esqueleto, sierpe y uva convertido.
De:
"Reinos"
GALVARINO PLAZA
Memorial / septiembre (iii)
Revelada
convergencia, soledad el horizonte o su más
extendido cielo abejado de cegados
nom
bres: Presencia asombro, saldo germinal los ros-
tros sublimados luengo inverso recorrido hasta su
cumbre.
Prójima de tan andina lejanía, creciendo bosque en
tu neblina; hilado viento, silencio ardiente idio-
ma del recuerdo.
Como sedal que se desteje
reinventa el mar irreconocibles cuerpos / derivas
que nos cercan / imprevisible tributo / sombrío tra-
yecto de fenecidas ascuas.
extendido cielo abejado de cegados
nom
bres: Presencia asombro, saldo germinal los ros-
tros sublimados luengo inverso recorrido hasta su
cumbre.
Prójima de tan andina lejanía, creciendo bosque en
tu neblina; hilado viento, silencio ardiente idio-
ma del recuerdo.
Como sedal que se desteje
reinventa el mar irreconocibles cuerpos / derivas
que nos cercan / imprevisible tributo / sombrío tra-
yecto de fenecidas ascuas.
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