domingo, 10 de noviembre de 2019


MARINA TSVETAIEVA





A Ajmátova



¡Musa de los llantos, la más bella de las musas!
¡Cómplice arrebatada a la blanca noche en que naciste!
Proyectas sobre Rusia tu sombrío tormento
Y tu aguda queja nos perfora como un tiro.

Nos apartamos gimiendo, y ese ¡Ah!
Salido de mil bocas te da vida, ¡Ana
Ajmátova! tu nombre que sólo es un largo suspiro
Cae en este inmenso abismo que nada nombra.

Al pisar la tierra que pisas, al caminar
Bajo el mismo cielo, ¡llevamos una corona!
Y aquél a quien hieres a muerte en tu camino
Descansa inmortal en su lecho de muerte.

Mi ciudad resuena, las cúpulas cintilan,
Un ciego errante pasa alabando al Señor...
Y yo te ofrezco mi pueblo donde suenan las campanas,
Ajmátova, y te doy también mi corazón.


Moscú, 19 de junio de 1916


JULIO TRUJILLO





Mafia



Una mafia es nosotros,
contra yo.


LUCILLE CLIFTON





el llamado de los discípulos



un tal Jesús
ha venido hasta mí
Yo lanzo mis redes
se introduce en las aguas él camina
yo pierdo el pez
él alimenta a las ciudades
y todos me apodan
con un viejo nombre
como yo sigo hasta el final
riendo como el loco de Dios
detrás de este Jesús



LÍBER FALCO






Juventud



Era alegre la tarde
y alegre era la risa.

Todo era alegre y bueno
y arriba estaba el cielo.

Oscuro a veces, pálido a veces,
ausente a veces, estaba el cielo.
Mas era azul y blanco y bueno.
Y era el cielo.


GEORG TRAKL





Niñez



El saúco lleno de bayas; la niñez vivida en la calma
De una gruta azul. Las ramas tranquilas meditan
Sobre el sendero ido donde, parduscos, los pastos silvestres
Ahora silban; el susurro de las hojas

Como agua azul cayendo desde las rocas.
El suave lamento del mirlo. Un pastor
Sigue en silencio al sol que rueda desde la colina otoñal.

Un instante azul es más alma aun.
Un venado tímido emerge desde las lindes del bosque,
mientras las viejas campanas
Y oscuras aldeas descansan en paz sobre la tierra.

Más piadoso ahora, tú conoces el significado de los años
negros,
El frío y el otoño en habitaciones solas;
El timbre de pasos brillantes en el sagrado azul.

El suave tintineo de una ventana abierta; ver
Un cementerio abandonado en la colina llena los ojos
de lágrimas,

Recuerdos de leyendas; y sin embargo a veces el alma
resplandece
Cuando trae a la memoria gente feliz, los oscuros días
dorados de la primavera.



JORGE ENRIQUE ADOUM




  
La pobre biografía



Tu nombre no me recordaba a nadie
mucho después de haber muerto la mosca
que rondó tu cadáver. Las hijas, moscas
herederas de tu zumbido propio.
Y el padre muriendo por su cuenta.

Pero hoy que me dice una mujer: No quiero,
me siento solo dos veces. Y son tus párpados
achinándose en la agonía cuatro veces,
es ese diario, libro de caja en donde hallo
tus memorias sobresaltadas por restas,
soledades; con tus ovarios en uso, fracasados
antes del parto y después de este hijo
que nunca concebiste; son tus rodillas impropias
sobre el sillón sin ruedas, a la mesa pobre
en grasas, en risas, pero rica en proteínas;
sino tus manos que debo haber clavado para que no
se vayan a otra parte con tu llanto.
Forastera,
niña de otro siglo que yo recuerdo vieja,
tus quehaceres de harina, cacerolas
que suenan cada día: mujer y cuándo
vendedora de telas, Juana pero nunca
guitarrista, madre pero primero cocinera.

Te oí: Me duele el corazón me ahogo no sé
pero no duermo. Y te tocabas el dolor
en la carne por dentro trabajada. El médico,
tu marido, te trató con su ciencia de marido.
Yo, como hijo, confundí las recetas
entre versos de loco.
De las piernas
te subió la gangrena, su noche de algodones
a taparte la boca.
En el cementerio
el fotógrafo hizo una copia de la hacienda:
algo de tu no haber sido en los ojos.


De: "Las ocupaciones nocturnas", en Los cuadernos de la tierra.