lunes, 17 de noviembre de 2014

LUIS HERNÁNDEZ

 

El elefante asado

                                                Consérvame en la frialdad
                                                       De las cosas abruptas
                                                               Y sin Sol
                                                      Y de las agujas grises
                                                          Ezra Pound

 

1

Esta es la historia
De Mowli
El niño oveja
 

2

Adiós amor
Te he visto
Muchas veces
Reluciente
Beber el agua
Y también
Beber el vino
Y jamás
Me he dolido
En tu presencia
Adiós amor
Muchas veces
Y jamás


3

Tengo el sueño vago
De haberte visto;
Y también entreabrirse
El aire
A tus pasos amor mío.
Y entre vidrios,
Bajo, en el horizonte:
El día.

 

 

JORGE EDUARDO EIELSON

 

Escribo algo...

 

Escribo algo
algo todavía
algo más aún
añado palabras pájaros
hojas secas viento
borro palabras nuevamente
borro pájaros hojas secas viento
escribo algo todavía
palabras

 
De "Mutatis mutandis" 1967

 

 

 

MARIANO MELGAR



No Nació La Mujer Para Querida

 

No nació la mujer para querida,
por esquiva, por falsa y por mudable;
y porque es bella, débil, miserable,
no nació para ser aborrecida.

No nació para verse sometida,
porque tiene carácter indomable;
y pues prudencia en ella nunca es dable,
no nació para ser obedecida.

Porque es flaca no puede ser soltera,
porque es infiel no puede ser casada,
por mudable no es fácil que bien quiera,

Si no es, pues, para amar o ser amada,
sola o casada, súbdita o primera,
la mujer no ha nacido para nada.

 

 

 

NICOMEDES SANTA CRUZ



El Café

A Hugo Guerrero Marthineitz.

 
Tengo tu mismo color
Y tu misma procedencia.
Somos aroma y esencia
  Y amargo es nuestro sabor.
  Tú viajaste a Nueva York
Con visa en Bab-el-Mandeb,
Yo mi Trópico crucé
De Abisinia a las Antillas.
Soy como ustedes semillas.
Son un grano de café.


En los tiempos coloniales
Tú me viste en la espesura
Con mi liana a la cintura
Y mis abóreos timbales.
Compañero de mis males,
Yo mismo te trasplanté.
Surgiste y yo progresé:
En los mejores hoteles
Te dijeron ¡qué bien hueles!
Y yo asentí ¿¡uí, mesié!?.

Tú: de porcelana fina,
Cigarro puro y cognac.
Yo de smoking, yo de frac,
Yo recibiendo propina.
Tú a la Bolsa, yo a la ruina;
Tú subiste, yo bajé…
En los muelles te encontré,
Vi que te echaban al mar
Y ni lo pude evitar
Ni a las aguas me arrojé.

Y conocimos al Peón
Con su ¿café carretero?,
Y hablando con el Obrero
Recorrimos la nación.
Se habló de revolución
Entre sorbos de café:
Cogí el machete… dudé,
¡Tú me infundiste valor
Y a sangre y fuego y sudor
Mi libertad conquisté…!

Después vimos al Poeta:
Lejano, meditabundo,
Queriendo arreglar el mundo
Con una sola cuarteta.
Yo, convertido en peseta,
Hasta sus plantas rodé:
¡Qué ojos los que iluminé,
Que trilogía formamos
Los pobres que limosneamos
El Poeta y su café…!

Tengo tu mismo color
Y tu misma procedencia,
Somos aroma y esencia
Y amargo es nuestro sabor…
¡Vamos hermanos, valor,
El café nos pide fe;
Y Changó y Ochún y Agué
Piden un grito que vibre
Por nuestra América Libre,
Libre como su café!

 

ANTONIO CISNEROS



Y Antes Que El Olvido Nos

 

Lo que quiero recordar es una calle. Calle que nombro por no
nombrar el tambo de Gabriel
y el pampón de los perros y el pozo seco de Clara Vallarino y
la higuera del diablo.
Y quiero recordarla antes que se hunda en todas las memorias así
como se hundió bajo la arena del gobierno de Odría en el año 50.
Los viejos que jugaban dominó ya no eran ni recuerdo.
Nadie jugaba y nadie se apuraba en esa calle, ni aun
los remolinos del terral pesados como piedras.
Ya no había hacia dónde salir ni adonde entrar. La neblina o el sol
eran de arena.
Apenas los muchachos y los perros corríamos tras el camión
azul del abuelo de Celia.
El camión de agua dulce, con sus cilindros altos de Castrol.
Yo pisé entonces una botella rota. Los muchachos (tal vez) se
convirtieron en estatuas de sal.
Los perros (pobres perros) fueron muertos por el guardián de la
Urbanizadora.
Y la Urbanizadora tenía unos tractores amarillos y puso los
cordeles y nombró como calles las tierras que nosotros no
habíamos nombrado.
(También son sólo olvido.)

Lo que quiero recordar es una calle. No sé ni para qué.

 

 

MIGUEL ÁNGEL ZAPATA



El momento propicio

 

Espero solamente el momento propicio para ir al
Mar
O sea para mirarlo desde el centro y verlo en la
Vida
y en la muerte ambulando sin razón y sin
Apresuramiento
Creo que no quiere mirarme a los ojos y no sé a
Donde irá con sus espumas y sus peces
Multiformes
Las islas han concluido su charla con las gaviotas
Alegres
Desde allí se ve a lo lejos la ciudad
La sangre derramada los abismos los precipicios
Y los puentes desgastados
El mar
Solitario prosigue su calma hasta llegar a la
Curva
cansada de mis ojos
El mar
El mismo desde niño
Testigo de la sal de los hombres
Es el mundo esperando el final de los silencios.