domingo, 27 de abril de 2014

RUBÉN SURO


 

Voz para perderse en la montaña

  

Rompe el paisaje la siesta.

El sol juega en el abismo.

Una lección de alpinismo

dicta un chivo en plena cuesta.

 

Cruje el viento entre el yerbal,

y el cielo, que azul se muestra,

nos da su obra maestra

en la tarde tropical.

 

Un árbol florece trinos.

Borra a veces los caminos

la corpulenta maraña.

 

De repente... un vocerío:

¡parece, al pasar el río,

que se orina la montaña!

(1940)

 

AÍDA CARTAGENA


 

Una Mujer está Sola

  

Una mujer está sola. Sola con su estatura.
Con los ojos abiertos. Con los brazos abiertos.
Con el corazón abierto como un silencio ancho.
Espera en la desesperada y desesperante noche
sin perder la esperanza.
Piensa que está en el bajel almirante
con la luz más triste de la creación
Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte
con la figura acelerada ante los ojos del amor.
Una mujer está sola. Sujetando con sus sueños sus sueños,
los sueños que le restan y todo el cielo de Antillas.

Seria y callada frente al mundo que es una piedra humana,
móvil, a la deriva, perdido el sentido
de la palabra propia, de su palabra inútil.
Una mujer está sola. Piensa que ahora todo es nada
y nadie dice nada de la fiesta o el luto
de la sangre que salta, de la sangre que corre,
de la sangre que gesta o muere en la muerte.
Nadie se adelanta ofreciéndole un traje
para vestir una voz que desnuda solloza deletreándose.
Una mujer está sola. Siente, y su verdad se ahoga
en pensamientos que traducen lo hermoso de la rosa,
de la estrella, del amor, del hombre y de Dios.

 

 

 

 

DOMINGO MORENO JIMÉNES



 

La siesta

 

La negra de los dientes blancos
me ha prometido
darme una cita junto a los naranjos,
a la hora de la umbría,
en el momento que gorgean los pájaros.

Se fue por la avenida de las acacias. Y en tanto
que unas cotorras la empalizada brincan
y ella por el andén se va alejando,
por mi memoria cruza la visión de otro cuadro,
vivido hace unos meses
en el campo.

La quietud y el bochorno
me van amodorrando,
y ya siento en mis brazos su cintura
y en mis labios sus labios;
tiemblan cual uvas sus morados senos;
y como un tronco al cual ya ha herido un rayo
cae su cuerpo por tierra, y en el bosque
los ruidos cesan por un rato.
Y ya desvanecido aquel mal sueño,
con los ojos fijos en el término vago
continúa mi impiedad, indiferente
como si nada hubiera pasado.


(1919)

 

 

 

TOMÁS HERNÁNDEZ FRANCO



 

Salutación a Pancho Alegría
Capitán de Goleta

 

 

¡Salud, don Pancho Alegría
buen capitán de goleta,
matador de tiburones,
rico en naufragios y rutas,
conocedor de los vientos
crucigramas de las islas‑,
buzo de la noche negra,
buen hablador de dialectos,
ezador de avemarías
por aduaneros y puertos!

¡Salud, don Pancho Alegría,
parrandero de tormentas,
dormilón de calmas chichas,
marrullero de corrientes!
En la noche del Ozama
no se te ve ni la cara
alquitrán de cara limpia‑,
luz de bengala, tan sólo,
los nombres que vas cantando:
Aruba, la petrolera;
Turkilán, de sal estéril;
Curazao, de ron bueno;
Paramaribo y San Thomas;
Jamaica, en costa de cocos...
¡y la muchachita aquella,
capitán, dulce de plenas,
de San Juan de Puerto Rico!

¡Salud, don Pancho Alegría!
¡Sin brújula se te va
el alma, recuerdo afuera!
El alma sí se te ve
blanca de espuma en bahía,
gallardete de tu cuerpo,
¡el alma ni se te ve,
capitán Pancho Alegría!
¡Mañana ‑«pa Venezuela»‑;
por los mares del ciclón
tu cargamento de frutas
irá alegre, capitán!
¡Vendrás con lastre de piedras
y con vientos de canción
alguna historia en tu casa;
miles, en el malecón‑,
y en la taberna del muelle,
un solo trago de ron!

¡Salud, don Pancho Alegría,
buen capitán de goleta!

 

FABIO FIALLO


 
 

Inmortalidad

 

 

         A la mansión oscura de la muerte
llegaré antes que tú, quizás mañana;
y moriré sin que mi beso anide
                  en el fondo de tu alma.

         Sin esa dicha moriré inconforme,
                  mas, no sin esperanza,
que tú también a la mansión oscura,
pronto habrás de llegar, tal vez mañana.

         Entonces, despertando de mi sueño,
te acercaré a mi tumba solitaria.
¡Qué novia más gentil cuando te mire
                  de novia en tu mortaja!

         ¡Y entonces, cuántos besos en los ojos
que tuvieron tan pérfidas miradas!
¡Y cuántos en los labios embusteros!
                  ¡Y cuántos en el alma!


 

 

SOLEDAD ÁLVAREZ


 
 

En casa

 

 
Es bueno llegar
Quitarse los zapatos
Dejar en el agua el polvo del día largo
Tocar desnuda las paredes desnudas de la casa
Caminar como ciega entre muebles, libros, lámparas
como ciega que sólo tiene estas pobres cosas
Habría que arreglar puertas, pintar los techos
esmerilar espejos por donde anda mi extravío
donde miro a la que no puede escapar a ninguna parte
porque la casa es una torre que no conoce nadie
Mejor así
Me basta lo que tengo
Mías son las hormigas ensimismadas
el camino brillante de las babosas
la rana recién nacida en el baño de mi hija
y este blues largo para decir tu nombre
como un trofeo.