miércoles, 10 de febrero de 2021


 

NURIA PARÉS

 


 

Romances de la voz sola

 


Que quede grabado en mí,

que todo el momento exacto

con su plenitud perfecta

quede en mi interior vibrando...

Que nada se pierda de él,

que no tenga que encontrarlo,

pobre limosna, en el sueño,

con su perfil deformado.

Que todo el ser, blanda cera,

guarde su latido exacto,

pájaro vivo en la malla

de voluntad apresado,

que toda el alma esté alerta

y mi cuerpo esté afilando

sus mil memorias pequeñas

dispuestas a recordarlo.

 

Esta voz, que no es mi voz,

con la que hablo y me río,

que habrá de seguir en mí

y habrá de acabar conmigo,

esta voz, que no es mi voz,

que está robándole el sitio

a esa voz que yo me sé

cantando sonidos vivos...

Esta voz, que no es mi voz,

¿habrá de acabar conmigo

sin que la otra voz, mi voz,

pueda surgir de su olvido?

 

Pero mi voz está lejos

y no siente lo que digo.

Faltas de luz mis palabras

van anegándose en ritmo

con un jadear penoso

que sabe de su vacío

y el momento está esperando

no sé qué matices tibios

que hagan ahondar mi palabra

por senderos de infinito...

Pero mi voz está lejos

y no siente lo que digo.

 

LUZMARÍA JIMÉNEZ FARO

 

 

 

Cita con mis poetas



Oblicuamente noche llegas
a sacudir la fiebre que recorre
el azulado horóscopo que anudo.
Abro las manos torpe
y cuento mis diez dedos
que como diez cuchillos afilados
apuñalan lo oscuro.
Y yo,
y tú,
nosotros y vosotros,
los que amamos la voz y la palabra
al margen del insomnio,
descifraremos el ajedrez de espejos
para después, a plena luz, reconocernos.

 

LUIS ANTONIO DE VILLENA

 

 

 

El perfumista




Quiero darte mis señas, por si vuelves, 
y sospecho que seguramente vas a hacerlo.
Mi tienda está (ya ves) bien dentro del zoco,
muy cerca de las paredes de la Gran Mezquita
que se llama Az-Zituma, y vendo y hago
perfumes: rosa-cristal, benjuí, ámbar,
jazmines... En los perfumes ya es un aroma
el nombre; y hay que haber leído y ser sensible
para inventar alguno. Vivo algo más allá,
muy cerca. Pero si no es aquí, podrás hallarme
sobre todo en los Baños, al caer la tarde.
Allí discretamente se glorifica el cuerpo,
y una música tenue se mezcla con vapor y juventud:
Ahmed domina el masaje, y el negro es
también muy diestro. Acércate algún día, cuando vuelvas.
Por la noche, en la casa, bebemos café turco
y nos reunimos (esos chicos y yo) contando lances
de medida y hazañas con turistas, o calibrando
las gracias y modos de esa vieja palabra (la diré)
que casi nadie usa, a pesar de su imagen: zorrotroco.
Sí, es exactamente para reírse un poco. Algún día,
después, se leen poemas o se fuma kifi,
y alguna vez (más rara) se va al burdel muy tarde.
El día siempre es esto: los perfumes.
Y este olor también a carne, cuero y especias
que son ¿por qué no? otros raros perfumes.
Llevo siempre estas dos sortijas puestas, 
y me preocupo muy poco del futuro. Ya sabes
dónde estoy. Bien dentro del zoco,
junto a la Mezquita. Y, en fin, si cuando vuelvas
quieres hacerme un especial regalo, no busques
mucho. Hazte acompañar del mocito aquel
del aeropuerto, o del esbelto servidor del Café,
con ojos y tersura de gacela. (Es una imagen
de los antiguos poetas). La música y los dulces
los pondré yo. Y que la noche nos relate el resto.

 

 

 

SERGIO LOO

 

 

 

Necrófaga comisura de tus labios se remienda a la mía
y nuestra sonrisa, que ahora es una sola,
desangra claveles rojos, claveles oxidados,
claveles a borbotones.

 

Ramillete chorreando sin raíces de arrepentimiento.

 

CARMEN MARTÍN GAITE

 


 

Certeza



Habéis empujado hacia mí estas
piedras.
Me habéis amurallado
para que me acostumbre.
Pero aunque ahora no pueda
ni intente dar un paso,
ni siquiera proyecte fuga alguna,
ya sé que es por allí
por donde quiero ir,
sé por dónde se va.
Mirad, os lo señalo:
por aquella ranura de poniente.

 

MÓNICA NEPOTE


 

 

La ventana indiscreta 

 

 

 

La estación

Tímida se borda en la orilla de febrero. Su rostro detiene el gélido punzar del aire y la tierra, amorosa, cede su hondura a la semilla;

 

Al principio del tiempo. La granada perdida en los infiernos abre su amargura en el trino de las aves, este color es su regalo.