miércoles, 6 de noviembre de 2019


TAKUBOKU ISHIKAWA





Por tu mejilla resbalaba una lágrima.
Sin secarla, me mostrabas un puñado de arena.
¡Imposible olvidarla!


SAKUTARO HAGUIWARA





Enamorado del enamoramiento



Con la boca pintada, yo
besé el tronco de un tierno abedul blanco.
Yo, por más guapo que sea,
no tengo pechos como pelotas.
Mi cutis no esparce la fragancia de polvos finos.
Soy un infeliz marchitado.
Ay, ¡qué hombre tan pobre!
En este campo de estío temprano aromado,
en la arboleda fulgurante,
me puse ajustados guantes de color del cielo.
Me puse en la cadera algo parecido a un corsé,
me enhariné la nunca con polvo.
Así coqueteando sigilosamente
como hacen las muchachas
incliné la cabeza levemente,
besé el tronco de un joven abedul blanco.
Pintada la boca con el color de las rosas
abracé al alto árbol blanco.


ANA MARÍA FUSTER





¿Seré aquella sombra sin cuerpo que va pasando?



La jornada es larga
como caravana de mentiras,
y solo regresa a mí,
a mi sombra anónima que se libera
a los espejos suicidas que me invitan a cenar.

La soledad
desoja mis dedos resecos
¿no será que se pueden fermentar
para hacer un buen licor de ajenjo
y embriagarme hasta el último latido del deseo
o hasta que la muerte y el sueño devoren mi sombra?



SEBASTIÁN ALVARADO



  

en mi cabeza
de las hojas caen árboles
de los árboles caen raíces
de las raíces cae tierra
de la tierra cae un planeta
que tiene deseos de explotar
que tiene deseos de ser
el centro de condensación
de un agujero negro
que devorará
que absorberá toda la materia
que se atreva a circundarlo
y después
estallará
iniciando un proceso
de creación de fundación de soles
de galaxias de lugares
donde el dios sea el silencio
conjugado con las luces
contrastadas con una oscuridad
sin límites



ANDREA CABEL GARCÍA





 [En breve cárcel]
                                     
 Muera lo que deba morir; lo que me callo.
                                                    Antonio Gamoneda



Invades el camino,
De punta a punta,
Como una rueda
Y tu nombre mastica una espera
Sentada
Sobre el lomo de un erizo,
Con la mirada en la puerta, 
Con tus carencias latiéndote en los ojos
Con tu esperanza en un nombre de estómago amplio.

Y mi necesidad de salir del borde del suelo
Para olvidar tu abandono para acariciar por dentro
Esta voluntad donde pende una línea
Como una boca que se abre frente a la voz de un animal que llora.

Te encuentro entre grandes voces semejantes a la mía
Estirando los muros con latas rellenas de piedras
Cubiertas de frutas secas
dulces como el rostro de una anciana
dulces como la mordida de una tormenta
el camino bordeado de plantas de sed, de rostros muertos,
Mírame, llena de puertas cerradas
cubierta de una infancia mal curada

mírame frágil
sabiendo de mi tiempo como una habitación rota
como un colchón sumiso al tiempo
a un cuerpo solitario
nadando entre rabia
y pudor
nadando
austero

inválido.


RICARDO MOLINARI






Si yo pudiera verte rama ardida...



Si yo pudiera verte rama ardida,
prometida de espejos -flor de celo-
quebrando el aire dulce sin consuelo,
en ámbitos de lumbre despedida.

Espacio estéril, cielo sin salida.
¡Ay, qué gozosa muerte es tu anhelo
de agua y tierra apretada, de tu cielo
sin ángeles! Tu cielo sin huída,

allí, donde mi voz está callada,
con el borde deshecho, con la frente
sin tarde: ¡clavel!; rosa desolada.

Sueño de sueño, luna de gemido,
-claridad despoblada- impaciente;
sí, campo, mar, estío, aire querido.