[En breve cárcel]
Muera
lo que deba morir; lo que me callo.
Antonio Gamoneda
Invades
el camino,
De
punta a punta,
Como
una rueda
Y
tu nombre mastica una espera
Sentada
Sobre
el lomo de un erizo,
Con
la mirada en la puerta,
Con
tus carencias latiéndote en los ojos
Con
tu esperanza en un nombre de estómago amplio.
Y
mi necesidad de salir del borde del suelo
Para
olvidar tu abandono para acariciar por dentro
Esta
voluntad donde pende una línea
Como
una boca que se abre frente a la voz de un animal que llora.
Te
encuentro entre grandes voces semejantes a la mía
Estirando
los muros con latas rellenas de piedras
Cubiertas
de frutas secas
dulces
como el rostro de una anciana
dulces
como la mordida de una tormenta
el
camino bordeado de plantas de sed, de rostros muertos,
Mírame,
llena de puertas cerradas
cubierta
de una infancia mal curada
mírame
frágil
sabiendo
de mi tiempo como una habitación rota
como
un colchón sumiso al tiempo
a
un cuerpo solitario
nadando
entre rabia
y
pudor
nadando
austero
inválido.
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