viernes, 29 de marzo de 2019


CATALINA GONZÁLEZ RESTREPO





Promesa



La señora, vestida de negro, exhibe su viudez
mientras nosotros compartimos el postre.
Nos habla de esa llama
que se enciende y apaga,
nos mira a los ojos,
dice que se la jugó toda y no perdió,
la muerte nos hace vulnerables a la verdad.
Desordena su pasado
y se alegra de tu mano sobre la mía.
Quizás adivina que hace rato sueño con llegar a casa
y que lentamente dejas caer mi falda,
la misma de esa vez,
cuando cenamos con tus amigos
y aún no éramos nada.


ABRIL MEDINA





Usábamos palabras de cuatro metros como aeroplano
cada letra medía lo que mide un segundo al aire
pero no te distraigas en eso
tengo sólo un vicio que quiere matarme y no tiene que ver con Marlboro o Johny Walker
siendo profundamente honesto no tiene nada que ver con el bostezo abierto o la dimplomacia
por aquí está muy oscuro y  uno confunde el sabor con el efecto
tomábamos el tiempo que tardaba una cosa para transformarse en otra y después
en alguien
cada sombrilla podía ser un barco giratorio antes de ser un tipo horriblemente despeinado
pero no me preguntes esos detalles
tu madre o la mía dirían que perdimos la razón
sólo tengo una historia y se prende más rápido que el fuego en un derrame de petróleo
igualmente se consume y nadie sabe lo que pierde al encontrar la moraleja
sabíamos arriesgarlo todo variar veces por noche y sobre el auto eran toda vía más
éramos tan cómicos jugando al drama
podíamos quedarnos en el mismo sitio dando vueltas al caligrama
y cuando abríamos la boca alguien hablaba de nosotros por adentro
pero no quiero recordarlo
porque entonces me río y esto es bastante serio
esto es bastante serio…
tratemos de dormir.



CORAL BRACHO





El amor es su entornada sustancia



Encendido en los boscajes del tiempo, el amor
es su entornada sustancia. Abre
con hociquillo de marmota,
senderos y senderos
inextricables. Es el camino
de vuelta
de los muertos, el lugar luminoso en donde suelen
resplandecer. Como zafiros bajo la arena
hacen su playa, hacen sus olas íntimas, su floración
de pedernal, blanca y hundiéndose
y volcando su espuma. Así nos dicen al oído: del viento,
de la calma del agua, y del sol
que toca,
con dedos ígneos y delicados
la frescura vital. Así nos dicen
con su candor de caracolas; así van devanándonos
con su luz, que es piedra,
y que es principio con el agua, y es mar
de hondos follajes
inexpugnables, a los que sólo así, de noche,
nos es dado ver
y encender



JORGE EDUARDO EIELSON





Columna al otoño



Se pierde el tiempo, las sedosas sombras
Que ruedan entre esferas de esmeralda
Hacia la muerte. Frente al otoño
Respiro como un ángel, escucho el silbido
De las flores vivas, veo grandes cielos,
Y corrientes frías de olvidados rostros
Pasan por mi frente. Yo sé bien,
Corazón mío, gorgona púrpura y girante,
Cómo es de oscura tu sonrisa y cómo se agita
Tu corona de gusanos en la sombra. Rey vulnerado
Por las detonaciones lilas del otoño,
Heme aquí, transido ante los fuegos estelares,
Mirando cómo arden en una azul columna,
Agreste y solitaria, mi corazón, los árboles y el viento.


De: "Doble diamante"


JUAN SÁNCHEZ PELÁEZ





No estás conmigo...



No estás conmigo. Ignoro tu imagen. No pueblo tu gran olvido.
Pasarán los años. Un rapto sin control como la dicha
      habrá en el sur.
Con la riqueza mágica del encuentro, vuelve hasta mí,
      sube tu silencioso fervor,
tu súplica por los viajes,
tu noche y tu mediodía.

Apareces.

Tu órbita desafía toda distancia.

Entonces, para iluminar el presente, tú y yo acariciamos
      la llaga de nuestro antiguo amor.


De: "Animal de costumbre"


JULIA PRILUTZKY





Quiero estar en tu sueño. Ser tu sueño...



Quiero estar en tu sueño. Ser tu sueño.
Penetrar más allá de lo que advierte
la mirada sutil. Como beleño
recorrer, galopar tu sangre inerte.

Quiero quebrar con definido empeño
toda defensa en ti: muralla, fuerte:
y adentrarme, crisálida de ensueño
más allá de tu vida y de tu muerte.

Más allá de tu piel, y más adentro
de toda sombra, y más allá del centro
desconocido, virgen, tembloroso...

Y estar dentro de ti -seguro puerto-
como un paradojal milagro cierto,
presentido a la vez que pavoroso.