"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 11 de abril de 2021
JOHANN WOLFGANG VON GOETHE
La
despedida
¡Deja
que adiós te diga con los ojos,
ya
que a decirlo niéganse mis labios!
¡La
despedida es una cosa seria
aun
para un hombre, como yo, templado!
Triste
en el trance se nos hace, incluso
del
amor la más dulce y tierna prueba;
frío
se me antoja el beso de tu boca
floja
tu mano, que la mía estrecha.
¡La
caricia más leve, en otro tiempo
furtiva
y volandera, me encantaba!
Era
algo así cual la precoz violeta,
que
en marzo en los jardines arrancaba.
Ya
no más cortaré fragantes rosas
para
con ellas coronar tu frente.
Frances,
es primavera, pero otoño
para
mí, por desgracia, será siempre.
SELAM WEARING
Poema
de una muerte anunciada
Sólo
quiero que esto no termine
en otro de esos tristes
—pero siempre reconfortantes—
poemas de amor.
Otro de esos poemas que inmortalizan
el triunfo de los cobardes
o de los torpes,
y que se anuncian ante nosotros
con promesas
de que una vida juntos
habría sido posible.
Habría. Qué putada.
GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANADA
Las
contradicciones
No
encuentro paz, ni me permiten guerra;
De
fuego devorado, sufro el frío;
Abrazo
un mundo, y quédome vacío;
Me
lanzo al cielo, y préndeme la tierra.
Ni
libre soy, ni la prisión me encierra;
Veo
sin luz, sin voz hablar ansío;
Temo
sin esperar, sin placer río;
Nada
me da valor, nada me aterra.
Busco
el peligro cuando auxilio imploro;
Al
sentirme morir me encuentro fuerte;
Valiente
pienso ser, y débil lloro.
Cúmplese
así mi extraordinaria suerte;
Siempre
a los pies de la beldad que adoro,
Y no
quiere mi vida ni mi muerte.
ANTONIO LUCAS
París,
1996
Tu
sombra es una calma torturada. Un cuerpo que palpita
goteante,
todavía. Tu sombra es tu ciudad y el llanto en que se torna,
la
fiebre de sus puentes como aspas cinceladas, sus puentes de
clamor
o arista enloquecida; los puentes con su historia de
cuerpos
que se abrazan y líquenes furiosos, de manos
que
soportan un mundo de miseria, con un fuego de siglos y amor
desesperado.
Tú
vienes del olvido como un recuerdo ciego, y estás aquí, entreabiertos
nosotros,
germen de ese cauce que cruza ya las bocas y trae su
resonancia
de máscaras o estío, tu tierno abecedario de sueños
improbables
y noche sorprendida, y pecho que se colma.
Tu
sombra es una turbia melodía. De súbito racimos de agua
helada
se incendian sordamente, la pálida caricia de unos dedos
otoñan
los tinteros profanados, las ramas de esta tarde que se
dora,
mi voz que entró en un rostro como una piel dormida, en luz de
tanto
olvido cuando arden las acequias, los muros de tu mano.
De
aquel invierno frágil, por ejemplo, de aquel viejo rincón de
esencias
anilladas tan sólo quedarán los arcos de su pulso, la
bóveda
estallante del abrazo, su música angular, el té de la agonía,
la
gárgola que inciensa el sílex de los nombres;
de
aquel invierno tuyo, por ejemplo, tan sólo un manifiesto
compartido,
acaso unas cenizas de noche o de mirada.
De: “Fuera
de sitio”
VASKO POPA
La
puerta
¿Por
qué abrir la puerta?
Hay
que buscar tanto tiempo para encontrarla. A veces está
en una pared, a veces en el techo, a veces debajo del mismo cabezal.
Y es
tan difícil abrirla. Te rompes las uñas sólo para entreabrirla
y no te puedes detener en el umbral más de un instante: se te
nubla la mirada, te precipitarías al abismo.
¿Por
qué abrir esa puerta que no lleva a ninguna parte? Abres
sus hojas y ante ti se descubre la oscuridad, la hueca oscuridad. Si
por lo menos condujera a otro cuarto, a un jardín o un balcón con
hermosa vista.
Sin
embargo, hay que abrirla. A cualquier precio hay que abrir
esa puerta.
Para que haya aire.
JUAN ANDRÉS GARCÍA ROMÁN
Cada
pirámide es
la punta de una estrella
las culturas todas
del globo levantaron
pirámides la tierra
es una estrella
hecha
de barro y
apagada en el mar
es fea pero hermosa
el color amarillo
en azul sumergido
es verde de repente
más
pálido en los polos
y en el centro oceánico
con monos luego gente
en las orillas bailan
y cantan para que
gire la tierra o
por lo que sea