"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 14 de julio de 2018
IVÁN TUBAU
Cuatro Rubaiyyat de Cambridge
En Sinera de Munt
Cuando yo no esté aquí se habrá acabado el mundo
y no habrá nunca más olor de madreselva
ni el perfume tenaz de entrepierna mojada
ni el aroma del vino ni el azul de la mar.
En Sinera de Munt
Cuando yo no esté aquí se habrá acabado el mundo
y no habrá nunca más olor de madreselva
ni el perfume tenaz de entrepierna mojada
ni el aroma del vino ni el azul de la mar.
De: "Vendrán meses con erre"
GABRIELA MARI
Poesía urgente
Nadie
escucha sus pasos
están descalzos
Nadie lee sus poemas
están en blanco
están descalzos
Nadie lee sus poemas
están en blanco
Pero
están y es sabido
y nos miran de a ratos
con sus ojos oscuros
con sus dedos latientes
y nos miran de a ratos
con sus ojos oscuros
con sus dedos latientes
Están
en las oscuras marquesinas
el viento les canta a sus oídos
la noche los abraza temerosa
tiniebla de futuro impredecible
banderas con franjas de colores
dibujos en sus mentes escondidos
el viento les canta a sus oídos
la noche los abraza temerosa
tiniebla de futuro impredecible
banderas con franjas de colores
dibujos en sus mentes escondidos
No hay
poesía que albergue su destino
su presente en hojas mal dobladas
la ilusión que se aferra al continente
de dolidos millones de niñitos
su presente en hojas mal dobladas
la ilusión que se aferra al continente
de dolidos millones de niñitos
Qué
hacer en esta selva maldecida
no sólo por el poder que los oculta
sino por la indecencia de los tantos
que con traje o sandalias los ignoran
con monedas no se quitan esas culpas
no sólo por el poder que los oculta
sino por la indecencia de los tantos
que con traje o sandalias los ignoran
con monedas no se quitan esas culpas
Nadie
sabe sus nombres pero advierten
que son muchos
que son nbi
marginales del sistema
postergados
pobres
cabecitas negras
en desuso
piojosos
malolientes
insolentes
y como no les alcanza
ya son delincuentes
que son muchos
que son nbi
marginales del sistema
postergados
pobres
cabecitas negras
en desuso
piojosos
malolientes
insolentes
y como no les alcanza
ya son delincuentes
Yo les
canto igual
quizás me escuchen
Yo les canto desde el dolor y la impotencia
les digo que el futuro es para ellos
de ellos
con ellos
quizás me escuchen
Yo les canto desde el dolor y la impotencia
les digo que el futuro es para ellos
de ellos
con ellos
Yo les
canto igual
no tengo otra
tengo las manos huecas y dolidas
no me calma el verso, y la armonía
se escapa de la mano de un chiquito
paseo con el sol a todo fuego
los monitos le cuentan otra historia
él se ríe
y su sonrisa cubre el mundo.
no tengo otra
tengo las manos huecas y dolidas
no me calma el verso, y la armonía
se escapa de la mano de un chiquito
paseo con el sol a todo fuego
los monitos le cuentan otra historia
él se ríe
y su sonrisa cubre el mundo.
Buenos Aires, Octubre 23, año 2004
ADRIANA TAFOYA
El tableteo de la sátira
I
Suelto
cabriolas desgreñadas
sobre
las alfombras del paisaje
arqueo mi cuerpo
rodeado
de ciruelas, crisantemos
un morado de flores resecas
y el
mordaz sabor de los arándanos
busco
camorra
salto
arranco
cerezas
desangro
ramos
en el
vello de la tierra
crecen
dedos suculentos
los
corto de un tajo
caen
los dedos
y aún
en el suelo
se
agitan
con el
ahogo del llanto
troncho los fetos recién florecen
mato los pájaros
II
Jadea
el viento
se
inflaman las mareas
el mar
mortecino
se
moldea en azulado abismo
suelo
comerme las sirenas
sirenas
rojas enroscadas en las costa
de
escamas sombrías como las ojeras
las
arrastro lejos de la cueva de los sátiros
al
vapor negro de las sombras
donde
el musgo es
de
mojado tabaco
se
desangrarán docenas de ellas
quedarán
secas
disecadas
por el viento
condenadas
a quebrarse
al
quebranto sobre la sucia tierra
III
Yo la
pequeña y dulce cara de niño
soy la
dama de espesas crines
una
cabeza en la ventana
de
carne y pelos
la miel
de la piedra soy
el
sátiro
y la
vellosidad hiriente
de todos ellos
el
vaivén de los perros sobre las caderas
los
lengüetazos
perros y sus testículos golpeando
entre las patas
aún
no hay música para mi canto
aún no hay flores para mi boca
ni laúd ni ocarina ni arpa
soy un
violín de gruñidos oxidados
creo en el silencio
vivir bajo el tablero
en espera de la nueva guerra
IV
Se
descarna la mañana
y de
pronto me encuentro sin memoria
sólo oro quemado
ante
las arrugas del cielo
se me
rompen los pasos
como
las tostadas hojas
de los
árboles muertos
nada
sabrán sobre mí
no
sabrá nadie sobre mi sexo
aunque
todos lo conocieron
en esta
tierra manchada con el excremento
de las moscas
todo lo
borra el tiempo
ni el dolor se salva
todo lo
que olvidamos
nos
hace existir menos
todo lo
que se olvida
nos
hace existir menos
menos soy
cuando
menos recuerdo
soy menos
cuando menos recuerdos tengo
no recuerdo soy menos
no recuerdo
Todo lo que fui se esconde bajo las hojas
MIGUEL RASH ISLA
De bohemia
Noche invernal. En torno de la mesa
transcurre humildemente la velada;
ella calla y me mira; en su mirada
tiembla su corazón hecho promesa.
Callo también y sueño. Me embelesa
la quietud de este cuarto de barriada
en que vivo una hora, sazonada
con mieles de pecado y de sorpresa.
Un abandono lánguido me embarga,
pues en la noche embrujadora olvido
del diario afán la pequeñez amarga,
Noche invernal. En torno de la mesa
transcurre humildemente la velada;
ella calla y me mira; en su mirada
tiembla su corazón hecho promesa.
Callo también y sueño. Me embelesa
la quietud de este cuarto de barriada
en que vivo una hora, sazonada
con mieles de pecado y de sorpresa.
Un abandono lánguido me embarga,
pues en la noche embrujadora olvido
del diario afán la pequeñez amarga,
y
porque en el silencio y a su lado,
gozo un minuto libre, en el florido
regazo del azar y del pecado.
gozo un minuto libre, en el florido
regazo del azar y del pecado.
AMOS OZ
Viudo y padre. Paciente y recto Como una rama.
Por las noches se avergüenza en la cama.
Al otro lado duerme una mujer que ama.
El sueño se resiste. Ella está al otro lado
sola y desnuda de costado,
Hija mía. Esposa. Tesoro hallado.
La luz de la mesilla tiene que encender.
En la foto de la cómoda, su hijo. Su mujer.
Se arrastra hacia la cocina. Quiere beber.
Vuelve a su habitación. Se sienta. Bebe un vino embriagador.
Se ensimisma frente a la pantalla del ordenador.
Teclea: un verano agotador.
Desde el jardín oscuro un pájaro le reclama,
envuelto en sombras la luz proclama.
Narimi Narimi. ¿Recuerdas? Te llama.
Se
levanta. Desea ir a taparla, huir de su soledad,
extender sobre su sueño un ala de padre de avanzada edad.
Vuelve a la cama. Domina su piedad.
extender sobre su sueño un ala de padre de avanzada edad.
Vuelve a la cama. Domina su piedad.
Se
olvida de su cuerpo. Se atormenta. Se mueve.
Vuelve a dar la luz. Casi las cinco de la madrugada. Llueve.
En el Tibet las cinco son ya las nueve.
Vuelve a dar la luz. Casi las cinco de la madrugada. Llueve.
En el Tibet las cinco son ya las nueve.
De: "El mismo mar"
Versión de Raquel García Lozano
IRENE SÁNCHEZ CARRÓN
Escultor con estatua
Duermo bajo tu luz y me despierta
un eco de latidos que viene de muy lejos.
Dejo caer mis dedos
por el caudal crecido de tu inmóvil cabello
y acaricio tu rostro,
tus mejillas, tus labios,
con mis ojos cerrados,
en lo oscuro, despacio,
voy a tientas, recorro
la nieve antes no hollada de tu carne.
Quiero sellar las grietas
que el tiempo helado forma
y cerrarte los ojos sobre sueños
y tenerte por siempre en mi hermosa mentira.
Quiero habitar tus brazos
que sólo viste el aire
y entrar al cielo inmóvil de tu alma
y ver mi soledad reflejada en tu pecho.
Bajo mis manos eres
la luz del primer día.
Duermo bajo tu luz y me despierta
un eco de latidos que viene de muy lejos.
Dejo caer mis dedos
por el caudal crecido de tu inmóvil cabello
y acaricio tu rostro,
tus mejillas, tus labios,
con mis ojos cerrados,
en lo oscuro, despacio,
voy a tientas, recorro
la nieve antes no hollada de tu carne.
Quiero sellar las grietas
que el tiempo helado forma
y cerrarte los ojos sobre sueños
y tenerte por siempre en mi hermosa mentira.
Quiero habitar tus brazos
que sólo viste el aire
y entrar al cielo inmóvil de tu alma
y ver mi soledad reflejada en tu pecho.
Bajo mis manos eres
la luz del primer día.
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