sábado, 14 de julio de 2018


IVÁN TUBAU





Cuatro Rubaiyyat de Cambridge

                                                                  En Sinera de Munt



Cuando yo no esté aquí se habrá acabado el mundo
y no habrá nunca más olor de madreselva
ni el perfume tenaz de entrepierna mojada
ni el aroma del vino ni el azul de la mar.


De: "Vendrán meses con erre"



GABRIELA MARI





Poesía urgente



Nadie escucha sus pasos
están descalzos
Nadie lee sus poemas
están en blanco

Pero están y es sabido
y nos miran de a ratos
con sus ojos oscuros
con sus dedos latientes

Están en las oscuras marquesinas
el viento les canta a sus oídos
la noche los abraza temerosa
tiniebla de futuro impredecible
banderas con franjas de colores
dibujos en sus mentes escondidos

No hay poesía que albergue su destino
su presente en hojas mal dobladas
la ilusión que se aferra al continente
de dolidos millones de niñitos

Qué hacer en esta selva maldecida
no sólo por el poder que los oculta
sino por la indecencia de los tantos
que con traje o sandalias los ignoran
con monedas no se quitan esas culpas

Nadie sabe sus nombres pero advierten
que son muchos
que son nbi
marginales del sistema
postergados
pobres
cabecitas negras
en desuso
piojosos
malolientes
insolentes
y como no les alcanza
ya son delincuentes

Yo les canto igual
quizás me escuchen
Yo les canto desde el dolor y la impotencia
les digo que el futuro es para ellos
de ellos
con ellos

Yo les canto igual
no tengo otra
tengo las manos huecas y dolidas
no me calma el verso, y la armonía
se escapa de la mano de un chiquito
paseo con el sol a todo fuego
los monitos le cuentan otra historia
él se ríe
y su sonrisa cubre el mundo.


Buenos Aires, Octubre 23, año 2004



ADRIANA TAFOYA





El tableteo de la sátira



I

Suelto cabriolas desgreñadas
sobre las alfombras del paisaje
               arqueo mi cuerpo
rodeado de ciruelas, crisantemos 
                           un morado de flores resecas
y el mordaz sabor de los arándanos

busco camorra 
                            salto
                                       arranco cerezas
desangro ramos
en el vello de la tierra
crecen dedos suculentos
los corto de un tajo
caen los dedos
y aún en el suelo
se agitan
con el ahogo del llanto

            troncho los fetos recién florecen
                         mato los pájaros


II

Jadea el viento
se inflaman las mareas
el mar mortecino
se moldea en azulado abismo
suelo comerme las sirenas
sirenas rojas enroscadas en las costa
de escamas sombrías como las ojeras
las arrastro lejos de la cueva de los sátiros
al vapor negro de las sombras
donde el musgo es
de mojado tabaco
se desangrarán docenas de ellas
quedarán secas
disecadas por el viento
condenadas a quebrarse
al quebranto sobre la sucia tierra


III

Yo la pequeña y dulce cara de niño
soy la dama de espesas crines
una cabeza en la ventana
de carne y pelos
la miel de la piedra soy
el sátiro
y la vellosidad hiriente
                   de todos ellos

el vaivén de los perros sobre las caderas
los lengüetazos
          perros y sus testículos golpeando
                           entre las patas

 aún no hay música para mi canto
          aún no hay flores para mi boca
   ni laúd ni ocarina ni arpa
soy un violín de gruñidos oxidados
  creo en el silencio
        vivir bajo el tablero
  en espera de la nueva guerra


IV

Se descarna la mañana
y de pronto me encuentro sin memoria
                    sólo oro quemado
ante las arrugas del cielo
se me rompen los pasos
como las tostadas hojas
de los árboles muertos

nada sabrán sobre mí
no sabrá nadie sobre mi sexo
aunque todos lo conocieron
en esta tierra manchada con el excremento
                                   de las moscas
todo lo borra el tiempo
            ni el dolor se salva
todo lo que olvidamos
nos hace existir menos
todo lo que se olvida
nos hace existir menos
              menos soy
cuando menos recuerdo
                          soy menos
                  cuando menos recuerdos tengo

                no recuerdo    soy menos

                no recuerdo

       Todo lo que fui se esconde bajo las hojas



MIGUEL RASH ISLA





De bohemia



Noche invernal. En torno de la mesa
transcurre humildemente la velada;
ella calla y me mira; en su mirada
tiembla su corazón hecho promesa.

Callo también y sueño. Me embelesa
la quietud de este cuarto de barriada
en que vivo una hora, sazonada
con mieles de pecado y de sorpresa.

Un abandono lánguido me embarga,
pues en la noche embrujadora olvido
del diario afán la pequeñez amarga,

y porque en el silencio y a su lado,
gozo un minuto libre, en el florido
regazo del azar y del pecado.


AMOS OZ





Envuelto en sombras la luz proclama



Viudo y padre. Paciente y recto Como una rama.
Por las noches se avergüenza en la cama.
Al otro lado duerme una mujer que ama.

El sueño se resiste. Ella está al otro lado
sola y desnuda de costado,
Hija mía. Esposa. Tesoro hallado.

La luz de la mesilla tiene que encender.
En la foto de la cómoda, su hijo. Su mujer.
Se arrastra hacia la cocina. Quiere beber.

Vuelve a su habitación. Se sienta. Bebe un vino embriagador.
Se ensimisma frente a la pantalla del ordenador.
Teclea: un verano agotador.

Desde el jardín oscuro un pájaro le reclama,
envuelto en sombras la luz proclama.
Narimi Narimi. ¿Recuerdas? Te llama.

Se levanta. Desea ir a taparla, huir de su soledad,
extender sobre su sueño un ala de padre de avanzada edad.
Vuelve a la cama. Domina su piedad.

Se olvida de su cuerpo. Se atormenta. Se mueve.
Vuelve a dar la luz. Casi las cinco de la madrugada. Llueve.
En el Tibet las cinco son ya las nueve.


De: "El mismo mar"

Versión de Raquel García Lozano


IRENE SÁNCHEZ CARRÓN





Escultor con estatua



Duermo bajo tu luz y me despierta
un eco de latidos que viene de muy lejos.

Dejo caer mis dedos
por el caudal crecido de tu inmóvil cabello
y acaricio tu rostro,
tus mejillas, tus labios,
con mis ojos cerrados,
en lo oscuro, despacio,
voy a tientas, recorro
la nieve antes no hollada de tu carne.

Quiero sellar las grietas
que el tiempo helado forma
y cerrarte los ojos sobre sueños
y tenerte por siempre en mi hermosa mentira.

Quiero habitar tus brazos
que sólo viste el aire
y entrar al cielo inmóvil de tu alma
y ver mi soledad reflejada en tu pecho.

Bajo mis manos eres
la luz del primer día.