sábado, 15 de diciembre de 2018


ARGENTINA CASANOVA





Confesiones



En un paseo por la ciudad
de las palabras
la tibieza del aire
nos habla en el rostro
para revelarnos
en cualquier tarde
de cielo enmarañado
entre nubes negras y llovizna
En una gota puede contenerse
toda la furia del mar.


ANDREA CABEL GARCÍA


  


[currahee] 



éramos una guerra de espejos,
doce millas de ancho por doce de largo.
la simetría de dos muertos encendidos de golpe
prendiendo las luces en el abandono de la noche,
buscando los pozos de los abuelos,
la muñeca que era la hija.
los ojos que siguen mirando desde la cama,
las grietas de todas las paredes.
el paraíso,
una isla de tierra roja abierta en dos que mira al agua salada.
un conjunto de esqueletos frente al paisaje de la plaza,
un centro duro de luz
de animales verdes y amarillos empozando las medias lunas,
la navegación de los peces,
el soplo de las arañas junto a la flor que mira al techo.
nadie extraña el mediodía, la altura de los rostros.
no hay distancia desde los huesos,
nadie suspende la caída
y el mundo es esta tarde que combate,
que solo mide desde este corazón,
el cansancio que trae la sed,
la implosión de las cucharas que lo ven todo desde aquí arriba.


DEREK WALCOTT




En los otros ochenta, cien veranos que marcharon...



En los otros ochenta, cien veranos que marcharon
como la luz de un paraíso doméstico, la idea del cielo
de un hedonista era el aparador de una cocina francesa,
manzanas y garrafas de arcilla de Chardin a los Impresionistas,
el arte era une tranche de vie, queso o pan horneado en casa-
la luz, en su opinión, era lo mejor que el tiempo ofrecía.
El ojo era la única verdad, y aquello que atraviesa
la retina se desvanece al amanecer; la profundidad de nature morte
era que la propia muerte es sólo otra superficie
como el lienzo, pues pintar no puede capturar el pensamiento.
Cien veranos que se fueron, con el acordeón que hace olas,
faldas almohadilladas, grupos en botes, golpes blancos como zinc en el agua,
muchachas cuyas mejillas ruborizadas no sobrevivieron a sus rosas.
Entonces, como tubos desecados, los soldados retorcidos
se amontonaron en el Somme y Verdun. Y los muertos
menos reales que una explosión fatal de crisantemos,
idéntico carmesí para la naturaleza muerta y la matanza
de jóvenes. Tenían razón -todo le vale
al pintor con su caballete puesto como un fusil en los hombros.


Versión de Vicente Araguas


ELMA MURRUGARRA





12:35 p.m. Pulgarcito



Una cicatriz reposa sobre un pulgar
Mis manos han aprendido nuevos acordes
La guitarra no extraña más tus brazos
Tu ausencia dejó de intimidar a mi soledad


De: “Cuentos de Domingo”



LORENA HUITRÓN




  
Naturaleza de la fiesta



Estrujar el aire es cortar una liviana raíz
que aparece al abrir los brazos,
sujetarse a un cuerpo en la dicha
y en la desdicha.
Respirar el humo es calzar
al aparente amor, el cuerpo
sin peso que se irá al volver
a la terraza.
Para traer la adolescencia
tan sólo hay que cantarla:
un golpe sacará la mesura de la frente
abrazando al error, esta fantasía de certeza
con resaca sibilante de cigarras.



ROXANA ELVRIDGE-THOMAS





Soledad



Un gato luminoso deslizó sus huellas por mi sueño,
rondó el espacio en el que habito,
encendió con rumores las bujías
que pensaba fundidas para siempre.

Trajo en las pupilas el remedio
que ayuda a atravesar todo abismo.

Entre el pelo de su lomo
vivía una legión de seres asombrosos
siempre listos para el tósigo, las alas
y el balance sempiterno de las lunas.

Su luz alimentó los pliegues de estos muros,
hizo cóncava la almendra en que reposo,
bordó mil manantiales al contacto de sus patas.

Ahora, que emprendo nuevamente la marcha,
vuelvo el rostro hacia el lugar donde solía morar
y veo al gato iluminando la ventana.
Cierra los ojos.
Comprendo que se ha ido.