"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 3 de septiembre de 2022
DORI GÔMEZ
La
luna
Nostalgia
del amor que se fue,
en
el oro rojo del atardecer
espero
la noche en la húmeda hierba.
Unge
mi cuerpo la luna
con
rayos de plata
me
abrazo a ella,
intentando
olvidar este penar
que
me lleva a tal tristeza.
Te
gustaban mis manos
que
escribían mil poemas
sobre
tu piel morena,
te
besaba la boca,
las
manos, te besaba todo,
hasta
las preguntas.
COVENTRY PATMORE
Las
profundidades del espíritu
No
es en la crisis de los eventos
De una esperanza musical,
O en los actos de graves consecuencias,
Donde la vida revela su profundidad.
El día de los días no está en el pasado,
En aquello que fue pospuesto, demorado;
La noche de la muerte
Se llevó nuestra lámpara lejos,
Sin ser la noche en la que, perplejo,
Mi amada llegó bajo la luna en el espejo,
A través de los umbrales de la tersura.
Caminando sobre aquella tarde profunda,
Dónde vimos las flores agitarse en el agua.
ALICE MEYNELL
La
pastora
Mi
dilecta Señora
es de ovejas pastora.
Rebaños apacienta
de pensamientos, que conserva blancos;
los libra de barrancos,
en la altitud fragante los sustenta
y al guardarlos, de noche, los recuenta.
Ledas
colinas huellan sus pisadas;
valles seguros, hondos y señeros;
en aquel tierno seno los luceros
más puros pueden lanzar sus miradas.
Mi
dilecta Señora
es de ovejas pastora.
De
vista nunca pierde
sus pensamientos niños;
aunque trisquen y salten en lo verde
los cuida su cariño.
Tal
es de circunspecta,
tal de recta,
por ser de su alma guardadora.
Mi
Señora dilecta
es de ovejas pastora.
Versión
de Manuel Beltroy.
VÍCTOR ANGULO
Afirmación
de confianza
Puedo y no quiero evitar los ojos de Imre Kertész,
su punto preciso de observación que se hiciera añoranza de matriz en otro
tiempo,
aunque a veces no alcance a comprender el sentido último de su mirada,
su ademán,
o esa sonrisa contenida, oblicua, como de sospecha.
Como el cuerpo de esos niños que se ovillan con gestos felinos ante el
sufrimiento o el frío.
Como si ya intuyeran,
por ejemplo,
que el dolor no les abandonará nunca,
ni siquiera un instante.
Que les habitará sin ensombrecerles,
incluso cuando en apariencia dé a la melancolía solamente un fundamento;
incluso cuando les parezca presentir que cada cual llora a su modo el tiempo
que pasa,
que los ojos han de tener la melancólica contemplación de lo acostumbrado,
sabedores de su indiferencia hacia con la primavera y el verano,
aunque los retoños de los robles, lo quiera o no,
son una afirmación de confianza.
Rechazan el patetismo.
LETICIA SALA
Solo estaban de paso
De todos
los que pasaron por mi cuerpo
ya no queda nada
ni recuerdo ni células ni deseo
les perdono sin que me hayan pedido
perdón.
Yo solo pido perdón
a las mujeres que hay en mí,
y que no supe proteger.
Tal vez ahora mismo
alguna de esas mujeres
que todavía no conozco
está buscando mi perdón
por algo que me queda por vivir.
No tengo nada que perdonar:
nadie me debe nada.
De: “In Real Life”
