viernes, 29 de noviembre de 2019


ALFONSO CORTÉS





Estancia



Órganos familiares de los bosques vecinos,
por vosotros, el viento un ideal me labra;
yo soñé darle a mi alma surcada de caminos
un hecho audaz con lo total de la palabra.

Di mi canción al mundo, órganos familiares,
y mi canción ahora sobre el mundo se pierde,
cual la espuma, que tiembla en el pecho de los mares,
o como vuestras músicas entre el ramaje verde.


ANA LILIA FÉLIX PICHARDO





Moras en la cordillera V



Agua en quebrada
pescadores alertas
mueren delfines.


PEDRO GANDIA




Insistencia de la ilusión




Su ser es ya memoria sin progresión posible.
Un espacio vacío de estado silencioso
que retrae todo signo e idea que lo exprese.
Y todo es divergencia al intentar nombrarlo.

Si dura reducido a línea de ceniza
escrita o reflejada en un espejo roto,
un viento se levanta que niega su sentido.
Y de él queda la duda de una sombra borrada.


De: "Acrópolis"

HAKUSHU KITAHARA





Sen Rikyu*



Sen Rikyu amaba el té
porque le complacía el espíritu del té.

Alma tranquila y noble del amanecer y del atardecer.
El humo era más amado aún que el té.

Mantener la sutileza en la apariencia
equivale a purificar el alma con sutileza.

Por eso Rikyu permanecía sentado
y le sonreía al sol tenue bajo el pabellón de té.


* Sen Rikyu: Fundador de la escuela Urasen-ke de la ceremonia del té.




SAUL IBARGOYEN



  

El regreso



Con tu boca pegada
a mi espalda
sigo la dirección
de inmensas calles
y en mis hombros
una bandera de polvo
parece declinar.
Es aquélla la sombra
de un pueblo
que después de esta sombra
se levanta?
Hay un nombre
escrito en estos aires
o es un trazo de humo
que sale de mi voz?
Sin embargo cada día
se completa con sus pájaros
que llegan tal vez
desde un profundo litoral.
Una sangre pesada busca
que se abran alamedas
cruzándonos el cuerpo
y tú me empujas
vuelves a nombrarme
me indicas las cartas
que debo escribir
soplas en mi oído
los tamaños del cielo
metes en mi carne
las tensiones del sol.
Yo puedo decir con letras
tu distancia
y escuchar en mi vaso
el ruido de las aguas
que un día inevitable
entrarán en el mar.
Quién eres tú
después de todos los años
usados en pensarte
como un viento oloroso
disolviéndose en la luz?
Qué serás tú
cuando mi memoria
se encuentre contigo
y podamos sumar
las cifras de la muerte
los números exactos del dolor
la cantidad de cenizas
y de lágrimas
los extraviados besos
las bocas insultadas
y esas manos tenaces
en su gesto final?
Qué seré yo:
qué cosa andante
de pelos y huesos
qué costosa forma
regresando a decirte
que de algún modo sangriento
tendremos que cantar.


LÉOPOLD SÉDAR SENGHOR




  
Mujeres de Francia



A la señorita Jacqueline Cahour
Mujeres de Francia, y vosotras hijas de Francia
¡Dejad que os cante! Que sean para vosotras las notas
claras del sorong.
Aceptadlas aunque sea bárbaro el ritmo, disonante los
acordes
Como la leche y el pan moreno del campesino, puros en sus
manos torpes y callosas.
¡Oh, vosotras, bellos árboles erectos de pie bajo los
cañones y las bombas!
Sólo brazos de los días de postración, de los días de
desesperado pánico,
Vosotras, orgullosas torres y orgullosos campanarios bajo
la arrogancia del sol de junio;
Vosotras, claro eco al grito del Galo de la Galia.
Vuestras cartas han mecido las noches de prisionero con
palabas diáfanas y sedosas como alas,
De palabras dulces como un seno de mujer, cantarinas como
un ruiseñor de abril.
Pequeñas burguesas y campesinas, por ellos solos no
fuisteis avaras.
Por ellos os atrevisteis a desafiar la afrenta de la Hiena,
la afrenta más mortal que las balas.
Y sus frentes duras por vosotras solas se abrieron, y sus
palabras simples por vosotras solas
Eran claras como sus negros ojos y la transparencia del
agua.
Solas entendéis este latido del corazón semejante a un
tam-tam lejano.
Y hay que apoyar su oreja a la tierra y descender de su
caballo.
Por ello fuisteis madres, por ellos fuisteis hermanas.
Llamas de Francia y flores de Francia, ¡benditas seáis!